La advertencia es quirúrgica: según Ray Dalio, la Reserva Federal está preparando el terreno para volver a expandir su balance y monetizar deuda pública en un contexto que no es de crisis, sino de burbuja financiera. Traducido: estímulo en pleno boom, no para rescatar a una economía colapsada, sino para sostener precios de activos y un déficit federal que ya no encuentra suficiente demanda privada. Dalio lo encuadra en su teoría del “Gran Ciclo de la Deuda”: cuando el endeudamiento crónico agota compradores, el banco central imprime y compra lo que el Tesoro no puede colocar. Es gasolina sobre la hoguera.
El telón de fondo es inquietante. Estados Unidos enfrenta cierres parciales de gobierno, deterioro operativo (cancelaciones de vuelos, servicios frenados) y un mercado laboral que empieza a romperse por el lado equivocado: recortes de empleo en máximos de décadas, con IA y automatización acelerando la poda en logística, retail, tecnología y servicios. Al mismo tiempo, los indicadores de precios pagados (ISM) sugieren que la inflación subyacente podría volver a repuntar. Paradoja tóxica: menos empleo y precios en ascenso.
La Fed, entre tanto, frena el QT (reducción de balance) y desliza que “en algún momento” volverá a aumentar reservas. Dalio lee esa señal como estímulo procíclico: sostener la burbuja IA–Big Tech para que no estalle antes de tiempo. El manual, dice, es claro: primero suben los activos (acciones de tecnología, diferenciales comprimidos), sube el oro como cobertura ante pérdida de poder del dólar, y más tarde repunta la inflación; entonces la Fed se ve forzada a subir tasas de nuevo y ahí pincha el ciclo. El melt-up final antes del frenazo.
El cuadro fiscal añade presión. El déficit se agranda, la deuda de los hogares marca récords, y el Tesoro necesita colocar volúmenes crecientes justo cuando los grandes compradores estructurales diversifican. Si el banco central compra lo que falta, eso es monetización. Y si lo hace sin recesión abierta ni deflación, el mensaje al mercado es: “no dejaremos caer los precios”. Moral hazard en estado puro.
El frente geopolítico no ayuda. China pone en servicio su portaaviones Fujian (capacidad EMALS), Washington acelera Artemis y reabre la carrera lunar, y la fragmentación comercial (aranceles, minerales críticos como plata y cobre) añade rigideces de costos. Resultado: un piso inflacionario más alto y cadenas de suministro que encarecen la transición tecnológica que, a su vez, destruye empleo de cuello blanco. Círculo vicioso.
¿Y el argumento “la IA creará nuevos trabajos”? Probablemente sí… con decalaje temporal y requisitos de capital humano que millones hoy no cumplen. En el mientras tanto, el ajuste cae sobre salarios, horas y headcount. Si la política responde con liquidez, se sostiene la bolsa, pero se traslada la volatilidad a la economía real: hogares más endeudados y consumo en retroceso.
Para Dalio, el riesgo es de fase final del ciclo: balance de la Fed expandiéndose, tasas bajando antes de tiempo, déficit alto, acciones en máximos, paro aún bajo en la foto oficial y inflación por encima del objetivo. Ese cóctel rara vez termina suave. La “solución” de imprimir ahora no desactiva la bomba; patea la mecha.
¿Qué mirar en el tablero?
- Balance de la Fed y forward guidance sobre reservas.
- Breakevens e ISM Precios Pagados vs. IPC con rezago.
- Curva: si re-empina por inflación esperada, no es “aterrizaje suave”.
- Oro/plata y credit spreads: si se recalientan y luego se abren, llegó el giro.
- Empleo: si los recortes se generalizan fuera de tech/logística, la demanda cede en serio.
La tesis incómoda: no hay magia. O se ajusta por precios (inflación), o por cantidad (recesión), o por balance (reestructuración implícita vía monetización). Fingir que se puede crecer, desinflar y sostener múltiplos récord al mismo tiempo es la ilusión que Dalio intenta pinchar.
Para América Latina —y Argentina en particular—, la señal es doble. Uno, ciclos de dólar fuerte–débil serán más violentos; dos, la financiación externa dependerá de ventanas exquisitamente cortas. Provincias y municipios deberían asumir un escenario base de dólar volátil, tasas erráticas y materias primas firmes, y diseñar cajas anticíclicas ahora. Cuando la manguera de gasolina apunte a la chimenea, será tarde para buscar extintores.
