Integración regional y desarrollo en la Puna, los desafíos del litio

 Integración regional y desarrollo en la Puna, los desafíos del litio

Crece la producción de un recurso estratégico. Tras años de exploración Salta, Jujuy y Catamarca comenzaron a exportar ese recurso mineral, altamente demandado en Asia para la fabricación de baterías. La necesidad de poner la minería como motor de desarrollo.

Por Mariana Mamaní Idangel Betancourt  y Francisco D’Andrea

Jerarquizada como la Gobernación de Los Andes desde 1900 hasta 1943, cuando se disolvió como territorio nacional y se la repartió entre Salta, Jujuy y Tucumán, la Puna es una eterna relegada en su desarrollo, limitada por sus extremas condiciones climáticas, su suelo desértico y una escasa infraestructura que expulsa a los jóvenes a buscar futuro en otros lados.

Sin embargo, la extracción del litio promete darle el impulso definitivo a la actividad minera en esa zona y se plantea como una oportunidad de desarrollo para la región, lo que en líneas generales genera adhesiones unánimes, pero que no está exento de reparos y advertencias, principalmente de los habitantes de sus poblados y las comunidades originarias.

Objeciones ambientales, la manera en que se distribuirán los beneficios que genera la actividad minera y que se tenga en cuenta su opinión, son los principales planteos.

Considerada una actividad de bajo impacto ambiental, la ventaja que tienen el triángulo del litio compuesto por Argentina, Bolivia y Chile, al que podría sumarse Perú, que también tiene potencial de producción, es que este elemento en las salinas desérticas es de fácil extracción, a diferencia del que se obtiene de la roca, tal como se produce en Australia.

A grandes rasgos, la metodología de extracción que se aplica en la mayoría de los salares del NOA comienza con una perforación de la que se bombea la salmuera, que se dejará evaporar en grandes piletones hasta obtener el cloruro de litio, al que se le añade carbonato de sodio para transformarlo en carbonato de litio, el material que finalmente se exporta.

Actualmente, en las tres provincias existen unos 50 proyectos en marcha, la mayoría en fase de exploración, pero una decena ya está produciendo o en etapas previas a iniciar la extracción.

Para 2022 se estimaba que Argentina, tercer productor mundial detrás de Australia y Chile, podía llegar a las 200 mil toneladas anuales, más de cinco veces lo que se extrae hoy, pero por la pandemia varios proyectos vieron ralentizar su ritmo, así que esa proyección podría retrasarse un par de años.

Triángulo argentino

El secretario de Minería de Salta, Ricardo Alonso, rescata que los beneficios económicos que puede generar el litio a una provincia son los ingresos de regalías, que van directamente a las arcas provinciales, y el movimiento en la economía que genera la necesidad de servicios y abastecimiento de un emprendimiento minero.

“Si cinco de los ochos proyectos que hay en Salta consiguen producir, la economía de la provincia va a cambiar totalmente, no solo en el lugar, sino en toda la provincia porque se va a necesitar proveer a esos emprendimientos en una zona desértica, que necesita todo ya que muy poco se puede producir ahí mismo”, se entusiasma el geólogo salteño.

En Jujuy el proyecto Olaroz de la empresa Sales de Jujuy (subsidiaria de Orocobre, Tsusho Corporation y Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (JEMSE)), produce carbonato de litio desde 2014, mientras que la minera Exar, que lleva adelante su emprendimiento en el Salar de Cauchari y parte de Olaroz, comenzó a producir las primeras toneladas en 2021.

Esta empresa “había fijado su proyecto de inversión para 25.000 toneladas por año, hoy tenemos el objetivo de producir 40.000 toneladas hacia fines de 2022, con una inversión de US$ 565 millones”, precisó Franco Mignacco, directivo de esa compañía.

A esos dos emprendimientos deben sumarse otros 11 que ya empezaron a desandar el largo camino hasta llegar a la etapa final de producción.

En tanto, en Catamarca existen actualmente 23 proyectos que se encuentran en diferentes etapas, desde prospección, exploración inicial y avanzada, factibilidad y producción.

La gran mayoría de los proyectos son de capitales extranjeros, principalmente de origen asiático, pero también norteamericanos y europeos.

La ministra de Minería catamarqueña, Fernanda Ávila, señaló que varios proyectos están muy cerca de iniciar la explotación. “En Catamarca los últimos estudios que se hicieron dieron resultados de muy buena calidad y pureza del litio, hay muchas perspectivas de los inversores, impulsada a nivel mundial por el cambio del paradigma energético”.

Justamente, los principales compradores de litio son los fabricantes de baterías, ya que  es un componente ideal para el almacenamiento de la energía. La mayoría de esas empresas se encuentran en el sudeste asiático. Otras utilidades del litio son para procesos nucleares y también como aleación metálica.

La necesidad de agregarle valor a la producción primaria es uno de los grandes objetivos a largo plazo, pero que hasta ahora no tuvo grandes avances en el país.

«Por el momento no está pasando en Catamarca”, observó Fernanda Ávila, al mismo tiempo que destacó que “importaría mucho darle a la extracción del litio un valor agregado en el territorio, lo venimos trabajando con Nación, mi gestión comenzó en agosto, es uno de los puntos que queremos trabajar. Hoy el valor agregado es algo que nos parece muy importante para el país, es algo sobre lo que hay que avanzar en forma conjunta”, señaló la ministra.

El secretario de Minería e Hidrocarburos de la provincia de Jujuy, Miguel Soler, también señaló que la política minera de la provincia norteña no abandona, bajo ningún aspecto, encarar la fabricación de baterías de litio en corto plazo.

En tanto el salteño Alonso, advirtió que si bien el litio es un componente importante para las baterías, solo representa un 3% de sus componentes, “hay otros minerales y componentes que no se consiguen en el país y que deberían importarse”. De eso se desprende que un emprendimiento de valor agregado involucra una planificación y una logística que excede las atribuciones provinciales.

Recurso estratégico

Allí es donde empieza a tallar la necesidad de una política nacional que complemente e impulse lo planificado en las provincias, con, por ejemplo, políticas de importación libre de aranceles, fomentos impositivos a las empresas que quieran encarar ese proceso o directamente tomar por su cuenta esa tarea.

La semana pasada ingresó al Congreso un proyecto de ley del diputado nacional salteño, Lucas Godoy, que impulsa declarar al litio como recurso estratégico dado su carácter de insumo natural valioso y con potencial de desarrollo.

La iniciativa propone la creación de un instituto nacional, integrado con las provincias productoras, que tenga como principal misión la investigación y generación de proyectos para superar el rol de productor primario y alcanzar cierto nivel de industrialización. También expresa la voluntad de crear una empresa estatal, similar a YPF, que pueda explorar y producir en áreas que no hayan sido concesionadas a privados.

Jujuy declaró al litio como mineral estratégico en 2011 y creó Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (Jemse), para asociarse minoritariamente con las mineras.

Salta también tiene un modelo similar de negocios a través de Recursos Energéticos y Mineros de Salta SA (Remsa), cuyo titular es el referente del PRO en Salta, Alberto Castillo, puesto en funciones cuando asumió el gobernador Gustavo Sáenz.

Integración regional

Si bien a nivel regional las provincias se encuentran en etapas de desarrollo similares, la integración regional se limita a aquellos lugares en los que los difusos límites que quedaron tras la disolución de la Gobernación de los Andes en 1943 obligan a poner reglas claras.

Ávila indicó al respecto que «el trabajo regional es algo que nos parece muy importante, Catamarca, Jujuy y Salta están trabajando juntos a través de un convenio de información en el manejo sustentable de salmuera. De hecho, respecto al carbonato de litio, hay un proyecto que se llama Sal de Oro de la empresa Posco que se desarrolla en el límite entre Salta y Catamarca, sobre el cual los gobernadores firmaron en diciembre un acuerdo para trabajarlo en manera conjunta fijando pautas comunes”.

El proyecto Sal de Oro prevé para este año la construcción de una planta comercial con capacidad para producir 25 mil toneladas por año de LCE (Lithium Carbonate Equivalent).

Alonso también hizo referencia a ese acuerdo firmado entre los mandatarios Sáenz y Raúl Jalil, y vislumbra algo parecido para cuando coincidan intereses con Jujuy en Salinas Grandes, que la comparten las dos provincias.

“Con estos acuerdos nos garantizamos que los proyectos beneficien a todos, hasta tanto se resuelvan las discusiones limítrofes”, expresó el salteño.

Pero con respecto a la integración con Bolivia y Chile, a la manera de una OPEP del litio, Alonso la ve poco viable por las diferentes normativas que rigen en cada país, los proyectos particulares y la composición de los salares.

“Todos los salares son iguales a la vista, pero muy diferentes en su composición química, y así como el salar chileno de Atacama es el más puro para la extracción de litio, la composición del Salar de Uyuni en Bolivia hace que sea más caro y arduo obtener el mineral”, expresó.

En referencia a la pureza, Catamarca saca pecho con las últimas exploraciones, a partir de un Estudio de Factibilidad Definitivo que anunció en enero el desarrollador Lake Resources. La empresa australiana implementará una planta piloto para la producción de carbonato de litio grado batería en el Salar de Carachi Pampa, donde desarrolla el proyecto Kachi.

Los estudios arrojaron una pureza del 99,9% y bajas proporciones de boro y hierro, lo cual está muy por encima del estándar de la industria en relación con el grado de batería (> 99,5%).

Beneficios ¿para todos?

Uno de los grandes desafíos para los gobiernos será poder integrar efectivamente a los pobladores de donde se desarrollan los emprendimientos, muchos de las cuales son integrantes de comunidades originarias.

El temor a una invasión que llegue, extraiga y, terminado el recurso, desaparezca dejando un pasivo ambiental y pueblos fantasmas alrededor, sobrevuela la Puna.

Alonso señaló: “litio hay como para 500 años, pero nada garantiza que en algún momento desaparezca la demanda internacional, como alguna vez pasó con el nitrato chileno”.

Igualmente, las perspectivas indican que este negocio minero tiene para varios años, inclusive con precios atractivos, otro de los riesgos latentes, ya que en su carácter de commodities sufre los vaivenes de la oferta y la demanda.

Actualmente, el valor internacional de la tonelada de litio está bajando por el aumento de la oferta argentina y australiana. De un pico de 16.500 USD/Tn en 2018, se estima una proyección de 11.000 USD/Tn en 2025, valores que aún continúan siendo rentables y que perjudican más al país de Oceanía, que obtiene el mineral de las rocas con un proceso más costoso.

En Jujuy las comunidades originarias de la Puna no se oponen a la minería en sí, pero exigen que se cuiden los recursos naturales como el agua y una presencia activa del Estado en el control de las mineras.

Obviamente, en las tres provincias también piden que se garantice la contratación de mano de obra local, y ahí juega un papel fundamental las universidades y terciarios, que comenzaron a ampliar la oferta de carreras relacionadas a la minería. Ahora el reto es que los puneños puedan acceder a esa educación, que generalmente se dicta en las capitales provinciales.

Otro de los temores de los locales es que el litio sea un caballo de Troya para facilitar la instalación de otro tipos de mineras que sí sean de carácter altamente contaminante, planteo totalmente verosímil, ya que si las economías locales adquieren un perfil de servicios dependiente de las mineras, la resistencia actual mudaría en una especie de síndrome de Estocolmo en el que se privilegiaría la supervivencia económica por encima de los eventuales perjuicios ambientales, aunque sean de carácter irreversible.

Misma actitud podrían tomar los gobiernos locales, que tendrán en las regalías una fuente de ingreso inédito en provincias en que la coparticipación federal es el principal recurso, lo que genera una dependencia absoluta con la Nación.

En su momento el petróleo fue factor de desarrollo en zonas que eran marginales para la economía, al extremo de que hasta el día de hoy pobladores del norte salteño recuerdan esas épocas doradas del siglo pasado, que terminaron con la privatización de YPF. Ahora el litio genera la misma expectativa y serán los próximos cinco años, en los que se espera un crecimiento exponencial de la producción, los que definirán qué perfil adoptará una región históricamente postergada. 

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