Declaración de poder y estrategia dominadora
En el maremágnum político argentino de 2025, donde las alianzas se sellan entre proyectos de poder y no convicciones, Karina Milei emergió como la armadora suprema del nuevo poder violeta. Primero quebró al PRO: logró la rendición total de Patricia Bullrich y destruyó cualquier asomo de resistencia interna. Ahora sus ojos están puestos en Provincias Unidas – el frente liderado por cinco gobernadores del interior que incluye a Jujuy, Córdoba, Santa Fe, Chubut, Corrientes y Santa Cruz.
La misma jugada que doblegó a Macri, ya comenzó a operar sobre Carlos Sadir (Jujuy), Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Ignacio Torres (Chubut), Claudio Vidal (Santa Cruz) y Gustavo Valdés (Corrientes). Pese a que estos gobernadores convergen en ciertas resistencias al ajuste – rechazaron vetos clave tras el Pacto del 25 de Mayo – no han construido una estructura sólida de poder. Karina, en cambio, está escalando desde lo simbólico hasta lo material, montada sobre un liderazgo incisivo que ya trituró a sus propios jefes políticos.
La estrategia libertaria: ir al hueso del federalismo interior
El espacio llamado Grito Federal pretende presentarse como la “tercera vía”: una alianza institucional que defiende la coparticipación, la infraestructura productiva y el interior como alternativa al ajuste ultraliberal de Milei y al populismo indefinido del peronismo. Sin embargo, la fuerza libertaria ya empezó a pulverizar su narrativa desde adentro: no hay límites, no hay márgenes de tibieza. La rendición total que consiguió Karina en el PRO no admite medias tintas ahora.
Con su revulsivo acuerdo PRO–La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires, Karina armó un frente electoral sólido para septiembre: una maniobra que le permite proyectarse como alternativa no solo al kirchnerismo, sino también al federalismo moderado que dice encarnar Provincias Unidas.
Morales y su escolta de gobernadores: mármol sin jugada real
Gerardo Morales y su espacio en Jujuy, y sus aliados provinciales, enfrentan el desafío más grande: no fue Milei quien vació su propuesta, sino su propia incapacidad para consolidar liderazgo y política nacional. Las provincias productivas del país, sin embargo, representan un nervio estructural para el país. Y la ingobernabilidad central obliga a responder. Pero si no encuentran a un interlocutor articulado, sin estructura sólida y discurso propio, terminarán siendo parte de un tablero ya decidido por el oficialismo libertario.
El riesgo es claro: Provincias Unidas podría convertirse en un bloque testimonial dentro del propio Congreso, si Milei logra canalizar esa misma traición que le aplicó al PRO dentro del bloque federal. Karina tiene munición: la sombra destructiva del “anti-kirchnerismo” ya fue proclamada con fuerza, pero el anti-centro también está en ascenso y Morales no tiene blindaje para eso.
Vaticinio y sentencia
- Si Karina lícita el acuerdo PRO–LLA en Buenos Aires y lo replica como modelo nacional, Provincias Unidas no tendría camino para ofrecer una alternativa creíble.
- Si Morales no se articula en una lógica de poder concreta, será el último radical respetuoso que quedó en pie en el interior, mientras su espacio se desintegra.
- Si el PJ se recicla repitiendo nombres débiles, se abrirá un vacío donde surgiría un outsider que capitalice el grito anti-casta en una provincia sin perfiles incisivos peronistas, no el anti-kirchnerismo.
La pulseada no es discursiva: es estructural, electoral y simbólica. Karina redefinió la escena: ya no se usa el grito federal para Cuento Macri, se usa para derribar al centro de interior que todavía apuesta al consenso como herramienta. Y el golpe está vivo: mañana será más definitivo que ayer.