Dependencias educativas trabajan en la lucha contra el dengue
«La industria creció pero sin desarrollo»
«Argentina en la posconvertibilidad: ¿desarrollo o crecimiento industrial? Estudios de economía política». Es el título de un libro que, entre otros autores, los tiene a los investigadores Martín Schorr y Esteban Ferreira, y que fue presentado en la Universidad Nacional del Litoral con el objetivo de instar al debate sobre el modelo de desarrollo. El primero además es el compilador general del trabajo.
«Se creció pero no se desarrolló, es la lamentable conclusión» sintetizan casi a coro, después de una larga charla con El Litoral, previa a la exposición. Sociólogo volcado al campo de la economía, Schorr no duda en afirmar que «el crecimiento marca una contraposición con respecto a los 90, pero hay también elementos de continuidad. La fase de crecimiento no fue de desarrollo. El modelo de acumulación industrial de los 90 no sólo continuó, sino que se profundizó a pesar de ese crecimiento».
A ambos les preocupa la falta de debate tanto con los sectores gubernamentales, los cercanos al gobierno y también los opositores. «El libro busca generar una discusión alrededor de la pregunta ¿crecimiento o desarrollo? Tratamos de discutir puntualmente con aquellos sectores que están cercanos al sector oficial y no sólo sectores políticos, sino también académicos que hablan del ciclo de la reindustrialización o de que la Argentina estaría encaminada en un proceso de desarrollo industrial. No negamos el crecimiento y la generación de empleo, pero también vemos que hubo muy poca política industrial y el corazón del fomento industrial estuvo focalizado en sostener determinados equilibrios macroeconómicos, lo que generó que muchos de los legados críticos de los 90 -etapa donde la economía argentina se reestructuró muy regresivamente-, en esta última década se han consolidado» afirmó Schorr.
En el resumen del libro, Schorr marca tres cuestiones centrales. «La primera es el tipo de perfil productivo o la forma en que se estructura la producción industrial en la Argentina. Una foto de hoy es una foto más consolidada de la última de la convertibilidad, o sea, un proceso de consolidación alrededor de dos tipos de sectores: uno muy ligado al procesamiento de recursos naturales (materias primas, alimentarias, complejo siderúrgico) y dos sectores ‘estrellas’, que trató de promover siempre el gobierno: automotor y electrónico, en Tierra del Fuego. El rasgo común es que crecen desde lo productivo, pero metiendo complicaciones tremendas en la balanza comercial, porque son enclaves ensambladores. El segundo elemento es que la industria creció pero como no hubo política industrial, sobre todo en materia de sustitución de importaciones, es una industria que genera un déficit comercial muy grande. El tercer elemento es que crecer sin desarrollarnos profundiza niveles considerables de dos tendencias típicas de los 90: concentración y extranjerización. En la actualidad, el 70% del poder económico industrial está controlado por el capital extranjero cuando era el 55% en la salida de la convertibilidad».
Las razones del capital foráneo
El trabajo también analiza los motivos sobre la extranjerización. Schorr puntualizó que «sigue vigente la ley de inversiones extranjeras de la dictadura, pero más importante es que la Argentina tiene vigentes 55 de los 58 tratados bilaterales de inversión firmados durante el menemismo. Esto es un problema serio». Estas decisiones explican cómo terminan en el Ciadi las controversias con empresas de capital extranjero.
Esteban Ferreyra, licenciado en Economía y con un master en la Universidad de Londres, hace notar que la extranjerización de empresas argentinas se profundizó a partir de 2002, con el ingreso de capitales brasileños en industria frigorífica, textil, cementera, curtiembres. Enseguida Schorr señala la lógica del capital nacional más concentrado. «Crece mucho, gana mucho, pero esa ganancia no se traduce en un proceso de reinversión básicamente, porque ya controlan la estructura productiva y no hay mayores esfuerzos. ¿Cómo sostienen o profundizan su poder de mercado si no invierten?, vía el proceso de formación de precios e inflación. ¿Dónde va la plata? Una parte importante se va por la vía de remisión de utilidad, fuga de capitales. El libro plantea cómo los problemas industriales empiezan a tener repercusiones muy complicadas en materia macroeconómica, porque estamos hablando de una estrategia que se traduce en inflación, en presión fuerte sobre balanza de pagos».
Schorr también marcó el proceso de sustitución inversa que vive la economía argentina. «La sustitución virtuosa sería que con una política de estímulo determinada, la producción nacional sustituya importaciones. En muchos sectores como el automotor, bienes de capital -por acción u omisión- terminan estimulando procesos de sustitución inversa, o sea que las importaciones vienen a reemplazar la producción nacional».
Ferreyra acota que «la promoción de inversiones transnacionales viene de la mano de alguna resolución o decreto que a esa empresa en particular la reducen a cero los aranceles de los bienes que van a usar en ese proceso de inversión y gran parte de esas maquinarias que importan se fabrican en el país. El proceso de sustitución de importaciones que en los primeros años se fue dando por un tipo de cambio alto, ciertas condiciones macroeconómicas muy favorables, con el paso del tiempo se fue perdiendo. En un capítulo señalamos que con el paso del tiempo en lugar de haber más sectores en condiciones competitivas de sustituir importaciones, cada vez hay menos. Aparece muy acotado el proceso de industrialización».
El cuadro de situación
Schorr y Ferreira presentan una fotografía del sector industrial y se atreven a plantear algunas líneas de trabajo.
Dice el primero: «Tratamos de mostrar qué es el capital nacional porque es un conglomerado heterogéneo. Hay tres grandes grupos: los tradicionales (Techint, Arcor, Aceitera General Deheza, Aluar) que son la rueda de auxilio del capital trasnacional; son sectores que plantean una inserción industrial e internacional de la Argentina que no difiere del planteo del capital transnacional. No serían aliados de un planteo de desarrollo industrial. Un segundo sector de capitalistas nacionales son burgueses oportunistas que han crecido en los años del kirchnerismo en juegos, obra pública, medios de comunicación, en sectores no industriales a resguardo de la competencia del capital trasnacional. Si los ponés a competir, los pasan por arriba. Queda el gran conglomerado de micros y pequeños productores desparramados por todos los sectores donde hay muchísimo para trabajar pero eso presupone redefinir los instrumentos con los cuales hoy el Estado promueve la cuestión productiva. El sistema financiero funciona potenciando la concentración, la extranjerización. La mayoría de los instrumentos de producción industrial o promoción sectorial son tan poco consistentes con la realidad concreta de los productores que sólo son o terminan siendo trajes a medida del poder económico».
Ferreira hace notar que «los productores pequeños son básicamente de bienes finales. En estos años no han revertido un perfil productivo más orientado a bienes intermedios que siempre ha fabricado la Argentina. Esto implicaría un cambio en la estrategia del tipo de sector industrial que se quiere».
Otro dato no menor son los instrumentos de políticas que tiene el Estado para el sector. Dice Schorr «en todas las regiones del país sobran proyectos de desarrollo productivo muy anclados en lo local, vinculados al efecto derrame de que el valor agregado queda en la localidad y potencia las cosas. El problema es que los instrumentos vigentes y que en su mayoría son de los ‘90, no sirven. Se deben comenzar a discutir las características de los instrumentos de estímulo».
Ferreira aconsejó apuntar a bienes de capital. «Argentina tiene enorme potencial en desarrollo de centrales hidroeléctricas, generación eólica, industria ferroviaria. Ahora el gobierno optó por trabajar con tecnología importada. Estos sectores existen, tienen un potencial importante pero quedan abortados por decisiones más macro»./El Litoral de Santa Fe