La guerra en Ucrania desata una batalla por nuevas despensas globales y provisión de fertilizantes

 La guerra en Ucrania desata una batalla por nuevas despensas globales y provisión de fertilizantes

El verdadero problema no es la escasez de grano, sino de fertilizantes para producir grano. La invasión rusa en Ucrania altera la oferta mundial de nitrogenados.

Por ALEXIA COLUMBA JEREZ // Con el conflicto de Ucrania están quedando al descubierto las raíces más profundas de la globalización, y con ello la manera en que puede ser usada como un arma de guerra muy persuasiva. En esa retícula de intereses se suma una crisis energética rampante, una epidemia no superada, la falta de grano y de fertilizantes, la interrupción de los circuitos logísticos y un problema climático severo con inundaciones y sequías en incremento. Todos ellos como un efecto dominó ponen en riesgo la seguridad alimentaria y arrasan con el status quo conocido, porque como establece José Matos, analista de Descifrando la Guerra en sus escritos, “definitivamente, la mundialización de la guerra se hará a través de los sistemas agrícolas y alimentarios, y el poder alimentario, que es la capacidad que los países tienen de ganar influencia a través de los alimentos, será determinante y cambiante en los próximos años”.

Por eso, apunta que “cada país, tanto exportadores como netamente importadores de alimentos, se buscan, literalmente, la vida. Los habrá que implementarán políticas para volverse autosuficientes a largo plazo. Y otros, establecerán alianzas comerciales heterodoxas, con compañeros improbables”. Los rendimientos de Ucrania como granero del mundo serán suplidos por otros que buscan afianzar su producción como despensa global. Al fin y al cabo, está en juego un mercado del grano valorado, según Bloomberg, en unos 120.000 millones de dólares. Y se plantean preguntas como cuánta presión soportarán los países occidentales frente a una crisis múltiple. Asimismo, la OTAN ya empieza a hablar de la ‘solución Carelia’ para Ucrania, ceder territorio a cambio de la paz.

Ucrania y Rusia suman un tercio de las ventas mundiales de trigo, el 55% del aceite de girasol y el 17% del maíz y la cebada. En conjunto, habrían exportado 16 y 14 millones de toneladas de maíz y trigo, respectivamente, solo este año, en cifras de la FAO. Queda abierta la cuestión de si Ucrania resurgirá de sus cenizas. Los campesinos trabajan la tierra con chalecos antibalas, la maquinaria agrícola está inutilizada, los repuestos son inaccesibles y hay un encarecimiento de los combustibles que dificultan sacar rendimiento de la tierra.

José María García Álvarez-Coque, catedrático de economía de la Universitat Politécnica de Valencia, detalla que la cuestión no solo depende de en qué manos acabe este territorio, también de la capacidad de exportar. En ese sentido, Martín Varsavsky, profesor de emprendimiento en la Universidad de Columbia, apostilla que “el mar Negro está bloqueado para las exportaciones con Ucrania. Una de cada ocho calorías que se consumen en todo el mundo salen por el mar Negro. Es decir, es un cuello de botella enorme”.

Matos opina que no es que no haya suficiente cantidad de cereales para alimentar a las personas. Lo que hay es un problema de distribución y accesibilidad. Y señala que en ese contexto, el caso de Rusia es ejemplar en cuanto al impacto que las sanciones económicas -que vienen siendo aplicadas desde 2014- tuvieron en su sistema alimentario: “Rusia se ha vuelto más autosuficiente. Según un informe del USDA del año 2020, las sanciones económicas estimularon la producción nacional y redujeron la dependencia de la importación de alimentos”.

Se dibuja a Siberia como una futura despensa del mundo. Esto es lo que revela el informe Demeter. Rusia tendría entonces un peso geoestratégico aún mayor. “Ver a Siberia convertida en uno de los graneros del mundo no es una utopía”, afirman los autores del informe. En los próximos 60 años, y si bien tendrán que enfrentarse a problemas climatológicos, el aumento de las temperaturas duplicará la superficie cultivable de Rusia, de 220 a 420 millones de hectáreas, y su producción cerealista pasaría de 150 millones de toneladas de grano al año a 1000 millones en 2080.

El verdadero problema no es la escasez de grano, sino de fertilizantes para producir grano. Y Rusia controla buena parte de la oferta de fertilizante mineral. “Es un problema geopolítico”, afirma José María García de la UPV. Su importancia se evidencia en las palabras del investigador canadiense Vaclav Smil: “Dos quintas partes de la humanidad están vivas gracias a los fertilizantes nitrogenados. Los fertilizantes químicos (nitrógeno, fósforo y potasio) triplicaron la producción mundial de cereales y eso se tradujo en el mayor crecimiento de la población humana que jamás haya visto el planeta”. Ahora el mercado se tambalea por las sanciones occidentales y las restricciones de Rusia a su exportación

En 2021, Moscú se situó como el principal exportador mundial de fertilizantes nitrogenados y el segundo proveedor de fertilizantes potásicos y fosforados, según la FAO. Y en lo que va del año los precios de los fertilizantes se incrementaron un 40%. El problema es que este aumento se suma a una subida del 100% de los en 2021. A ello se une el cierre del mercado bielorruso, que exporta el 40% del potasio. EE.UU. y los bancos mundiales han reaccionado para evitar las revueltas alimentarias de 2008. Mientras, el esfuerzo de los campesinos por dar con soluciones ha provocado una carrera por el estiércol. Además, hay una industria que está produciendo nuevos productos de fertilización, más naturales o de economía circular que no dejan residuos, y Europa Occidental y Estados Unidos están avanzando en ese campo. La cuestión encierra una bomba de relojería latente.

Además, se pone sobre la mesa cuáles son las alternativas actuales para el mercado. La búsqueda de candidatos ha colocado al Cono Sur en una buena posición de salida, concretamente a países como Brasil, Argentina o Paraguay. Suramérica responde por el 13 % de la producción agrícola global, el 16 % de las exportaciones del sector y atesora el 23% de las tierras cultivables disponibles del planeta, indica José Perdomo, presidente ejecutivo de CropLife Latin America.

Perdomo lleva defendiendo desde 2019 que “la apuesta en tecnología consolidará a Suramérica como el granero del mundo”. Ha destacado el uso de la nanotecnología para mejorar la eficacia de plaguicidas o la aplicación de la tecnología Crispr, que permite una edición genética que ya ha mejorado la resistencia del grano a ciertas bacterias. En Brasil, la superficie de trigo sembrada aumentará un mínimo de 3% y hasta 11%, señaló Embrapa Trigo, el mayor instituto mundial de investigación biotecnológica tropical. Y en lo que va de año ha exportado más trigo que en todo 2021.

Alexia Columba Jerez es titulada en filosofía y periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, Máster de Periodismo y Comunicación Digital ABC-UCM.

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