La guerra en Europa y el reacomodamiento en América Latina: la caída de Milei y el ascenso del peronismo

La guerra en Europa y el reacomodamiento en América Latina: la caída de Milei y el ascenso del peronismo

La guerra entre Rusia y Ucrania, lejos de limitarse al territorio europeo, se ha convertido en un verdadero parteaguas global. Europa, atrapada entre la crisis de su modelo de bienestar y la presión de la OTAN, multiplica los discursos de confrontación, pero carece de un horizonte estratégico claro. La sospecha de ataques de falsa bandera en Polonia y la narrativa bélica de Bruselas revelan más una crisis de legitimidad que un camino sólido hacia la paz. Mientras tanto, Rusia avanza con un desgaste que parece irreversible para Kiev, y Estados Unidos, bajo Donald Trump, no está dispuesto a cargar con una guerra europea.

En este marco, América Latina recibe los coletazos del conflicto. La economía regional, dependiente de las exportaciones agrícolas y energéticas, sufre las turbulencias de los mercados globales y el aumento de los costos de vida. Pero lo más decisivo no está en la economía sino en la política. Argentina, bajo la gestión de Javier Milei, ha quedado atrapada en la fragilidad de un experimento libertario que se quiebra ante la realidad: la sociedad no quiere ser laboratorio de ajustes eternos mientras el mundo discute seguridad y soberanía. Milei, que se abrazó a un alineamiento automático con Estados Unidos e Israel, paga hoy la factura de un modelo desconectado de las demandas humanas más básicas.

La contracara es el peronismo, que en medio del caos global resurge como expresión de racionalidad, empatía y humanidad. Lo que en Europa se reclama como valores perdidos —la justicia social, la solidaridad, la protección de los vulnerables— en Argentina se vuelve bandera concreta. Axel Kicillof, fortalecido en Buenos Aires, y los gobernadores que empujan un camino de unidad, aparecen como referentes de un modelo que se distancia del dogma y propone pragmatismo con sensibilidad. No se trata ya del kirchnerismo ni de etiquetas pasadas: es un peronismo resignificado, que dialoga con el siglo XXI, pero que se sostiene en el viejo contrato social argentino: trabajo, educación pública y movilidad ascendente.

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El derrumbe de Milei, acelerado por la crisis internacional y por el descrédito de sus operadores, abre un cambio de ciclo político. En América Latina, donde los pueblos buscan gobiernos que les aseguren dignidad frente a la incertidumbre global, la caída del libertarismo argentino será leída como una advertencia: los experimentos que niegan la empatía y celebran la crueldad no tienen futuro. En la Argentina, la consecuencia es clara: cambian las banderas. La sociedad, cansada de la motosierra y la especulación, se vuelve a abrazar al peronismo, que con todos sus matices, sigue siendo el único movimiento capaz de convertir la crisis en esperanza.

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