Exportamos Pobreza, Importamos Desastre: El Mileísmo se Desangra y la Oposición Muda

Exportamos Pobreza, Importamos Desastre: El Mileísmo se Desangra y la Oposición Muda

Por Jorge Lindon – Desde Argentina

El modelo libertario de Javier Milei está empapado de una lógica suicida: la Argentina exporta cada vez menos y, paradójicamente, importa cada vez más. Según los últimos datos oficiales del INDEC, las exportaciones cayeron en mayo, incluso con Vaca Muerta en ebullición, mientras las importaciones se dispararon un 29%. Es decir, no hay ingreso de divisas genuinas, pero sí un gasto externo creciente que desnuda la falacia del “súperávit” que festejan en la Rosada. Estamos importando lo que antes producíamos y despidiendo al obrero que lo hacía posible.

El CIPPEC confirmó que el desempleo subió, la tasa de empleo bajó, y el consumo interno colapsó. La Argentina real no vive en Excel: el pueblo está siendo licuado por un ajuste criminal que ni siquiera logra ordenar macroeconómicamente al país. El “milagro de Milei” es una fantasía libertaria con pies de barro: estamos frente a un modelo que se enfría, se ahoga, se derrumba.

¿Dónde está el crecimiento? ¿Dónde están las inversiones extranjeras que prometía la motosierra? Lo único que crece es la miseria. La indigencia ya no es un concepto técnico, es la postal de cada día. En barrios de clase media hoy se piden bolsones de comida, en universidades públicas se saltean comidas, y en el Gran Buenos Aires hay changarines que prefieren endeudarse con tal de darle un yogur a sus hijos.

Sin embargo, el desmadre social no genera reacción política contundente. La oposición sigue atrapada en el laberinto del silencio, la especulación y la miopía. El peronismo, aún después de la movilización masiva por la proscripción de Cristina Fernández de Kirchner, no termina de articular una propuesta superadora. ¿Qué espera para convertir el clamor en acción política?

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El liderazgo de CFK sigue vigente, pero también limitado. Su centralidad es real, pero su potencial solo puede materializarse si logra parir una fuerza nueva, transversal, con ejes en la justicia social, la soberanía y el trabajo, que integre a la izquierda, al kirchnerismo, al sindicalismo y a la juventud desesperanzada. ¿Será capaz de forjar una alianza nacional con figuras como Axel Kicillof? ¿Podrá dejar atrás las heridas del Frente de Todos para construir un nuevo horizonte?

Porque, hoy por hoy, Milei sigue consolidándose. No por mérito propio, sino por ausencia de alternativa nítida. Su relato sacrificial aún seduce mientras la oposición no diga, sin rodeos: basta de saqueo, basta de hambre, volvamos a construir patria.

Argentina arde. La pregunta ya no es si el mileísmo caerá. La pregunta es: ¿quién recogerá la antorcha encendida antes de que se apague la esperanza?

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