La Unión Europea ha sido entregada, sin condiciones ni dignidad, al proyecto geopolítico de Estados Unidos. Lo advierte el Dr. Alfredo Jalife, uno de los analistas más lúcidos del tablero mundial. Para él, lo que acaba de ocurrir no es un acuerdo ni una alianza: es una capitulación. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha cruzado una línea de servidumbre estratégica, económica y moral que marca el inicio de un proceso que Jalife no duda en llamar «balcanización del continente». Europa ya no es la Europa de De Gaulle o de Willy Brandt: es una colonia energética y militar de Washington.
Según Jalife, el acuerdo sellado entre la Unión Europea y Estados Unidos equivale a un suicidio económico para el Viejo Continente. El pacto incluye una transferencia masiva de procesos industriales hacia suelo estadounidense, en una suerte de reindustrialización de EE.UU. a costa de una desindustrialización europea inducida. El precio de esta rendición se estima en 3.000 euros por ciudadano europeo, sin contar el aumento brutal del costo energético que ya golpea a las clases trabajadoras y medias de Alemania, Francia, Italia y España.
La rusofobia de Von der Leyen, lejos de proteger a Europa, la expone al colapso, dice Jalife. Su obsesión con Moscú ha cerrado los canales diplomáticos, ha quebrado los vínculos económicos con Eurasia y ha hecho de Bruselas un peón dócil del Pentágono. Mientras tanto, Trump —aunque aún no está en el poder— manipula los tiempos y amenaza con dejar a Europa sola frente a Rusia, usando el chantaje de la OTAN como palanca geopolítica. No quiere una guerra global, afirma Jalife: quiere un acuerdo directo con Putin, sin intermediarios inútiles como la UE.
El problema, sostiene, no es solo geopolítico. Es cultural. Von der Leyen representa una elite “anglófila” profundamente desconectada de los estadistas alemanes históricos. Su sumisión a Washington y su falta de visión estratégica podrían marcar el final de Europa como actor global autónomo. Lo que viene, advierte Jalife, es un continente fragmentado, con tensiones separatistas latentes y una población empobrecida, confundida y cada vez más resentida con sus gobernantes.
Y mientras Europa implosiona en cámara lenta, el mundo gira. La narrativa occidental sobre Gaza se resquebraja. Ya no funciona la deshumanización sistemática de los pueblos oprimidos. Las redes sociales, la emergencia de medios independientes y la fatiga moral del Sur Global han quebrado la hegemonía narrativa de Washington, Londres y Tel Aviv. En este nuevo escenario multipolar, la rendición de Europa no es solo económica: es moral, simbólica y cultural.
Jalife lo sentencia sin matices: Von der Leyen ha entregado el alma europea. Y lo ha hecho no ante un imperio ilustrado, sino ante el trumpismo más brutal. El daño no es sólo coyuntural: es estructural. Europa está a punto de convertirse en lo que América Latina fue durante décadas: una zona de sacrificio, útil solo mientras sea obediente.