Mario Fiad: «La lucha contra la impunidad, otra expresión vacía»

 Mario Fiad: «La lucha contra la impunidad, otra expresión vacía»

LA LUCHA CONTRA LA IMPUNIDAD: DISCURSO vs. REALIDAD

Por Mario Fiad, diputado nacional por la provincia de Jujuy

Lamentablemente, nuestra provincia, debilitada en su autonomía por la irresponsable inercia de un gobierno anquilosado, se constituye en el eco lastimoso de las prácticas políticas que tanto mal le están haciendo a la Nación.

El caso Nisman, y la pesada y toxica nube de impunidad que lo rodea, fue ninguneado por el Gobierno Nacional en su discurso, buscando poner foco en un montón de detalles secundarios, y perdiendo de vista lo que desde el principio debió ser su objetivo y responsabilidad principal, encontrar la verdad.

De igual manera el gobierno provincial reprodujo la posición oficial, circunstancia que no sorprende, atento a que en ese espacio político, no solo el disenso, sino hasta la creatividad parecen haber sido sepultadas hace tiempo.

En la Nación, el Gobierno promueve y cobija a los violentos útiles que se transforman en el brazo ejecutor de las acciones impopulares pero a su criterio necesarias para disciplinar las voces que desentonen o a quienes piensan diferente.  D´elía, Esteche,  Larroque, por citar algunos.

En Jujuy, el gobernador cubre a sectores como el que lidera Milagro Sala y les garantiza impunidad, avalando o legitimando no solo las acciones violentas, sino también y lo que es peor, la dependencia y el sometimiento de los más vulnerables.

Frente a múltiples denuncias, procesamientos y elevaciones a juicios de Milagro Sala y miembros de su organización, por casos como la muerte de «Pato» Condorí, los hechos de Mariano Moreno y el ataque a la sede de Ciencias Económicas, entre otros, el Gobierno Provincial ha mantenido una actitud de protección hacia Sala, alimentando sus prácticas violentas.

Milagro Sala es una aliada política de D´elía,  Esteche y Larroque quienes han estado en Jujuy acompañándola en actos políticos y solidarizándose con ella. Todos comparten el mismo ADN que los convierte en socios y aliados estratégicos.

Son justamente estos grupos los que, de manera genuflexa e incondicional, han desnaturalizado sus luchas sociales, desprotegiendo a sus supuestos seguidores y transformándose solo en aduladores del gobierno y prestos a mostrar su adhesión operando en contra de los adversarios.

En ese contexto, ejecutan campañas difamatorias contra los espacios políticos de la oposición, pretendiendo de esta manera, con la violencia y la mentira, lograr lo que de otra manera no pueden.

Se van a ir. El oficialismo está en dolorosa retirada y en Jujuy Fellner no quiere ser el “mariscal de la derrota”, de la segura derrota que lo aguarda y por eso intenta correrse de una eventual candidatura. Mientras tanto, y perdido por perdido, malgasta su tiempo en poner la cara como presidente del Consejo Nacional del PJ, en una actitud de notoria incomodidad pero de extrema necesidad, funcionalidad y sometimiento a su jefa política y en atacar de manera infundada a otros partidos políticos.

Que patético y vergonzoso legado nos deja la “década ganada”. Tanto a nivel nacional como provincial, la institucionalidad, los derechos y libertades, la igualdad ante la ley,  los valores republicanos y la misma democracia, han recibido heridas letales, que llevará tiempo curar.

Los niveles de corrupción, las grandes dudas que todos compartimos sobre temas dolorosos, entre ellos el caso AMIA y todo lo que hay a su alrededor, la falta de verdad, la falta de justicia y la absoluta falta de transparencia en la gestión, son algunos de los grandes desafíos que el próximo gobierno deberá asumir, y para lo cual necesitará refundar las bases de un compromiso verdaderamente democrático con los valores de la República, con la verdad y la justicia.

La impunidad, la violencia y la injusticia, la muerte dudosa de un fiscal de la Nación que investiga al gobierno, el temor y la sensación de desamparo e inseguridad que invadió a toda la ciudadanía, nos han hecho llegar  a un punto en el que con intensidad lacerante vibramos con una convicción compartida: tenemos que cambiar esta realidad y hacia ese cambio nos encaminamos con firme determinación.

 

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