Jujuy entra en una zona sísmica. La asunción del liberal Rodrigo Paz Pereira en Bolivia, públicamente alineado con la agenda mileísta, sincroniza relojes a ambos lados de la frontera. Ese vector externo se acopla al 37% que sacó el oficialismo libertario en suelo jujeño y, juntos, empujan a La Libertad Avanza (LLA) a la pole position de 2027.
La clave es la capilaridad de frontera. Familias binacionales, comercio cotidiano, tránsito laboral, redes de transporte informal y formal, iglesias, ferias y clubes: todo ese entramado social funciona como cableado político. Cuando en La Paz se enciende el switch liberal, la señal baja en tiempo real por WhatsApp, radios AM/FM, grupos de mercado y remesas familiares. No es teoría: es sociología aplicada a 4.000 metros de altura en corrientes inversas hasta la profundidad de los valles jujeños.
Ese “efecto trasfrontera” se potencia con un bombardeo mediático centralista —multimedios de color violeta— que homologa marcos narrativos: anticasta, motosierra, orden fiscal y desregulación como sinónimo de futuro. El resultado es un clima de época que, aun en recesión, instala que “el cambio posible” viene por derecha. La geopolítica hace el resto.
Pero no hay cheques en blanco. Desde el 10 de diciembre, LLA pisa el territorio con bancas municipales y provinciales. Si el “anticasta” deviene casting de amigos, si no hay delivery de empleo digno, seguridad y distribución inteligente del esfuerzo, el voto préstamo se desactiva. En Jujuy, el voto es impaciente: premia hechos, castiga discursos clonados.
La UCR, tras una década de administración, quedó sin narrativa de futuro. Gestionar planillas sin cambiar la vida cotidiana ya no alcanza. Si no recompone liderazgo, equipos y oferta productiva, el desenlace de 2027 luce cantado. El sistema jujeño quiere hundir lo viejo: el desgaste es estructural.
En la vereda opuesta, el peronismo tiene oportunidad y deuda. La consigna “combatiendo al capital” gana legitimidad sólo si vuelve a ser mayoría social organizada detrás de un programa técnico: producción, empleo, ingresos y movilidad ascendente. Sin calle, sin cuadros y sin plan, la épica no paga el súper ni la boleta de luz, ni genera esperanza.
La convergencia “Primero Jujuy Avanza” + “Fuerza Patria” puede ser el pivote competitivo, pero debe decantar identidad: menos nostalgia, más tablero de control. Cinco anclas inmediatas: 1) plan anti-deuda de hogares; 2) shock de empleabilidad (oficios 4.0 + certificación de competencias); 3) alivio tributario por formalización real; 4) logística bioceánica para exportar bienes y servicios a Bolivia, Brasil, Chile y Asia; 5) acuerdo de precios esenciales con cooperativas y cadenas cortas. Deadlines y métricas públicas.
Para LLA, la prueba de carácter es inversa: profesionalizar Estado sin vaciar capacidades; atraer capital sin extranjerizar la renta; y construir una red de contención que evite que el ajuste devore el contrato electoral. Motosierra sin productividad es ruido. Orden sin empleo es vacío.
2027 será un duelo cultural: liberalismo de frontera, con viento a favor desde La Paz y amplificado por el aparato violeta, versus un peronismo que, si abandona el espejo retrovisor y programa futuro medible, puede reconstruir mayoría. El que convierta esperanza en resultados auditables, gana.
