Redacción Perico Noticias // La economía de Jujuy se encuentra al borde del colapso productivo, pero el gobierno de Carlos Sadir sigue eligiendo el camino más fácil: exprimir a los privados para sostener el aparato estatal. En un contexto de crisis de consumo, caída de la rentabilidad y costos energéticos asfixiantes, la provincia decidió aumentar Ingresos Brutos, en una maniobra que parece más orientada a garantizar la recaudación para financiar el gasto político que a generar condiciones de crecimiento económico.
Lo paradójico es que, mientras el ministro de Economía, Luis Caputo, exige a provincias y municipios reducir impuestos para aliviar la actividad privada, Jujuy opta por hacer lo contrario, asfixiando a los sectores productivos. En un país que busca salir de la recesión, la provincia elige recaudar más, aún cuando el propio gobierno nacional está pidiendo lo contrario.
Esta decisión cobra aún más relevancia cuando el radicalismo jujeño ha decidido adelantar las elecciones al 11 de mayo, acelerando el calendario electoral en medio de una crisis de financiamiento público que ahora parece recaer completamente sobre el sector privado. ¿Será el aumento de impuestos la caja que financie la campaña electoral del oficialismo?
Un Estado parasitario: el socio que nunca pierde
El problema estructural de Jujuy no es nuevo. El sector privado ha sido históricamente la fuente de financiamiento de un Estado provincial que gasta demasiado y produce poco.
Las empresas, comercios y productores deben lidiar con:
✅ Una carga fiscal asfixiante, con impuestos municipales, provinciales y nacionales que erosionan la rentabilidad.
✅ El costo energético más caro del país, haciendo inviable la competitividad en sectores productivos clave.
✅ Una burocracia gigantesca, con un Estado que consume recursos sin mejorar los servicios esenciales ni ofrecer incentivos a la inversión.
✅ Un sistema de empleo público hipertrofiado, que depende de la recaudación de impuestos sobre los privados para sostener una estructura administrativa obsoleta y politizada.
En esta ecuación, el sector privado es el único que asume riesgos, pero el Estado es el único que siempre gana. La provincia exige cada vez más a quienes producen y generan empleo, mientras protege una estructura burocrática que ya no es sostenible.
El problema no es solo fiscal, es político. Jujuy no genera las condiciones para la inversión privada, pero espera que los empresarios y comerciantes financien sin chistar una estructura pública que sigue creciendo.
El impacto del nuevo impuestazo en una provincia sin margen
El relevamiento del estudio Lisicki, Litvin y Asociados confirmó que Jujuy es una de las seis provincias que han aumentado Ingresos Brutos, a pesar del pedido del gobierno nacional de reducir la presión tributaria.
Esto significa que:
📉 Los costos de operar en la provincia seguirán en aumento, empujando a muchas empresas a la informalidad o al cierre.
📉 Los precios de bienes y servicios subirán aún más, golpeando a los consumidores que ya ven erosionado su poder adquisitivo.
📉 Los inversores seguirán mirando hacia otro lado, porque la provincia no ofrece incentivos ni previsibilidad para el desarrollo privado.
📉 El sector comercial, ya golpeado por la competencia fronteriza con Bolivia, quedará aún más expuesto, perdiendo competitividad ante precios más bajos en el país vecino.
La gran pregunta es: ¿cómo espera el gobierno obtener resultados electorales positivos cuando somete a los ciudadanos a semejante presión fiscal?
¿Un gobierno camino a la inmolación electoral?
La jugada del adelantamiento electoral al 11 de mayo ha dejado en evidencia la desesperación del oficialismo por evitar el desgaste de su imagen a lo largo del año. Sin embargo, lejos de ofrecer soluciones para aliviar el malestar social y económico, está eligiendo financiar su estructura política con los bolsillos de los empresarios, comerciantes y contribuyentes.
Pero este ajuste no es solo un error económico, es un suicidio político. La clase media y el sector productivo no tolerarán ser usados como la caja de financiamiento de una campaña electoral. Si el gobierno jujeño no rectifica su rumbo y sigue profundizando la asfixia fiscal, la bronca del sector privado puede transformarse en el voto castigo que termine con su hegemonía política.
Jujuy necesita un cambio estructural profundo, donde el sector privado sea el motor de crecimiento y no el chivo expiatorio de un Estado que se niega a achicarse. Si la política jujeña no entiende este mensaje a tiempo, el 11 de mayo podría convertirse en el principio del fin de un modelo que ya no da para más.