El circo electoral se instala otra vez en Jujuy, con su infaltable dosis de cinismo, listas recicladas y discursos decorativos. Pero esta vez, algo cambió. El escenario de las elecciones generales de octubre se parece más a un plebiscito nacional que a una contienda legislativa. Las urnas se preparan para responder una sola pregunta: ¿con Milei o contra Milei? Y en Jujuy, la respuesta parece estar cargada de más silencio que estrategia, más cálculo que convicción.
Partidos sin alma, elecciones sin política
Ninguno de los partidos tradicionales de Jujuy llega a octubre con fuerza institucional real. Son instrumentos de ocasión, estructuras huecas que se activan cada dos años para la foto y el afiche, pero que el resto del tiempo viven desconectadas del pueblo y de los dramas cotidianos. No hay militancia territorial, no hay construcción doctrinaria, no hay cuadros nuevos. Solo hay operadores, punteros y comunicadores de pauta.
El peronismo provincial, que debería ser la voz crítica del experimento neoliberal en curso, marcha sin brújula ni pólvora. Ni siquiera logra pararse sobre el legado de sus gestiones nacionales. Dinamitado desde sus bases, desencantado con su propia historia reciente, se presenta desnutrido ante un electorado que ya lo castigó duramente y que lo sigue viendo como parte del problema y no de la solución.
Juntos por el Cambio (¿a favor del cambio mileísta?)
La fuerza oficialista local, Jujuy Crece, enfrenta su mayor dilema político. ¿A quién pondrá al frente de la campaña? ¿Quién saldrá a criticar al presidente sin que ello implique complicar al gobernador Carlos Sadir? Tirar contra Milei sería pegarse un tiro en el pie. Por eso, probablemente, opten por el mimetismo ideológico, aspirando a pescar votos en el océano violeta, aunque eso los convierta en más libertarios que los libertarios. Un juego peligroso, pero políticamente comprensible: si no se puede vencer al monstruo, mejor tratar de parecerse.
Gerardo Morales, todavía con la mano en la manija, espera su momento. Sabe que el cisne negro siempre aparece: una devaluación brusca, un estallido social, una rebelión sindical o simplemente el desgaste acumulado de la motosierra. Si eso ocurre, estará listo para liderar una salida de centro moderado, ya sea desde JxC reconfigurado o como articulador de una nueva alianza con sectores peronistas. No sería la primera vez.
Libertarios sin manual: el milagro de lo desconocido
La Libertad Avanza ganará en Jujuy, sin dudas. Aunque la realidad duele, el ajuste se siente y la motosierra ya haya llegado a los bolsillos populares, el electorado jujeño está apostando todo a una sola carta. A Milei se le da tiempo, se le entrega confianza ciega porque el ayer ya fue desahuciado.
Sin embargo, la fuerza libertaria en la provincia no tiene plan, ni candidatos de peso, ni estructura política definida. No entiende del todo el proyecto liberal que dice representar. Apenas emite líneas generales. Nadie —ni ellos— sabe cómo justificar frente a la ciudadanía lo que implicaría una desregulación real en Jujuy: la desaparición masiva del empleo público (y con él, de la red de contención social más extendida de la provincia). Lo esconden porque sería decirle a cada jujeño que su hermano, su prima o su madre puede ser “casta” y despedida. No hay épica libertaria que explique eso. No por ahora.
La izquierda: una oportunidad que siempre parece postergada
La izquierda tiene una oportunidad clara. Ya tiene el perfil antineoliberal que hoy el peronismo no se anima a encarnar, y podría transformarse en la verdadera oposición en términos de relato. Pero aún debe construir transversalidad, salir del gueto ideológico, romper sus propias fronteras internas, y dejar de conformarse con el 5%. Si logra irradiar su mensaje con audacia y sumar alianzas tácticas, podría posicionarse como el canal del hartazgo con Milei y con “los de siempre”. La pregunta es si puede o si prefiere mantenerse como testigo testimonial.
¿Y ahora qué?
Jujuy va hacia octubre sin liderazgos claros, sin debate profundo, sin horizonte alternativo. Con partidos que sobreviven más que existen, con libertarios que prometen sin saber, con peronistas que no levantan ni la voz, y con una izquierda que aún no se anima a dar el zarpazo.
El clima electoral está enrarecido. Se vota en clave nacional, pero se vive en drama provincial. El experimento Milei sigue capitalizando la bronca, el hartazgo y el deseo de ruptura. Pero en algún momento, la realidad —esa señora que no perdona— tocará la puerta.
Entonces, cuando llegue el evento inesperado, el colapso, la chispa, los que hayan sabido construir algo más que listas y slogans tendrán la oportunidad de disputar poder real. Hasta ahora, en Jujuy, el único que juega con ventaja es el vacío.