La hora del fuego: gobernadores, Milei y la Argentina en el abismo del nuevo pacto social

La hora del fuego: gobernadores, Milei y la Argentina en el abismo del nuevo pacto social

Por Jorge A. Lindon

En las entrañas mismas del Estado argentino, se libra hoy una batalla silenciosa pero feroz. No se trata solo de disputas presupuestarias, ni de la letra chica de una ley. Lo que está en juego es la arquitectura de poder de una nación que, desgarrada por sus fracturas históricas, vuelve a tensionarse hasta los huesos. Los gobernadores —desde radicales como Pullaro y Cornejo, hasta justicialistas como Ziliotto— se alinean con el peronismo y hasta con referentes del PRO en un bloque de resistencia que busca frenar el ajuste quirúrgico y sin anestesia que el presidente Javier Milei despliega sobre las provincias. El escenario no puede ser más dramático.

Desde la Casa Rosada, el mensaje es nítido y sin filtros: “No hay más plata”. Según Milei, los gobernadores deben aprender a gobernar sin el respirador artificial del Estado nacional. La coparticipación, dice, es un esquema «injusto» que premia ineficiencias y sustenta «estructuras parasitarias». La consigna libertaria es brutal: recorten ustedes, hagan el trabajo sucio, paguen el precio político… o mueran administrativamente. ¿Justicia distributiva o cinismo financiero?

Los gobernadores, muchos de ellos aliados circunstanciales en la primera fase del gobierno mileísta, ahora se ven mutilados por un sistema que los desfinancia sin ofrecer alternativas. Lejos de la retórica federalista que promete “libertad”, el modelo avanza con motosierra sobre salarios, obra pública, cajas jubilatorias y transferencias no automáticas. Se habla de autonomía pero se ejecuta la amputación sistemática del interior profundo.

El contraataque ya se cocina en el Congreso. Una alianza transversal entre mandatarios provinciales y legisladores del PJ, UCR, el PRO disidente y figuras como Martín Lousteau y José Mayans trabaja en un paquete de leyes que busca ponerle un freno legal al desguace. No se trata solo de recuperar los ATN —fondos de asistencia del Tesoro— sino de reinstalar la idea de pacto entre Nación y provincias que el experimento libertario dinamita con cada decreto.

Pero el Gobierno también juega su carta maestra: octubre. La hipótesis que se perfila en Balcarce 50 es una sola: si La Libertad Avanza logra una victoria electoral nacional, se alterará el equilibrio de poder parlamentario de forma irreversible. Con más senadores y diputados propios, Milei podría licuar por completo la capacidad de presión de los gobernadores, consolidando un hiperpresidencialismo ideológico sin contrapesos reales. La ley será lo que el Ejecutivo diga que es. Y entonces vendrá la verdadera reforma estructural, la verdadera motosierra.

  "Argentina en rojo: ¿estamos quebrando en dólares y nadie lo dice?"

El problema —profundo, existencial— es que el modelo libertario no se alimenta de votos, sino de consumo. Y sin poder adquisitivo, sin clase media, sin mercados internos vivos, lo que queda es una utopía anoréxica sostenida a fuerza de épica tuitera. ¿Puede el pueblo argentino soportar una liberalización sin salarios, sin crédito, sin jubilaciones dignas, sin federalismo fiscal? ¿Puede una democracia sobrevivir si el contrato social se convierte en papel quemado?

Lo que sucede hoy es apenas el prólogo de lo que vendrá. La batalla ya comenzó. Y se está librando ahora, en los pasillos del Congreso, en las legislaturas, en las calles de las provincias que sangran por dentro mientras la Nación las ignora. La historia juzgará si esto fue una refundación necesaria o un experimento despiadado.

Pero lo que no puede seguir ocultándose es la verdad del momento: Argentina no está debatiendo un presupuesto, está decidiendo qué país quiere ser. Y la decisión, como siempre, será entre el poder centralizado o la república federal. Entre la motosierra o el consenso. Entre Milei y los pueblos.

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