Kicillof y la defensa de los derechos conquistados: el límite a los excesos del gobierno de Milei

Kicillof y la defensa de los derechos conquistados: el límite a los excesos del gobierno de Milei

¿Qué opinás sobre el adelantamiento de las elecciones al 11 de mayo en Jujuy?

Redacción Perico Noticias // En un país donde la política se ha convertido en una arena de confrontaciones constantes, el discurso del presidente Javier Milei en Davos ha provocado un nuevo punto de quiebre en la sociedad argentina. Sus declaraciones, cargadas de contenido homofóbico y antifeminista, han desatado una respuesta multitudinaria, encabezada por la comunidad LGBTIQ+ y diversos sectores progresistas. Sin embargo, lo que más resuena no es solo el rechazo de los colectivos directamente afectados, sino la actitud de un sector de la dirigencia política que comienza a tomar distancia de los excesos ideológicos del gobierno nacional. En este marco, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, emerge como uno de los pocos líderes que ha sabido interpretar la necesidad de resguardar las conquistas sociales alcanzadas en los últimos años.

Mientras Milei insiste en una guerra cultural contra lo que él denomina el “colectivismo woke”, las calles de Argentina evidencian una realidad que el presidente parece no estar dispuesto a aceptar: los derechos de las minorías ya no están en discusión, porque han sido incorporados en la idiosincrasia del pueblo argentino. La multitudinaria marcha del orgullo antifascista y antirracista dejó un mensaje claro: no hay lugar para retrocesos. La sociedad ha avanzado, y lo ha hecho con consenso.

¿Milei perdió el foco? Entre la guerra ideológica y la crisis económica

El fenómeno Milei no se explica por su postura sobre género ni por su batalla contra el progresismo. Milei fue elegido por el hartazgo de una ciudadanía hastiada de la corrupción y los fracasos económicos crónicos. La sociedad argentina no votó en masa a un líder con la expectativa de desmantelar derechos ya consolidados, sino con la esperanza de superar décadas de crisis económica y desmanejo del Estado. Sin embargo, al poner en primer plano una agenda de conflicto cultural, Milei parece estar desviando su propio mandato de gobierno.

El ajuste fiscal en marcha ha sido brutal y, aunque en términos macroeconómicos se observan algunas señales de estabilización, el ciudadano común aún no percibe alivio en su economía doméstica. En este contexto, la confrontación ideológica parece una distracción peligrosa.

El problema central radica en que estas batallas culturales podrían erosionar su propio núcleo electoral. Hasta ahora, Milei ha gozado de una base de apoyo férrea, dispuesta a soportar el ajuste en nombre de un futuro mejor. Pero cuando los sacrificios son extremos y el alivio económico sigue sin llegar, los votantes buscan razones para seguir sosteniendo el proyecto. Y aquí surge el dilema: ¿están las guerras ideológicas entre esas razones?

Axel Kicillof y la lectura de la sociedad: un contraste político

La presencia de Axel Kicillof en la marcha contra las declaraciones de Milei no es un gesto menor. En una Argentina donde la política parece desconectada de las demandas ciudadanas, el gobernador bonaerense ha comprendido que hay límites que no pueden cruzarse sin un costo social y electoral. Kicillof no representa una corriente revolucionaria, sino un sector del peronismo que ha entendido que el país ha cambiado y que ciertos derechos ya no pueden estar sujetos a discusión.

El contraste con Milei es evidente: mientras el presidente sigue librando batallas contra enemigos imaginarios, el gobernador bonaerense intenta posicionarse como un garante del respeto a la diversidad y la igualdad. Kicillof no solo defiende las conquistas del colectivo LGBTIQ+ y del feminismo, sino que también responde a una parte de la sociedad que, sin militar en estos espacios, acepta y respalda estos avances.

Milei, en cambio, parece creer que puede reescribir el contrato social a su antojo. Su discurso en Davos no solo fue un error estratégico por la reacción que generó, sino porque desconoció una transformación sociocultural que la mayoría de los argentinos ya ha incorporado.

El peligro de dinamitar las propias bases

En tiempos de crisis, la ciudadanía exige respuestas concretas a problemas urgentes. La inflación, el desempleo, la caída del consumo y la falta de inversión son los verdaderos desafíos que definen el futuro de Argentina. Sin embargo, Milei parece más interesado en profundizar una polarización innecesaria que en construir consensos para superar la crisis.

Los líderes políticos deben ser más cautos en la lectura de su propia sociedad. Un error de interpretación puede dinamitar la base de apoyo más sólida. Si la narrativa libertaria insiste en confrontar a sectores que no representan una amenaza para el desarrollo del país, la paciencia de la ciudadanía podría agotarse antes de que la recuperación económica se haga visible.

Los gobiernos exitosos no se construyen solo con medidas económicas, sino también con inteligencia política. Hasta ahora, Milei ha sido eficaz en desarmar el sistema tradicional, pero si no entiende cómo debe administrar el nuevo poder que ha construido, podría encontrarse sin respaldo antes de tiempo.

Más política y menos imposición

El presidente Milei debe entender que gobernar no es imponer, sino interpretar. No se puede gobernar de espaldas a la sociedad, ni siquiera con un mandato fuerte. La diversidad y la igualdad ya forman parte de la identidad argentina, y cualquier intento de retroceder en estos derechos no solo es injusto, sino también políticamente costoso.

Si el gobierno nacional insiste en esta guerra ideológica, lo único que logrará es darle fuerza a una oposición que, hasta hace poco, parecía desorientada. Axel Kicillof ha sabido leer este escenario y ha decidido posicionarse del lado de la historia que la mayoría ya aceptó como propia.

Milei aún está a tiempo de rectificar y enfocarse en lo que realmente importa: la reconstrucción económica del país. Si sigue el camino de la confrontación vacía, podría terminar enfrentando un desgaste prematuro, sin haber consolidado las reformas que prometió.

El presidente puede elegir entre construir un país viable o insistir en imponer un modelo que no representa a la mayoría de los argentinos. La respuesta está en sus manos. ¿Rectificará antes de que sea tarde?.

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *