Contexto. En la sesión donde Diputados devolvió al Senado la ley que le ponía un freno al abuso de DNU, el oficialismo nacional sobrevivió gracias a apoyos opositores. Entre ellos, el radicalismo alineado con Rodrigo de Loredo y referentes provinciales. La UCR jujeña —con Jorge Rizzotti— acompañó esa táctica. Resultado: Milei conservó intacta su herramienta de gobierno por decreto.

La contradicción de “Jujuy Crece”. Mientras en territorio jujeño la campaña de Jujuy Crece ensaya spots “duros” contra la crisis y el ajuste, en el Congreso termina dándole oxígeno al Ejecutivo. Ese pega y abraza no es un matiz técnico: es una definición política. En casa fingen distancia; en Buenos Aires facilitan el atajo institucional que Milei necesita para seguir concentrando poder. El mensaje es confuso para la ciudadanía, pero cristalino en el tablero: cuando el Gobierno tambalea, Jujuy Crece lo sostiene.
Qué significa para Jujuy.
- Menos control y más discrecionalidad nacional sobre partidas, tarifas, transferencias y obras que afectan a la provincia.
- Más incertidumbre para salarios y empleo público, porque el DNU sin contrapesos deja a merced de la Casa Rosada variables que hoy ya duelen en el bolsillo jujeño.
- Un doble estándar discursivo que erosiona confianza y ciudadanía: se declama “poner límites”, pero se vota para que no haya límites.
Dónde está el anti–mileísmo genuino. En este escenario, el voto opositor real al ajuste —especialmente el del peronismo de base, el sindicalismo productivo y los independientes cansados del serrucho— no está en la boleta del doble discurso, sino en Pedro Pascuttini. ¿Por qué?

Pascuttini, ariete y argamasa.
- Ariete: viene del sector productivo y plantea cambiar la ecuación laboral de Jujuy hacia 3 empleos privados por cada empleo público, poniendo foco en formalización, pymes y escalamiento con valor agregado (agro, litio con encadenamientos locales, turismo inteligente, economía cultural).
- Argamasa: su campaña está soldando peronismo y sociedad civil —jóvenes, emprendedores, cooperativas, universidades— alrededor de un nuevo ecosistema productivo: capacitación corta con salida laboral, digitalización para exportar servicios, clústeres regionales y financiamiento de proximidad (fondos rotatorios, bonos verdes locales, compras públicas para pymes).
- Pragmatismo: propone resultados en 12–18 meses medibles con KPIs simples: puestos formales creados, salarios por encima de la inflación en sectores traccionados, nuevas exportaciones pyme, y tasa de sustitución de importaciones en cadenas locales.
Qué se vota de verdad. No es un concurso de consignas: o seguimos con decretos que ajustan sin plan productivo, o cambiamos el guion para que Jujuy trabaje, produzca y exporte con reglas estables. El “crítico de cámara” que después levanta la mano para que el DNU siga vivo no es control: es coartada.
La elección que ordena el mapa. A días del 26 de octubre, el electorado jujeño que rechaza el ajuste perpetuo y reclama empleo digno, obra útil y federalismo real ya identifica a Pascuttini como el punto de encuentro: el puente entre lo que sabemos hacer (agricultura, comercio, minería, cultura, turismo) y los mercados modernos (tecnología aplicada, trazabilidad, servicios basados en conocimiento).
En una frase. Jujuy Crece critica en los afiches pero sostiene en el recinto; Pascuttini rompe el molde en el recinto y construye trabajo en el territorio. Esa es toda la diferencia.