Redacción Perico Noticias // La maquinaria del ajuste avanza y ya no se oculta. Argentina está negociando un nuevo acuerdo con el FMI por 20.000 millones de dólares, según confirmó Bloomberg (ver nota), pero como todo pacto con el Fondo, no viene gratis: implica una devaluación que, esta vez, no podrá evitarse. La diferencia, en este escenario, es el timing. Según reveló La Política Online, el gobierno de Javier Milei planea adelantar las elecciones a julio para ejecutar el ajuste antes de que la inflación descontrolada termine de sepultarlo políticamente.
El operativo está en marcha, y las provincias no serán espectadoras: serán el epicentro del sacrificio. En el interior, el ajuste ya comenzó por abajo, con recortes salariales, parálisis de obra pública y despidos silenciosos. Pero hay algo más inquietante: los movimientos de poder que se despliegan en los márgenes del mapa revelan una ingeniería social que prepara el terreno para una etapa represiva.
Jujuy como caso testigo: ajuste, venta de activos y militarización
Jujuy, la provincia que hace menos de un año estalló en protestas sociales por una reforma constitucional inconsulta, está viviendo una mutación peligrosa. Por un lado, se designó a un militar retirado (imputado penalmente) como secretario de Seguridad con funciones de facto de ministro. Por otro, el gobierno vendió su participación en EJESA, la distribuidora de electricidad, de la cual era accionista pleno en la clase C, es decir, el Estado era dueño.
¿Estamos ante una venta desesperada de activos o ante una transfiguración del Estado para seguir siendo socio desde las sombras, pero sin asumir los costos políticos? Lo cierto es que mientras las tarifas eléctricas suben sin freno y los servicios empeoran, el Estado jujeño abandona posiciones estratégicas en nombre de una supuesta eficiencia.
Y como si esto fuera poco, el Parque Industrial de Perico, presentado como un polo de desarrollo regional, se transformó en una planta química camuflada, operada por capitales chinos, destinada a producir insumos para la industria del litio. ¿Se impulsa la industrialización? No. Se consolida una economía de enclave al servicio del extractivismo global. Sin control ambiental, sin soberanía productiva, sin agua para la agricultura local. Pan para hoy, contaminación para siempre.
Arriazu lo anticipó: sin devaluación, la economía se cae a pedazos
El economista Ricardo Arriazu, en su visión cruda y sin anestesia, explicó meses atrás que “la única forma de sostener un plan económico como el de Milei es con un tipo de cambio realista”, es decir, una devaluación que corrija los desbalances estructurales. Pero advirtió también que “el precio es muy alto si no hay un colchón social que amortigüe la caída.”
Ese colchón no existe. Y el intento del gobierno nacional por adelantar las elecciones a julio solo tiene un fin: aplicar la devaluación tras las urnas, sin pagar el costo político. Luego, vendrá el ajuste de verdad. Uno que barrerá con subsidios, planes, obra pública y transferencias provinciales.
¿Y después? Las provincias quedarán vaciadas, los conflictos sociales aumentarán, y el modelo solo se sostendrá —como ya empieza a verse en Jujuy— con más control, más represión, y más miedo.
¿Préstamo o trampa?
El acuerdo de 20.000 millones de dólares que negocia Milei con el FMI no es solo un “préstamo”, es una trampa geopolítica de dominación económica. No se discute el destino de los fondos, ni se debate el rol del Estado. Se impone un camino: ajuste, entrega, orden social a cualquier precio.
En este esquema, la democracia es una molestia, el pueblo una variable de ajuste, y los territorios, simples unidades de extracción.
Argentina camina al borde del abismo. Y el silencio cómplice de muchos gobernadores, que prefieren preservar equilibrios precarios antes que enfrentarse a la lógica del saqueo, es parte del problema.