El federalismo argentino no está “en tensión”: está en terapia intensiva. Y no por una metáfora fácil, sino por un dato duro: el superávit fiscal nacional se construyó, en buena medida, con una estrategia de descompresión del gasto central que empujó el costo político, social y operativo hacia abajo de la pirámide: provincias y municipios.
El esquema es simple y brutal. La Nación se concentra en cerrar caja: reduce transferencias no automáticas, frena obra pública, recorta programas y reordena prioridades con un criterio fiscalista. En 2024, por ejemplo, se registró un recorte muy fuerte en envíos no automáticos a provincias (se llegó a hablar de una caída del 84% interanual en esos giros).
La consecuencia es conocida por cualquiera que gestione territorio: cuando el centro se guarda el oxígeno, las periferias empiezan a respirar con dificultad.
El NOA: cuando el ajuste pega en economías regionales, pega doble
En el NOA el ajuste no es “contable”. Es productivo y social. Porque aquí la matriz económica es más frágil: mucha dependencia de actividad primaria, empleo público como amortiguador, mercados chicos, costos logísticos altos, y una infraestructura que —sin obra pública— se degrada rápido.
Los recursos que llegan por coparticipación pueden moverse, sí, pero la foto de los últimos años muestra una caída respecto de 2023 y, sobre todo, un derrumbe de transferencias discrecionales frente a aquella referencia. Un relevamiento que mira la relación Nación–provincias resume el fenómeno: las transferencias discrecionales cayeron fuerte respecto de 2023 (y recién después se reactivaron parcialmente mecanismos como ATN).
¿Traducción territorial? Menos margen para sostener salud, educación, seguridad, mantenimiento urbano y contención social.
Jujuy: menos fondos, más presión y municipios “a cielo abierto”
Jujuy es un caso donde el ajuste se siente como pinza: cae la recaudación nacional y se achican recursos que impactan en coparticipación, mientras crecen demandas sociales y costos básicos de gestión.
En 2025, medios provinciales reflejaron que a Jujuy le habrían llegado miles de millones menos por coparticipación en un tramo del año, atribuido a la caída de la recaudación nacional.
Y si vamos al primer shock de 2024, también se reportaron meses con transferencias no automáticas prácticamente simbólicas para la provincia.
Con ese cuadro, los municipios quedan en la intemperie por una razón estructural: dependen de la coparticipación provincial y de una recaudación local que se enfría cuando se cae el consumo y la actividad. En 2025, distintos reportes sobre finanzas municipales describen un deterioro fuerte, con intendencias redireccionando partidas para pagar sueldos y aguinaldos, y con creciente conflictividad.
En el interior jujeño, ese combo se vuelve una bomba de tiempo: menos inversión, menos obra, menos movimiento comercial; y en paralelo más demanda social. Lo que antes se “tapaba” con algún programa, una obra menor o un refuerzo, hoy no aparece. Y cuando aparece, llega tarde.
El “agujero” político: Nación decide, pero el costo lo pagan abajo
El federalismo no muere de un día para el otro: muere por goteo. Se vacía cuando las provincias quedan obligadas a elegir entre tres males:
- Ajustar servicios (y bancarse el desgaste social).
- Subir tasas e impuestos (y enfriar aún más la economía real).
- Endeudarse (y patear la crisis hacia adelante con interés).
Y en ese tablero, el conflicto Nación–gobernadores se vuelve permanente: discusiones por ATN, obras paralizadas, reglas de juego que cambian, y una dinámica donde el centro administra el poder de la billetera. Incluso hubo choques institucionales por intentos de automatizar ciertos fondos y vetos presidenciales que escalaron la tensión con los mandatarios provinciales.
Escenarios próximos para Jujuy y el NOA
Sin vender humo, hay tres escenarios realistas a corto plazo:
Escenario A: continuidad del “federalismo por goteo”
La Nación sostiene el superávit, las provincias absorben el ajuste, los municipios recortan y la infraestructura se deteriora. Resultado: más conflictividad, menos inversión, más cierre de unidades productivas chicas. En el NOA, esto impacta directo en empleo y en cadenas regionales.
Escenario B: pacto fiscal pragmático
Acuerdo político para ordenar envíos, calendarizar obras críticas y transparentar fondos. No es “fiesta de recursos”: es previsibilidad, que hoy vale oro.
Escenario C: endeudamiento y parches
Provincias buscan financiamiento (mercado, organismos, ingeniería financiera) para sostener caja. Es el más probable cuando no hay acuerdo político: sirve para aguantar, pero encarece el futuro.
Conclusión: sin territorio no hay Nación
El relato del superávit puede ser celebrado en PowerPoint, pero la Argentina real se gobierna con territorio. Y el territorio hoy está pagando el costo de una arquitectura fiscal que concentra decisiones arriba y descarga consecuencias abajo.
En el NOA —y particularmente en Jujuy— el federalismo se mide en cosas concretas: caminos, salud, escuelas, seguridad, servicios, economía local. Si esas variables entran en terapia intensiva, el país no se estabiliza: se achica. Y cuando un país se achica, siempre pierde el mismo: el interior que produce, sostiene y espera.
