Perico celebra hoy su fiesta patronal en honor a San José, santo del trabajo y símbolo de la identidad de una ciudad forjada en la agricultura, el comercio y el esfuerzo incansable de su gente. Más que una tradición religiosa, esta conmemoración es un acto de comunión entre los periqueños, una reafirmación de su cultura de trabajo y de su fe en que, pese a todas las adversidades, el progreso sigue siendo posible. Sin embargo, mientras el pueblo se une en la devoción, la realidad económica y estructural de la ciudad impone desafíos que no pueden ignorarse.
Ubicada estratégicamente como un hub productivo clave en Jujuy, Perico posee un potencial enorme que sigue sin ser aprovechado. Con una actividad agroindustrial de relevancia y una vocación comercial que la convierte en un polo dinamizador, la ciudad debería estar en la vanguardia del crecimiento provincial. Pero la falta de inversión, la postergación de obras esenciales y el abandono de las gestiones gubernamentales han sumido a Perico en un estancamiento preocupante. Las promesas de modernización se han desvanecido en los discursos, mientras que la infraestructura sigue siendo la misma de hace décadas, incapaz de sostener el crecimiento que los propios periqueños generan con su esfuerzo.
La crisis económica nacional ha golpeado con dureza a los productores, quienes, lejos de recibir apoyo del gobierno provincial, en la magnitud que corresponde; han debido enfrentar solos la devastación de su actividad. La falta de financiamiento, la inflación asfixiante y los costos logísticos desproporcionados han convertido el trabajo agropecuario en una tarea titánica. Pese a esto, la voluntad inquebrantable de los productores sigue sosteniendo la economía local, demostrando que la verdadera riqueza de Perico está en su gente y en la capacidad de sobreponerse a cualquier crisis.
Pero no se puede hablar de crecimiento sin hablar de infraestructura, y ahí es donde la ciudad muestra su mayor falencia. Calles deterioradas, una red de servicios colapsada y la ausencia de planificación urbana son los principales obstáculos que impiden que Perico explote todo su potencial. No hay un plan integral de desarrollo, no hay un horizonte claro para modernizar la ciudad y convertirla en el verdadero centro productivo que debería ser. En un país donde las oportunidades escasean, la falta de decisión política y de inversiones estratégicas deja a Perico a merced de su propia capacidad de resiliencia.
Sin embargo, en este día de celebración, la esperanza sigue viva. Los periqueños no solo trabajan la tierra, también trabajan su destino con la misma fe con la que hoy elevan sus plegarias a San José. Que su bendición ilumine el camino de un pueblo que nunca deja de luchar, que pese a los obstáculos sigue adelante, con la convicción de que el progreso es posible cuando hay manos dispuestas a construirlo. Perico es trabajo, es sacrificio y es futuro, pero ese futuro necesita decisiones y acciones concretas para hacerse realidad.
Que San José derrame su bendición sobre cada familia, sobre cada trabajador y sobre una ciudad que no se resigna al olvido. Porque la fe mueve montañas, pero el esfuerzo de su gente merece ser acompañado por un compromiso real con el desarrollo.
Perico honra a San José, su santo patrono y símbolo del trabajo, en medio de una crisis que desafía su potencial productivo. Entre la fe y el esfuerzo, la ciudad sigue esperando el desarrollo que merece. Leé más en www.periconoticias.com.ar.