La Quiaca acaba de dar un golpe sobre la mesa del deporte nacional. Mientras el país miraba por DeporTV las finales del 50º Campeonato Nacional de Taekwon-Do ITF celebrado en San Salvador de Jujuy, una legión de niñas, niños, jóvenes y adultos quiaqueños dejaba claro que en el extremo norte no solo se defiende la Patria en la frontera: también se la honra en cada tatami, con respeto, disciplina y resultados de élite.

No se trata solo de medallas, pero conviene empezar por allí para dimensionar la magnitud del logro:
- 14 medallas de oro
- 17 medallas de plata
- 23 medallas de bronce

En total, 54 preseas en el campeonato más importante del país. Un desempeño que cualquier provincia envidiaría y que lleva la firma de tres escuelas: la Escuela Municipal de Taekwon-Do, Yom-Chi y Guerreros del Norte, integradas en una delegación que viajó en colectivo especialmente dispuesto por la Municipalidad de La Quiaca.

Detrás de esos números hay nombres propios que ya empiezan a marcar una era. Por primera vez, La Quiaca subió al podio en Rotura de Poder con una medalla de plata obtenida por Luciana Álvarez, quien además se quedó con el 3º puesto en lucha del Nacional 2025. En Rotura de Habilidad, Leandro Peñalba alcanzó un valioso 4º puesto, abriendo camino en una modalidad de altísima exigencia técnica.
A esto se suma el histórico 4º puesto del Equipo PUNA, que se presentó por primera vez en un Nacional, y un hito que excede lo deportivo: una medalla de oro y una de plata en Taekwon-Do Adaptado, logradas por Antonela Alderete, colocan a La Quiaca en el centro del mapa de la inclusión deportiva argentina.

No es casualidad. Hace meses que el intendente Dante Velázquez decidió darle al taekwondo categoría de política deportiva de Estado. No como disciplina aislada, sino como herramienta de transformación social. El municipio no solo abrió y sostuvo la escuela municipal: articuló con las restantes academias, garantizó traslados, logística, apoyo permanente y visibilidad pública. En tiempos en que muchas gestiones recortan en deporte, La Quiaca invierte donde más rinde: en el futuro de sus jóvenes.

El mensaje es claro: en una ciudad golpeada por las dificultades económicas que atraviesa el país, el taekwondo se convirtió en un escudo cívico. Cada clase es una vacuna contra la desesperanza y la violencia; cada entrenamiento, un ejercicio cotidiano de resiliencia, disciplina y perseverancia. Valores que no se aprenden en un manual de campaña sino en el silencio del dojo, en la humildad del saludo y en el respeto al rival.

El propio Gran Maestro y referente nacional José Maidana destacó la presencia de La Quiaca y subrayó el carácter federal del torneo, con decenas de delegaciones desde Ushuaia hasta La Quiaca. Que la ciudad de la Puna haya puesto una delegación numerosa, competitiva y bien organizada, en un campeonato que celebra 50 años de historia, es mucho más que una anécdota deportiva: es una declaración de principios.

La transmisión en vivo de DeporTV terminó de dimensionar el salto cualitativo. Millones de argentinos pudieron ver a los representantes quiaqueños competir al más alto nivel, portando los colores de la ciudad y del país. A la vez, la presencia del gobernador Carlos Sadir en la jornada de cierre confirmó que Jujuy entendió el mensaje: el deporte no es gasto, es inversión estratégica.

La Quiaca, desde su municipalidad, eligió un camino: profundizar las oportunidades deportivas como política pública, no como foto de ocasión. Hoy, los resultados la respaldan. Mañana, cuando estos chicos y chicas sean adultos, el legado será todavía mayor: habrán crecido con una cultura del esfuerzo, del juego limpio y del orgullo por su ciudad.
En un contexto nacional donde sobran discursos y faltan proyectos concretos, el modelo quiaqueño de taekwondo marca una diferencia: menos promesas, más tatamis llenos; menos marketing, más chicos viajando en un colectivo municipal hacia el torneo de sus vidas. La frontera norte acaba de enviar una señal potente al resto del país: cuando el Estado local abraza al deporte como escuela de vida, las medallas llegan… pero, sobre todo, llegan mejores personas.
La Quiaca ya lo entendió. Ahora le toca al resto de la Argentina mirar hacia arriba, hacia la Puna, y tomar nota.
