Redacción Perico Noticias // En Jujuy, la política parece un teatro de sombras donde los actores están desconectados de las exigencias del público. Los conductores de los distintos espacios no leen ni interpretan las demandas de una sociedad agotada, cansada de soportar el peso de la burocracia, la inoperancia y los tibios eslóganes que apenas disimulan el vacío de acciones concretas. El lema “Con la gente” se ha convertido en un cascarón hueco que no resuena con la realidad de una ciudadanía que siente que nadie la representa. Hoy, en esta provincia, todo el arco político está devaluado.
Es imposible no prever un triunfo holgado de La Libertad Avanza (LLA) en Jujuy, pero no por mérito alguno de los referentes locales. Los actores políticos libertarios no aportan soluciones ni esperanza; ellos también han sido absorbidos por la categoría de «la casta», como indican los sondeos. Sin embargo, el fenómeno Milei, con su discurso incendiario que vomita contra el sistema político, conecta con un amplio sector de jujeños que aborrecen los comportamientos atávicos de la clase dirigente. En su desesperada búsqueda por sacudir un sistema que sienten como corrupto, muchos encuentran en Milei un espejo de su indignación y un grito de ruptura ante un Estado que, en sus palabras, debería «quebrarse desde adentro».
La clase política local, descarada en su ostentación de privilegios, ha llegado al extremo de otorgarse aumentos salariales como si el descontento popular no existiera. Creen estar a salvo porque controlan las reglas del juego democrático, pero su desconexión con la realidad los ha dejado anquilosados en la comodidad del poder. Mientras tanto, las redes sociales han sustituido a los medios tradicionales como el espacio donde los jujeños expresan su descontento o buscan refugio frente al hartazgo que les provoca «los políticos de siempre». Los medios, que antaño concentraban el discurso único, ahora se ven arrastrados por la misma ola de desprecio que recorre el electorado. Incluso las demandas de adelantamiento de elecciones se han diluido, porque la ciudadanía parece haber decidido que el verdadero juicio se dará en las urnas.
La ausencia de propuestas disruptivas y acciones concretas pone de manifiesto la agonía de un sistema político que no logra renovarse. ¿Estamos frente a un ocaso prematuro? Los sondeos parecen indicar que sí. Si algo diferente, empático, transversal, innovador y transparente llegara a surgir, un segmento de los jujeños lo apoyaría. Pero ese espacio aún no ha emergido. Sin embargo, vivimos en tiempos donde las plataformas digitales tienen el poder de transformar a un desconocido en una figura política en cuestión de días. ¿Será el «cisne negro» capaz de aparecer antes de que suene el escarmiento final?
El tablero político no se potencia: está implosionando. Y cuando el electorado jujeño hable, lo hará con la contundencia de quienes ya no están dispuestos a tolerar más abusos.