Kicillof perdió en el «juego de la gallina» y ahora Martín Guzmán quedó debilitado para su canje

 Kicillof perdió en el «juego de la gallina» y ahora Martín Guzmán quedó debilitado para su canje
La Provincia tuvo que pagar para evitar un default. Falló la estrategia y ahora los acreedores se relamen con lo que será la negociación a nivel nacional.

Finalmente no hubo un choque de frente. Esa es la buena noticia. La mala, que siempre la hay, es que en este desafío del «chicken game» o «juego de la gallina», el que se corrió y evitó la colisión de frente fue el Gobierno.

En este caso, Axel Kicillof fue quien tuvo que volantear después de haber partido desde una oferta sin incentivo alguno para los acreedores, hasta llegar a pagar cash todo el vencimiento debido a la intransigencia de Fidelity. Se priorizó el «mal menor».

Más allá de que caer en default por escasos u$s277 millones (entre capital e intereses) hubiera sido ridículo y mucho más costoso, haber perdido en este «chicken game» traerá sus consecuencias.

La primera, y la más importante hacia adelante, es que Martín Guzmán está próximo a comenzar la reestructuración de la deuda nacional. ¿Lo hará con mayor debilidad?

«Es la bienvenida al mercado para varios de estos (funcionarios) que pensaban que podían jugar al truco sin cartas», afirmó a este medio el gerente de un fondo internacional, sin esconder su beneplácito por el desenlace del tema de la provincia de Buenos Aires.

«El problema que tendrá Guzmán ahora es que el mercado sabe que sin reestructuración no hay crecimiento para el país, y que el Gobierno necesita un canje exitoso para tener financiamiento. Movieron antes de tiempo y les salió mal, ahora los acreedores los van a presionar más», resaltó la fuente.

El ministro de Economía se había puesto, quizás confiado en que finalmente los inversores iban a aceptar «algo en el medio» en el caso de la Provincia, al frente de la situación.

De hecho, toreó a los acreedores de la Provincia al indicar que una situación de default no le convenía a nadie y dejó entrever que de suceder eso, la Nación tendrá una oferta más agresiva.

Ahora, luego de que Kicillof tuviera que salir a anunciar el pago total del vencimiento a contrarreloj para evitar la cesación de pagos, la posición del ministro de Economía quedó debilitada.

«El mercado sabe que el Gobierno va a tener que pagar también. No cash como Kicillof, pero las condiciones ahora cambiaron. Ese fue el error de esta jugada, ahora le quita margen de negociación al gobierno federal. En el juego de la ortodoxia el mercado les lleva años luz», resaltaron desde un fondo que negociará con Guzmán, ya que tiene títulos de la deuda.

De hecho, la reacción del mercado fue exuberante. El riesgo país llegó a bajar más del 6% y los bonos en dólares de la Argentina treparon hasta 4%.

Ni hablar del Buenos Aires 2012, el título de Kicillof que se pagará: volaba 10%. Todo esto, para peor, «encarece» las reestructuraciones que presentarán Guzmán y la misma Provincia. Con precios al alza, el canje, para ser exitoso en términos de adhesión, será más caro.

En Elypsis, la consultora de Eduardo Levy Yeyati, si bien el fallido consent provincial agregó ruido innecesario a un proceso incipiente de negociación, creen que la decisión reafirma que el Gobierno (que no descartan haya incidido en la decisión final de la provincia) está convencido de la conveniencia de una reestructuración rápida que eluda el default.

«El desenlace debe ser visto como positivo para el crédito argentino, tanto por la posición fortalecida de los grandes tenedores de bonos como por la señal de que un acuerdo en el corto plazo sigue siendo un escenario factible: elevamos su probabilidad del 50% al 60%», se juega la consultora.

Guzmán, en una posición más débil

El cronograma que publicó Guzmán es ambicioso. Los plazos para negociar la oferta con los acreedores es escasa y la pulseada, que se preveía iba a ser intensa, ahora se tiñó de otro color.

¿Quién tendrá las mejores cartas? Según lo que lanzó el ministro de Economía, habrá dos semanas o tres, como máximo, para negociar. Lo que anticipaba el mercado era que el Gobierno iba a lanzar una oferta dura para «correr» a los acreedores con el escaso plazo para cerrar.

Ahora, y después de que Kicillof (con el aval del Gobierno) tuviera que dar marcha atrás con su estrategia, la balanza de poder se inclinará por los bonistas.

O sea, quienes pondrán las condiciones serán los acreedores y el Gobierno tendrá que presentar una oferta «razonable» si quiere un nivel de aceptación alto. En criollo, los acreedores ya no compran la visión de «tómalo o déjalo» que primó en un inicio.

«Esto no es un tema político, es matemático. Ellos (por Guzmán y Kicillof) cometieron el error de razonar como políticos. El ministro (de Economía) debería estar encerrado con los acreedores discutiendo la oferta en lugar de pasear por Europa», comentaba otro banquero del exterior.

El razonamiento de los fondos de inversión, «viejos lobos» de Wall Street que estarán en frente de funcionarios argentinos es el siguiente:

-Cerraron el año con los bonos argentinos cotizando a u$s44 por cada lámina de u$s100.

-Esto quiere decir que contablemente ya reconocieron las pérdidas.

-Por eso esperan que el Gobierno les ofrezca un deal que tenga un valor de entre u$s65 o u$s70 por cada u$s100.

-Si Guzmán le propusiera esa oferta, seguramente los acreedores aceptarían la reestructuración sin problemas.

-Pero después de la posición de debilidad en la que quedó el Gobierno ante lo bonistas, éstos podrían presionar para sacarle más jugo a la propuesta

«No entrando a la propuesta de Kicillof, el real money (dueños del dinero) le mandó un mensaje a Guzmán, mostrándole que la negociación va a ser mucho más dura de lo que piensan y aceptarán menos quita de la que piensan», dispara Economía & Regiones en un informe.

«La reestructuración se va a poner más áspera, se va a extender más de lo que el Gobierno piensa; y esto va a repercutir negativamente en la macroeconomía doméstica», vaticinó.

Se llegó al «mal menor», pero mal al fin. El desenlace de un choque de frente que se evitó, con la consecuencia de que ahora lo llamen «gallina».

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