El resultado electoral del domingo marcó el principio del fin. Milei, que intentó presentarse como el profeta de la autocrítica y del cambio en su discurso de derrota, en menos de 24 horas demostró que ni habrá cambios, ni existe autocrítica, ni mucho menos un rumbo distinto. La ratificación de su equipo económico y político —con Caputo, Bausili y la maquinaria de mesas de dinero a la cabeza— es la confirmación de que el gobierno ha decidido seguir empujando al país hacia el abismo.
El domingo perdió Milei. Ayer, perdió Santiago Caputo. La política de improvisaciones, agresiones y simulaciones llegó a su límite. Ni la narrativa de la “casta”, ni la épica del “ajuste heroico”, ni el discurso de la motosierra tienen ya impacto en una sociedad agotada, angustiada y devastada por la inflación, la recesión y la falta de respuestas concretas. En Argentina ya no paga la idea del ajuste ni los versos de la macroeconomía. La gente reclama otra cosa: un presente digno, con trabajo, con estabilidad y con un mínimo de esperanza.
El error fatal de Milei ha sido creer que la paciencia social era infinita. El pueblo argentino le dijo basta. Lo que está en juego hoy no es un debate teórico sobre modelos de gestión, sino la vida concreta de millones de familias que no soportan más incertidumbre. Esa desconexión entre el palacio y la calle, entre la fantasía libertaria y la crudeza de la heladera vacía, es lo que sella el GAME OVER de octubre.
Con la derrota bonaerense y el derrumbe de sus principales operadores, se terminó la dificultad de sostener expectativas positivas. El gobierno se quedó sin relato y sin horizonte. Octubre será la lápida definitiva para un proyecto que confundió violencia con liderazgo y especulación financiera con economía. La historia argentina ha demostrado una y otra vez que los experimentos sin corazón social están condenados al fracaso. Esta vez no será la excepción.
La ciudadanía no quiere más excusas. Quiere un presente mejor, aquí y ahora. Palabras y gestiones que La Libertad Avanza nunca entendió, ni podrá ya aprender.