La bomba de tiempo del Plan Milei: lo que dice el Financial Times y lo que no queremos ver

La bomba de tiempo del Plan Milei: lo que dice el Financial Times y lo que no queremos ver


En el mundo de las finanzas globales, las declaraciones del Financial Times no suelen ser ni ingenuas ni desinformadas. Cuando Michael Stott, su jefe para América Latina, diagnostica que el programa económico de Javier Milei está generando una «bomba de tiempo», no está hablando desde la militancia partidaria sino desde el termómetro del capital transnacional. Y lo que dice es tan claro como brutal: Argentina tiene una política económica que favorece a los bancos, empobrece a la gente y pone en riesgo la sustentabilidad estructural del país.

Un modelo que se come a sí mismo

El diagnóstico es contundente: el superávit fiscal que celebra el gobierno no es otra cosa que una ilusión generada a fuerza de licuar jubilaciones, salarios, educación, salud y servicios públicos esenciales. Mientras se ahogan hospitales como el Garrahan y universidades que sostienen el ascenso social, se multiplican los intereses que se pagan a los bancos para sostener artificialmente un tipo de cambio que no refleja la productividad nacional, sino la voluntad de Milei de demostrarle al FMI y a los mercados que «la motosierra va en serio».

Pero ¿a qué costo? El Financial Times advierte que el “peso fuerte” –es decir, una moneda sobrevaluada en términos reales– está destruyendo el tejido productivo interno: las importaciones se disparan, las pymes cierran, la industria retrocede y el desempleo crece. Es decir: Milei plancha la inflación a cambio de congelar la economía. En nombre del ajuste, el gobierno está vaciando al Estado y empujando al país hacia una recesión permanente.

¿Quién paga la fiesta del plan Milei?

Mientras los bancos reciben ingresos extraordinarios por las tasas siderales que fija el Banco Central para evitar una corrida, las provincias sufren recortes, los jubilados pierden poder adquisitivo y los sectores populares ven cómo se licúa su capacidad de sobrevivir. La paradoja es escandalosa: se niega financiamiento a hospitales infantiles, a tratamientos para discapacidad o a programas de primera infancia, pero se garantiza liquidez para que los fondos especulativos sigan apostando a la bicicleta financiera.

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Y no se trata solo de lo que dice Axel Kicillof o la oposición política. Lo afirma una fuente tan irreprochable para los ortodoxos como el Financial Times. La nota de Stott pone negro sobre blanco que el supuesto “milagro” de Milei no es tal: más de 8 millones de argentinos viajaron al exterior en los primeros cuatro meses del año gracias al dólar barato, generando un agujero en la balanza de pagos. Un éxodo de consumo externo que deja dólares afuera y vacía la economía nacional.

La crisis institucional y la política como reality show

A esta bomba económica se suma una crisis institucional que el oficialismo busca minimizar. Pero el enfrentamiento entre Milei y su vicepresidenta Victoria Villarruel, a quien acusó de traidora, es síntoma de un desgobierno sin brújula. Mientras tanto, en el Senado, se contrata personal de inteligencia para espiar posibles conspiraciones internas. ¿Qué más hace falta para hablar de una fractura institucional profunda?

La Argentina está gobernada por un presidente que insulta en redes, desprecia la mediación democrática y que, ante las preguntas racionales de los empresarios del campo sobre el destino de los dólares de las exportaciones, responde con frases crípticas sobre la escuela austríaca. ¿Cuál es el límite entre el dogma ideológico y el delirio político?

Una economía sin horizonte

El relato del gobierno se apoya en una meta: terminar con la inflación. Pero los instrumentos que utiliza –ajuste brutal, endeudamiento con el sistema financiero, abandono del rol del Estado– están dinamitando las condiciones de reproducción económica y social. Nadie invierte, nadie produce, nadie apuesta a largo plazo en una Argentina convertida en un laboratorio de experimentos neoliberales extremos.

Ni siquiera los sectores beneficiados por este modelo –la minería, la energía, la especulación financiera– creen en la sustentabilidad de la receta. Saben que lo que no se invierte hoy será destrucción mañana. Saben que un país sin sistema científico, sin educación pública, sin salud, sin jubilaciones ni obra pública, es un país sin base ni destino.

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La transformación pendiente: una patria para vivir

Argentina no necesita más ajustes, necesita un nuevo contrato social. Uno donde los bancos no gobiernen y la palabra “superávit” no sea sinónimo de “abandono”. Necesita volver a imaginar un Estado activo, productivo y presente. No como un gasto, sino como una inversión estratégica. Lo que está en juego no es solo la economía: es la idea misma de una patria digna para sus hijos.

El Financial Times lo advirtió. El pueblo argentino ya lo siente en la piel.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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