El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, se ha desmarcado de las acusaciones del oficialismo respecto a los disturbios ocurridos el pasado miércoles en las inmediaciones del Congreso de la Nación. Mientras la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, señaló la presencia de barras bravas y grupos kirchneristas en las manifestaciones, Macri atribuyó los hechos a «expresiones más anarquistas» y no a espacios políticos tradicionales como el peronismo o el kirchnerismo.
Durante la habitual marcha de jubilados que exigen mejoras en sus pensiones, se produjeron enfrentamientos con la policía que resultaron en más de 120 detenidos y al menos 45 heridos. Entre los lesionados se encuentra el fotoperiodista Pablo Grillo, quien sufrió una fractura de cráneo y se encuentra en estado grave.
Macri enfatizó la necesidad de bajar el tono en el discurso político y reflexionar sobre cómo las declaraciones públicas pueden influir en el clima social. «Me parece que todos tenemos que bajar dos cambios y ahí yo llamo también a la reflexión por lo que ocurre dentro del Congreso, en los ámbitos institucionales, en la manera en la que cada uno de nosotros que tenemos responsabilidad nos dirigimos», sostuvo el mandatario porteño.
Además, coincidió con el oficialismo en criticar la decisión de la jueza Karina Andrade de liberar a los detenidos, anunciando que procederá a recusarla. «La vamos a recusar», afirmó Macri, mostrando su desacuerdo con la medida judicial.
Este posicionamiento de Jorge Macri se produce en un contexto de creciente tensión política, donde el oficialismo enfrenta una crisis de credibilidad tras el escándalo de la criptomoneda $LIBRA, que ha afectado la imagen del presidente Javier Milei y su gobierno.
De cara a las próximas elecciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Macri busca diferenciarse de las posturas más confrontativas, apelando a la moderación y al diálogo como herramientas fundamentales para la gobernabilidad y la cohesión social.