La economía argentina vive atrapada en un tiempo suspendido. El mensaje oficial de que “todo será hasta octubre” se transformó en un búmeran: lejos de dar certidumbre, sembró dudas y paralizó a la economía real. Empresas, inversores y familias se refugian en posiciones defensivas, mientras los mercados ponen a prueba cada día la resistencia del gobierno.
El dólar como termómetro de la incertidumbre
El tipo de cambio, sostenido artificialmente, se percibe como desalineado. No acumula reservas, no ordena expectativas y, peor aún, pone en cuestión la capacidad de pago del Tesoro. Con un calendario inmediato que exige casi 10.000 millones de dólares entre vencimientos de deuda y compromisos con el FMI, la pregunta no es si habrá presión cambiaria, sino hasta qué punto el gobierno podrá contenerla.
Riesgo país y señales del mercado
El riesgo país vuelve a superar los 1.000 puntos, síntoma inequívoco de que la confianza externa se erosiona. La promesa de un descenso a 400 puntos tras las elecciones quedó en el olvido: hoy la expectativa es modesta, apenas la de evitar un nuevo deterioro. Octubre, lejos de ser un horizonte de calma, se convirtió en una frontera de riesgo.
La fatiga social del ajuste
A este escenario financiero se suma la dimensión política y social. El ajuste, que en campaña se prometió “no pagaría la gente”, ya cala hondo en jubilados, trabajadores y estudiantes. La fatiga del ajuste es palpable y la sociedad no compra discursos de sacrificio infinito. La macroeconomía, aun con equilibrios parciales, no alcanza a convencer cuando el bolsillo de la mayoría solo percibe recesión e incertidumbre.
Expectativa en el corto plazo
El corto plazo luce inevitablemente volátil:
- El dólar tenderá a testear los límites de la banda cambiaria.
- Los activos argentinos seguirán mostrando un sesgo negativo.
- El Banco Central improvisará con parches de tasas, encajes y regulaciones que solo alargan la espera.
La gran incógnita es si el gobierno podrá postergar cambios profundos hasta después de las elecciones o si será empujado antes a corregir. Lo cierto es que, aun con rebotes aislados, no hay señales de recuperación sostenida.
Conclusión
Argentina se encamina hacia octubre en un delicado equilibrio entre la política y la economía. La foto de hoy es la de un país en modo espera, con los mercados tensionando y la sociedad agotada. La expectativa es mínima: resistir hasta las elecciones. Pero más allá del calendario, la realidad impone su propio reloj, y este corre más rápido de lo que el gobierno quisiera.
