Kicillof, no Cristina: el verdadero opositor a Milei ya está en la cancha y La Cámpora debería entenderlo

Kicillof, no Cristina: el verdadero opositor a Milei ya está en la cancha y La Cámpora debería entenderlo

Axel Kicillof salió de estas legislativas golpeado, sí. Pero salió en pie. Y eso, en la Argentina 2025, lo convierte en un activo político de lujo.

Cristina Fernández de Kirchner eligió responsabilizarlo por la derrota del peronismo, calificando como “error político” el desdoblamiento electoral en la provincia de Buenos Aires y señalando que ese movimiento habría funcionado como un “balotaje anticipado” que ordenó el voto antiperonista contra él. Dijo incluso: fue el único gobernador peronista que perdió.

Le están marcando el cuerpo. Pero cuidado con el movimiento, porque puede salir carísimo hacia 2027.

Vamos por partes.

1. Hoy Milei ya eligió rival. No es Cristina. Es Axel.

Javier Milei construye poder desde dos ejes: ajuste fiscal extremo y relato anti-“casta”. Para eso necesita un antagonista. Cristina le sirve como fantasma ideológico, como memoria emotiva del kirchnerismo clásico. Pero en el ring institucional, en el territorio vivo, su antagonista real es Axel Kicillof.

¿Por qué?

  • Porque Kicillof gobierna el distrito más grande, más poblado y más endeudado socialmente del país: la provincia de Buenos Aires.
  • Porque Buenos Aires concentra el problema que le puede estallar a Milei: la combinación de pobreza, endeudamiento familiar, caída del ingreso y saturación del tejido social urbano. Esa bomba social es la única que puede desestabilizar un gobierno nacional de shock como el libertario. (LA NACION)
  • Porque Kicillof es el único con capacidad real de articular intendentes, sindicatos territoriales, redes escolares y de salud, y aparato social cotidiano.

Milei necesita bajarle el precio a Kicillof ahora porque sabe que, si Buenos Aires encuentra orden político propio, nace una oposición con base material, no sólo discursiva. Esa oposición es peligrosa para Milei, porque no depende del rating: depende de la vida diaria de millones.

Esto Cristina lo sabe. La Cámpora lo sabe. Fingir que no lo ven es mala praxis estratégica.

2. Cristina pega, pero termina apuntalando a Axel

Cristina Fernández de Kirchner salió a decir: “Perdimos porque Axel desdobló. Él fue el único gobernador que perdió. Ese error generó una especie de balotaje anticipado que unificó el voto anti-peronista”.

Ese relato tiene dos lecturas.

  • Lectura interna K:
    “Yo, Cristina, sigo siendo la jefa doctrinaria. Axel se equivocó tácticamente. No me corran a mí con la caída bonaerense”.
  • Lectura pública nacional:
    “El único que realmente le discutió el poder a Milei en el territorio más hostil fue Axel”.

La segunda lectura es la que importa de cara al electorado flotante que ya no compra el kirchnerismo clásico, que descree de la casta tradicional, que está agotado de la recesión libertaria, y que hoy necesita una alternativa que no esté manchada ni por corrupción ni por negocios personales. Ahí Kicillof, objetivamente, tiene una ventaja diferencial que pesa en el mercado electoral: no tiene causas de corrupción, no carga con condenas personales, no arrastra sospechas patrimoniales graves. Ese es un activo que hoy cotiza altísimo frente a una sociedad que ya se cansó de pagar el ajuste para que otros se enriquezcan.

Cuando Cristina lo critica, sin querer lo legitima como figura autónoma. Lo corre del lugar de “delfín obediente” y lo empuja al lugar de “líder cuestionado por la vieja conducción”. Traducido: lo convierte en presidenciable.

Esto es política básica: todo dirigente que resiste fuego amigo serio y queda vivo, escala.

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3. La Cámpora tiene que elegir qué quiere ser

La Cámpora está en una encrucijada histórica. Puede insistir en administrar herencia y relato, o puede reconvertirse en bloque de gestión territorial real.

Si el objetivo estratégico es frenar a Milei, entonces no hay dudas: el peronismo necesita blindar la gobernación bonaerense y su proyección nacional. Y eso, hoy, no se hace licuando a Kicillof. Se hace fortaleciéndolo.

Porque si Axel se debilita internamente, Milei gana dos veces:

  1. Gana en el Congreso, porque el peronismo llega fracturado a negociar.
  2. Gana en la calle, porque el conurbano queda sin comando político claro y sin una voz que pueda traducir el malestar social en agenda nacional.

Pongámoslo brutal: cuando Cristina responsabiliza a Axel, refuerza la narrativa de Milei según la cual el peronismo está roto y no tiene reemplazo serio. Cuando La Cámpora le da entidad a esa crítica en los medios, está trabajando —sin querer— para el oficialismo libertario.

Esto no es debate ideológico. Es control de daños.

4. Kicillof ofrece algo que el peronismo perdió: limpieza

En el mercado electoral argentino 2025 hay dos monedas que valen más que cualquier bandera partidaria:

  • Anticorrupción personal creíble.
    El votante castigó al peronismo en todo el país, incluyendo Buenos Aires, no sólo por la economía, sino por hartazgo moral. Cristina carga con causas judiciales y condena. El dispositivo clásico está saturado. El antikirchnerismo estructural sigue siendo enorme y activo. Axel Kicillof, guste o no, tiene algo que el resto del peronismo no tiene hoy: no está judicialmente hipotecado. Eso pesa frente al votante endeudado, enojado, que siente que labura para pagarle a la financiera y ya no cree en nadie.
  • Comprensión material de la deuda doméstica.
    La nueva grieta argentina no es sólo Milei vs. “Estado presente”. Es hogares endeudados vs. un Estado que los dejó solos frente a bancos, tarjetas, apps de crédito y prestamistas informales. Ese votante endeudado es políticamente volátil y vulnerable a la presión. El mensaje de “si no ganamos nosotros, se te corta el financiamiento / viene el caos / vas a perder el subsidio” ya se usó en campaña nacional. Se pareció demasiado a un apriete emocional al deudor. Se pareció demasiado al tono Trump: miedo económico como herramienta de disciplinamiento electoral. Ese votante, al que le patearon el miedo en la cara, no vuelve con épica; vuelve con confianza. Y la confianza no la construye alguien con prontuario público, la construye alguien percibido como limpio.

Ahí Kicillof es competitivo. Ahí Cristina no lo es. Y esa diferencia define 2027.

5. ¿Kicillof perdió? Sí. ¿Eso lo invalida? No. Lo convierte en el punto de partida.

Los datos son los datos: el peronismo cayó en la provincia de Buenos Aires, bastión histórico, y eso dejó a Kicillof bajo fuego. Cristina lo marcó como “único gobernador peronista que perdió su territorio”, remarcando que el desdoblamiento “ordenó el voto antiperonista”.

Bien. Ahora, miremos el contexto:

  • El oficialismo libertario hizo de Kicillof el blanco directo de su campaña en el distrito más caliente del país.
  • El clima económico nacional es recesión, caída salarial, endeudamiento familiar, inseguridad urbana y ajuste feroz.
  • El peronismo nacional llegó roto, sin una mesa ordenadora única, y con el kirchnerismo histórico defendiendo su herencia más que construyendo futuro.

En ese escenario, Axel no desapareció. No se escondió. Convocó intendentes, empezó a ordenar tropa y ya está operando con cabeza 2027.

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Eso significa dos cosas muy concretas:

  1. Entiende que la disputa con Milei es estructural y larga, no sólo emocional.
  2. Entiende que tiene que conducir, con o sin bendición explícita de Cristina.

Eso lo pone automáticamente en el casillero que importa: la jefatura opositora real.

6. El peronismo tiene que dejar de mirarse el ombligo

El peronismo no va a volver por nostalgia. Va a volver —si vuelve— porque consiga reconstruir un contrato social creíble para la mayoría trabajadora endeudada que hoy, harta de todos, le dio poder a Milei.

Para eso necesita:

  • Un adversario directo frente a Milei que no esté quemado judicialmente.
  • Un perfil que pueda hablar de tarifas, transporte, seguridad, deuda doméstica y escuela pública sin que el votante sienta que le están mintiendo otra vez.
  • Un liderazgo que pueda mirar a los intendentes del Conurbano y decir: “Orden, no caos”, y que esos intendentes escuchen.

Ese perfil hoy no es Cristina. Es Axel.

Cristina puede elegir dos roles: lastimarlo para proteger su legado o blindarlo para proteger el futuro del espacio. Si elige lo primero, el que capitaliza es Milei. Si elige lo segundo, el peronismo vuelve a tener chance competitiva nacional.

Conclusión

Axel Kicillof ya es el adversario político de Javier Milei. Milei lo necesita destruido. Cristina, con su crítica pública al desdoblamiento y su intento de trasladarle la derrota bonaerense, corre el riesgo de hacerle el trabajo sucio al libertarismo.

La Cámpora tiene que decidir si va a operar como custodio de una mística en retirada o como columna vertebral de un proyecto que pueda volver al poder. Y esa decisión pasa por una obviedad que, puertas adentro, nadie debería dudar: hoy el único dirigente peronista con proyección nacional, base territorial masiva, lectura social de la deuda y, sobre todo, sin causas de corrupción personales, se llama Axel Kicillof.

Quien no lo vea, está mirando el pasado. Y Milei, que sí lo ve, ya está trabajando sobre el futuro.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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