Inflación que vuelve, dólares que no aparecen y una reforma vacía: el cóctel que pincha el “milagro Milei”

Inflación que vuelve, dólares que no aparecen y una reforma vacía: el cóctel que pincha el “milagro Milei”

La foto económica de fin de 2025 es brutal:

  • la inflación dejó de bajar y volvió a acelerar,
  • el Gobierno corre desesperado detrás de los dólares para pagar vencimientos,
  • y la reforma laboral estrella reconoce, puertas adentro, que no va a generar empleo.

Es el combo perfecto para desacreditar el plan económico de Javier Milei y enfriar el entusiasmo de muchos votantes libertarios que, en Perico y en todo el país, empiezan a preguntarse si el sacrificio valió la pena.

La inflación se niega a rendirse

Los números lo exhiben sin maquillaje. El IPC de noviembre marcó 2,5% mensual, con una inflación interanual de 31,4%, y una tendencia alcista desde mayo, que había sido el piso del año.

  • se pasó de registros en torno al 1,5–1,6% mensual a mediados de año,
  • a una pendiente nuevamente ascendente, con el 2,5% de noviembre como señal de alarma.

Lo más duro es dónde pega:

  • vivienda, agua, electricidad, gas y combustibles subieron 3,4% en noviembre,
  • transporte, 3%,
  • y alimentos y bebidas, 2,8%, golpeando de lleno a los hogares de menores ingresos.

Todo esto ocurre con recesión y dólar “atrasado”: la actividad se enfría, las ventas caen, pero los precios se resisten a bajar.
Es decir, el famoso trípode de Milei —déficit cero + súper peso + motosierra— todavía no logra lo que prometía: estabilizar de verdad el costo de vida.

Desesperación por dólares: volver al endeudamiento

Mientras la inflación rebrota, el Gobierno se mueve contra reloj para conseguir dólares y no quemar las reservas negativas del Banco Central.

Por eso Argentina volvió a los mercados internacionales con un bono en dólares a 2029, a una tasa del 6,5%, con el objetivo de cubrir vencimientos por 4.300 millones de USD en enero de 2026 sin usar las reservas.

Es decir:

  • se ajustó brutalmente el gasto,
  • se tolera una recesión profunda,
  • pero igual hay que salir a tomar deuda cara para llegar a los vencimientos.

Lejos de la épica del “no hay plata” y la promesa de cortar con la bicicleta financiera, la realidad muestra un viejo patrón argentino: ajuste interno, deuda nueva y reservas que no terminan de recomponerse pese al apoyo del FMI y del rescate político-financiero de Donald Trump.

Para el comerciante de Perico, para el pyme del NOA o para el trabajador que mira el bolsillo a fin de mes, el mensaje es nítido: la economía se enfría, pero el riesgo de un nuevo shock cambiario sigue latente.

  La oferta turística jujeña llega a Salta para participar de Expo Ciudad

Reforma laboral: flexibilización sin empleo

En paralelo, el Gobierno eligió estrenar la segunda mitad del mandato con su gran bandera ideológica: la reforma laboral.

El proyecto incluye, entre otros puntos:

  • baja de aportes patronales e indemnizaciones,
  • fondos de cese que reemplazan el sistema actual,
  • cambios en vacaciones y jornada flexible,
  • limitaciones al derecho de huelga y a la ultraactividad de los convenios.

La narrativa oficial habla de “modernización” y “creación de empleo”.
Pero en menos de 48 horas apareció la frase que desnuda el corazón del proyecto:

El propio abogado que asesoró al Gobierno admitió que la reforma “no va a crear empleo” y que, sin crecimiento económico, es apenas “una cáscara vacía”.

La CGT y múltiples economistas advierten lo obvio: en un país en recesión, con 45% de informalidad laboral, abaratar despidos y extender jornadas no genera trabajo, sino mano de obra más barata y más frágil.

Las encuestas reflejan la grieta:

  • solo el 43% apoya la reforma tal como está,
  • una porción similar cree que se perderán empleos o no se crearán nuevos.

Es decir, el gran “shock pro mercado laboral” de Milei nace cuestionado, incluso entre sectores que votaron por el cambio pero que hoy no ven un horizonte productivo claro.

El costo político: del “plan funciona” al “¿esto era todo?”

Milei llega al ecuador del mandato con ciertos triunfos macro:

  • baja fuerte de la inflación respecto del pico heredado,
  • riesgo país en descenso,
  • regreso al crédito internacional.

Pero la vida cotidiana cuenta otra película:

  • El salario real sigue golpeado.
  • Los servicios públicos y el transporte suben por encima del promedio.
  • El consumo está deprimido y la industria, en caída.

En este contexto, el relato de que “todo marcha según el plan” se topa con tres hechos duros:

  1. Inflación que repunta pese al súperávit y al dólar planchado.
  2. Dependencia creciente de deuda externa para pagar vencimientos.
  3. Reforma laboral que ni sus arquitectos venden como generadora de empleo.

Para muchos votantes libertarios —sobre todo de clase media baja, comerciantes del interior, cuentapropistas— la pregunta empieza a ser incómoda:

“Si ajustamos, soportamos la recesión y resignamos derechos,
¿cuándo llega el crecimiento que nos prometieron?”

En ciudades como Perico, donde el comercio es el corazón económico, la combinación de ventas en baja, tarifas en alza, crédito caro y plataformas digitales que se llevan la clientela hace que el discurso de la “motosierra necesaria” pierda brillo. El costo político de seguir pateando la recuperación hacia adelante puede ser enorme.

  La Supercopa de Vóley desembarca en Jujuy del 12 al 14 de diciembre

Un plan sin red

El problema de fondo no es solo técnico, es político y social:

  • Un programa económico que no logra consolidar una baja sostenida de la inflación.
  • Un esquema cambiario tensionado, que necesita dólares prestados para llegar a los vencimientos.
  • Una reforma laboral que abarata el trabajo pero no garantiza nuevos puestos.

Todo eso se sostiene sobre la promesa de un futuro de prosperidad que, por ahora, no aparece en la mesa de los argentinos.

Si el Gobierno insiste en avanzar solo con más ajuste y más flexibilización, sin mostrar un horizonte concreto de inversión, empleo y desarrollo productivo, el riesgo es claro:

  • que el “experimento libertario” termine visto como otro ciclo de sacrificio sin recompensa,
  • y que una parte de su propia base electoral sea la que empiece a apagar la luz.

La economía no perdona los relatos vacíos.
Cuando la heladera discute con el televisor, la heladera siempre tiene la última palabra.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *