Redacción Perico Noticias // El reciente debate en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre la crisis en Ucrania vuelve a colocar en el centro del escenario internacional las tensiones entre el respeto a la soberanía territorial y las ambiciones geopolíticas de potencias globales. Las recientes declaraciones del presidente ruso, Vladimir Putin, cuestionando la legitimidad de Ucrania como Estado soberano, generaron una fuerte respuesta internacional, evidenciando una vez más la polarización del sistema multilateral.
La soberanía de Ucrania en juego
El conflicto en Ucrania, que inició con la anexión de Crimea en 2014 y se intensificó con la invasión rusa en febrero de 2022, ha transformado a este país en el epicentro de una disputa global. El argumento de Putin, que plantea una supuesta «histórica dependencia» de Ucrania hacia Rusia, no solo desafía el derecho internacional, sino que también reescribe narrativas geopolíticas fundamentales.
En el Consejo de Seguridad, la mayoría de los miembros reiteraron el derecho inalienable de Ucrania a su independencia, soberanía e integridad territorial, como está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas. Estas intervenciones coincidieron en condenar las acciones de Moscú como una violación flagrante del derecho internacional y una amenaza directa a la estabilidad global.
El impacto humanitario: más allá de las declaraciones
Las discusiones en la ONU no solo giraron en torno a la política y las fronteras, sino también a las consecuencias devastadoras para la población ucraniana. La guerra ha desplazado a millones de personas, destruido infraestructuras vitales y generado crisis alimentarias y energéticas que resuenan a nivel global. Los ataques sistemáticos contra civiles y objetivos no militares han llevado a denuncias de crímenes de guerra, lo que incrementa la presión para garantizar la rendición de cuentas.
Sin embargo, en este contexto, las palabras de Putin resultan aún más inquietantes: sugieren un intento no solo de justificar la invasión, sino de normalizar la anexión de territorios ocupados como si fuera un hecho consumado. Esto contradice no solo los principios básicos de la ONU, sino que también amplifica las dudas sobre el compromiso ruso con cualquier negociación de paz real.
Las tensiones diplomáticas y la neutralidad cuestionada
Mientras Occidente, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, sostiene un frente unido en defensa de Ucrania, países como China, India y Brasil mantienen posturas más ambiguas. Estas naciones, aunque han llamado al cese de hostilidades y al diálogo, se abstienen de condenar abiertamente a Rusia, buscando un equilibrio estratégico en un mundo multipolar.
El Consejo de Seguridad, paralizado por el derecho a veto de Rusia, refleja las limitaciones estructurales de la ONU para actuar en crisis donde una potencia miembro permanente está involucrada. Esta situación debilita la credibilidad del organismo como árbitro imparcial y expone la necesidad de una reforma urgente del sistema multilateral.
¿Es viable la búsqueda de la paz?
La narrativa del Kremlin, que intenta legitimar sus acciones bajo el pretexto de «proteger a las poblaciones rusohablantes» o cuestionar la soberanía ucraniana, sigue siendo un obstáculo central para cualquier proceso de paz. Mientras Rusia continúe ocupando territorios y negando el derecho legítimo de Ucrania a existir como Estado independiente, las negociaciones seguirán siendo una ilusión distante.
En este sentido, la ONU enfrenta un desafío crítico: cómo mediar un conflicto donde uno de los actores fundamentales desafía abiertamente el orden internacional. La clave, según los analistas, está en un enfoque dual:
- Aumentar la presión diplomática y económica sobre Moscú, con sanciones efectivas y apoyo militar y humanitario continuo a Ucrania.
- Involucrar activamente a actores neutrales como China o India, que podrían jugar un rol de mediadores, exigiendo a Rusia compromisos reales hacia el diálogo.
Un sistema internacional al borde de la prueba
El debate en la ONU no es solo sobre Ucrania, sino sobre el futuro del orden global. La invasión rusa y sus justificaciones desafían principios que han regido las relaciones internacionales desde la Segunda Guerra Mundial: el respeto a la soberanía y la integridad territorial. La postura de Putin no solo pone en riesgo a Ucrania, sino que envía un mensaje peligroso a otras naciones con ambiciones expansivas.
Mientras la ONU siga atrapada en su parálisis estructural, el riesgo es que el sistema internacional se fragmente aún más, dando lugar a una era donde la fuerza prevalezca sobre el derecho. Si el Consejo de Seguridad no logra reafirmar con contundencia los principios de la Carta de las Naciones Unidas, el precedente que deja la invasión a Ucrania podría reconfigurar peligrosamente el mapa global.
La paz, más que un debate, sigue siendo una deuda urgente.