Jujuy y el fin del Estado como único patrón: el 11 de mayo marcará un punto de quiebre político y económico

Jujuy y el fin del Estado como único patrón: el 11 de mayo marcará un punto de quiebre político y económico

Redacción Perico Noticias // Jujuy llega al 11 de mayo con la maquinaria estatal exhausta y un electorado al borde del hartazgo. La provincia, históricamente gobernada por una élite que se recicla en el poder, enfrenta un dilema existencial: ¿seguirá siendo un feudo estatalista donde la política es el único motor económico o dará un salto hacia un modelo productivo real, con perfiles privados al frente?

Las elecciones anticipadas son un capricho más del oficialismo, que intenta adelantarse a los cambios de humor de una sociedad que empieza a cuestionarlo todo. La UCR pone en juego 18 bancas, el PJ prevendario apenas 6, los libertarios no logran consolidar nombres y la izquierda intentará capitalizar la bronca del sector estatal con Alejandro Vilca. Pero el verdadero problema de Jujuy es más profundo que las urnas: es estructural y económico.


El modelo estatalista: un elefante que aplasta la iniciativa privada

Jujuy es una provincia donde el principal empleador es el Estado, lo que revela el fracaso histórico de la política en la promoción de una economía privada dinámica. La burocracia no produce riqueza, solo la distribuye (mal), mientras las actividades productivas están estancadas, ahogadas por la asfixia fiscal y la falta de incentivos reales para crecer.

Los salarios estatales siguen pisados, en un modelo donde el empleo público ya no es sinónimo de estabilidad, sino de sometimiento y pobreza planificada. Jujuy se ha convertido en un Estado para unos pocos, con una casta política que se enriquece desde la administración de lo público y una masa de trabajadores que apenas sobrevive. El resentimiento social crece y la paciencia se agota.

Las llamadas «sociedades del Estado», que se crearon con la promesa de diversificar la economía, son cajas negras de dinero público, donde nadie puede comprobar si generan rentabilidad real. Funcionarios reconocen que varias de estas empresas se están privatizando de manera encubierta, utilizando leyes a medida creadas por una legislatura corrupta.


Carlos Sadir, el gobernador sin liderazgo y la sombra de Morales

Carlos Sadir heredó un aparato político desgastado. Aunque algunos intendentes lo ven como el «líder por nacer», en los hechos sigue siendo una figura atada al pasado, sin una visión transformadora para Jujuy.

Si no rompe con la inercia de Morales, su destino será el mismo: el castigo en las urnas. El electorado jujeño no perdona la continuidad sin resultados, y menos cuando el sistema económico provincial sigue girando en el mismo ciclo de promesas incumplidas y precarización masiva.

La UCR enfrenta el desafío de renovar su discurso y ofrecer algo más que la gestión de la pobreza estructural. Si no lo hace, el voto bronca podría migrar en masa a los sectores más duros: el emergente espacio libertario, la izquierda en su variante sindicalista o alguna nueva alternativa de ruptura.


La alternativa: Jujuy productiva y la fuerza del Interior

Si hay un territorio en Jujuy que sabe lo que es producir sin la vaca atada del Estado, es el Valle de los Pericos. Este corredor agroindustrial y comercial representa una de las mayores fuentes de PIB de la provincia y ha logrado sostenerse por su propia resiliencia y pragmatismo, lejos del voluntarismo de la política jujeña.

Aquí, la cultura del esfuerzo y el trabajo no necesita intermediarios burocráticos para sobrevivir, pero su potencial nunca ha sido aprovechado por la política. Es tiempo de que la dirigencia empiece a mirar hacia estos sectores, porque el perfil ideal para transformar Jujuy no está en la política tradicional, sino en el sector privado, el cual ofrece un amplio abanico en distintos puntos de la provincia.

Empresarios, comerciantes y productores han demostrado tener capacidad de gestión y generación de riqueza real, pero siempre fueron apartados del poder por una estructura política cerrada y endogámica. Hoy son la mejor opción para conducir Jujuy hacia un modelo económico viable, pero para eso es necesario hacer minería de RRHH y que los mejores perfiles se animen a disputar el poder.


Un sistema colapsado, una oposición fragmentada y una oportunidad histórica

La oposición sigue presa de su propia debilidad. El PJ es una sombra de sí mismo, atrapado en sus propios errores y en la connivencia con un sistema corrupto. Hacemos Argentina, el espacio de Carlos Haquim, no tiene narrativa ni peso real, porque fue cómplice de cada una de las decisiones que hundieron a Jujuy en el actual estado de crisis.

Los libertarios carecen de estructura y candidatos fuertes, y en su primera incursión se convirtieron en una suerte de subasta de bancas más ligada al azar que a la estrategia política. Sin embargo, tienen una gran ventaja: representan la idea del «cambio total», algo que una parte del electorado está buscando desesperadamente.

La izquierda puede traccionar votos con Alejandro Vilca, especialmente entre los empleados públicos, que ven en él una voz fuerte contra los ajustes. Pero su discurso utópico sigue sin calar en un electorado que no confía en la radicalización del sistema.

El partido Lyder, conducido por Isolda Calsina, sigue su propia encrucijada: se mantiene dentro del frente oficialista, pero quiere transmitir un perfil libertario. Su desafío será hacer que la ciudadanía lo perciba realmente como una opción de cambio y no como parte del mismo engranaje que hasta ahora no ha funcionado.


El 11 de mayo: una elección que puede cambiarlo todo o reafirmar el estancamiento

Jujuy llega a estas elecciones con una casta política en crisis, una oposición desordenada y un electorado que busca desesperadamente alternativas. La UCR y sus aliados quieren consolidar su poder, pero llegan desgastados y con la marca del continuismo a cuestas.

El PJ intenta sobrevivir, pero su propio pasado lo condena. Los libertarios tienen la gran incógnita de si podrán consolidar algo sólido o seguirán siendo una apuesta sin estructura. La izquierda puede crecer, pero sigue chocando con los límites de su discurso en Jujuy.

El voto bronca es la gran amenaza para el oficialismo, pero también es un arma de doble filo para la oposición, que hasta ahora no ha demostrado tener un proyecto serio para liderar el cambio.

¿Veremos finalmente una ruptura con la vieja política o Jujuy seguirá repitiendo la historia de las oportunidades perdidas? El 11 de mayo no solo se eligen legisladores y concejales: se define el futuro del modelo económico y político de la provincia.

EP

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