¿La Casa Blanca puede tirarle un salvavidas a Milei? El final del ilusionista que prometió no pedir nunca más plata

¿La Casa Blanca puede tirarle un salvavidas a Milei? El final del ilusionista que prometió no pedir nunca más plata

El presidente Javier Milei se exhibió —una vez más— como lo que en el fondo siempre fue: un ilusionista que vendió autosuficiencia mientras preparaba la gorra. En estos días, los portales oficialistas celebran con entusiasmo una posible “línea de ayuda financiera directa” desde Estados Unidos. La noticia, publicada por Derecha Diario, refiere a una supuesta iniciativa del equipo de Donald Trump (hoy aún sin poder formal) para gestionar asistencia para Argentina con aval de la Casa Blanca. ¿Estamos frente a un gesto geopolítico real o apenas a la antesala de una rendición política? ¿Puede el sueño libertario sostenerse si necesita la plata de otros?

El libertarismo en Argentina se erigió sobre una promesa brutal y atractiva: no más deuda, no más FMI, no más dádivas. “¡No pedimos más plata! ¡No vamos a emitir! ¡No vamos a endeudar al país!” gritaba Milei desde los escenarios como un rockstar antisistema. Hoy, apenas cuatro meses después de asumir, la crudeza de la realidad lo obligó a mostrar que sin dólares, no hay magia.

La verdad es que el gobierno libertario nunca logró crecimiento sin dinero. La motosierra no generó inversión, la licuadora no disparó exportaciones, y el ajuste fiscal solo logró paralizar buena parte de la economía. Sin capacidad de reactivar ni de generar empleo, la “épica del déficit cero” quedó reducida a un recorte seco del gasto público con efectos sociales dramáticos. La idea de que “el mercado lo resuelve todo” se derrumbó ante la falta de confianza, consumo, crédito y condiciones mínimas para producir.

En ese contexto, la aparición del rumor de un respaldo directo de Washington suena más a pedido desesperado que a jugada estratégica. Aunque el artículo menciona la mediación de Donald Trump (aún sin poder institucional), lo que queda claro es que el presidente argentino está esperando que alguien lo rescate. Desde el FMI hasta la Reserva Federal, pasando por bancos internacionales y fondos privados, todos saben que Milei no puede sostener este modelo sin un ingreso urgente de dólares frescos.

La gran pregunta es: ¿está dispuesta la Casa Blanca a prestarle su salvavidas a un experimento extremista que ya genera ruido hasta dentro del propio sistema financiero global? La gestión de Joe Biden —aunque en tensión con Milei— no puede darse el lujo de un colapso argentino, pero tampoco puede asumir el costo político de bendecir abiertamente a un presidente que desprecia las estructuras multilaterales, los organismos internacionales y hasta el Papa.

¿Y Trump? Si bien el expresidente republicano se muestra afín a Milei y su retórica, su situación política en Estados Unidos es incierta. Hablar de respaldo financiero mientras no tiene poder real es, por lo menos, prematuro.

Pero la escena es reveladora: Milei, el “anarcocapitalista”, terminó pidiendo ayuda al Estado más poderoso del mundo. Ese que juraba odiar. La ironía es grotesca. La fantasía de autosuficiencia murió rápido, y el gobierno que vino a eliminar al Estado ahora depende de la diplomacia internacional para subsistir.

Los sectores populares, mientras tanto, no reciben ayuda directa, no tienen alivio fiscal, no ven crecer su poder adquisitivo. La recesión se profundiza, la inflación no cede y la “esperanza” se transforma lentamente en resignación. El relato de la casta se diluye cuando el hambre golpea la puerta, y el pueblo ya no tiene paciencia para esperar el rebote milagroso que nunca llega.

¿Estamos ante el final del ilusionista? Si el salvavidas no aparece, el show podría terminar antes de lo pensado. Y si aparece, no será por mérito propio, sino por la misma lógica que Milei prometió destruir: la dependencia externa.


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