La derrota que implosiona a Milei y arrastra a la economía al abismo

La derrota que implosiona a Milei y arrastra a la economía al abismo

La jornada electoral en Buenos Aires marcó un antes y un después en la historia reciente de la Argentina. Javier Milei no sufrió solo una derrota: padeció una implosión política y económica que lo dejó sin margen de maniobra, confirmando que su proyecto libertario se quebró bajo el peso de su propia contradicción.

Las urnas hablaron con contundencia. Donde el oficialismo libertario podía perder por poco, fue derrotado por paliza. Donde esperaba triunfar, apenas sobrevivió. El pueblo castigó la motosierra, los insultos permanentes, la corrupción estructurada desde la Casa Rosada como sistema de recaudación, y una economía diseñada para servir a la patria financiera.

Los mercados no esperaron a la digestión política: el peso se hundió a 1430 por dólar, los bonos argentinos cayeron hasta 15% en operaciones nocturnas y la Bolsa se desplomó en un déjà vu de jornadas negras como el 12 de agosto de 2019. La magnitud del derrumbe económico no es un “ruido” pasajero, es la confirmación de un modelo inviable.

En el plano político, Milei ratificó el mismo rumbo que lo llevó a la catástrofe. No hubo autocrítica, no hubo rectificación, apenas la confirmación de que la motosierra seguirá encendida aunque el país ya no tolere ni una chispa más. Con ello, firmó su propio certificado de pato rengo antes de tiempo, condenado a arrastrar una gestión en caída libre.

El costo más inmediato será la cabeza de Luis “Toto” Caputo, arquitecto de un esquema de deuda, tasas y tipo de cambio intervenido que fracasó rotundamente. Se sostiene apenas por los negocios de las mesas de dinero, pero su renuncia es cuestión de tiempo. Con él caerán también Bausili y toda la ingeniería financiera que pretendía sostener a Milei con alambre.

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Hoy se confirma lo que muchos advertían: la motosierra no construye futuro, lo destruye. La sociedad votó contra la crueldad política, contra la corrupción explícita y contra la mentira estadística. El libertarismo, que alguna vez se presentó como novedad, quedó desnudo como un proyecto de miseria planificada.

La caída de Milei es irreversible. La de Caputo, inminente. La de la economía, en curso. Queda por delante un país que deberá reconstruirse sobre las ruinas de un experimento que confundió libertad con anarquía, mercado con bicicleta financiera, y política con violencia.

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