La recesión que Lavagna no puede tapar: los bancos la dan por hecha y los municipios se salvan subiendo impuestos

La recesión que Lavagna no puede tapar: los bancos la dan por hecha y los municipios se salvan subiendo impuestos

Cuando un país tiene que “corregir” sus propios indicadores para evitar admitir que está en recesión, el problema ya no es solo económico, es de credibilidad. Eso es exactamente lo que ocurre hoy con el EMAE del INDEC: retoques hacia arriba en meses anteriores para que la caída acumulada no cumpla la definición técnica de recesión. Una victoria de papel, mientras la realidad se desploma en los balances de bancos y empresas.

Del otro lado del mostrador, la banca global ya dejó de jugar al distraído. Informes recientes de BBVA y Santander describen un escenario abiertamente recesivo y advierten que “la situación es más complicada de lo que pensaban”, al tiempo que recortan exposición y crédito al país. Cuando los que prestan dinero descuentan recesión y elevan el riesgo, poco importa el maquillaje estadístico doméstico: para el mundo financiero, Argentina volvió a zona roja.

Lo más grave es que ese diagnóstico no se queda en un PDF. Se traduce en menos líneas de crédito, más tasas, mayores exigencias de garantías y, sobre todo, en una señal en neón para el resto del sistema: “Argentina es un problema, no una oportunidad”. Sin financiamiento razonable, la inversión se frena, las empresas cancelan proyectos y se acelera el cierre de persianas en todo el país.

Frente a ese cuadro, ¿qué hace buena parte de la dirigencia política local? En lugar de discutir cómo generar actividad, productividad y nuevo empleo, elige el atajo de siempre: exprimir más a la base tributaria que queda en pie. El caso de Tigre es un laboratorio brutal: concejales libertarios que responden a Patricia Bullrich y Daniel Scioli se preparan para votar aumentos de tasas por encima de la inflación al intendente Zamora, pese a la orden explícita de Karina Milei de no convalidar subas impositivas. El discurso antiimpuestos dura lo que tarda en llegar la necesidad de caja.

  Sarampión en Jujuy: cuando el ajuste mata la prevención

Ese movimiento dice dos cosas. Primero, que el corset ideológico se rompe en cuanto los números municipales no cierran: la “rebeldía” libertaria termina en más presión fiscal sobre vecinos y pymes. Segundo, que el sistema político, incluso el que se presentaba como anticastra, sigue funcionando bajo la lógica de supervivencia del aparato, no bajo la lógica de alivio al contribuyente ni de reconstrucción productiva.

En este contexto, la maniobra del INDEC luce todavía más peligrosa. Si se manipulan o “corrigen” los datos para evitar pronunciar la palabra recesión, se destruye la poca confianza que queda en las estadísticas oficiales. Sin datos creíbles no hay inversión seria, pero tampoco hay ciudadanía informada capaz de exigir políticas adecuadas. Un país que niega la recesión en los papeles mientras los bancos internacionales la declaran públicamente se parece demasiado a una economía de caricatura: banana sin siquiera tener bananas competitivas que exportar.

La combinación es explosiva: sistema financiero global cerrando el grifo, bancos locales encareciendo el crédito, provincias y municipios subiendo impuestos para no colapsar y un gobierno nacional que sigue vendiendo épica de “ordenamiento macro” mientras el mercado laboral se precariza y el consumo se evapora. En esa matriz, la recesión deja de ser un concepto técnico para convertirse en experiencia cotidiana: salarios que no alcanzan, comercios vacíos, parques industriales en cámara lenta.

El dilema es claro y brutal: o seguimos estirando el cuento de hadas estadístico mientras la economía real se hunde, o encaramos de frente la recesión, la nombramos, la medimos sin trampas y construimos un programa serio de salida que incluya alivio fiscal selectivo, crédito productivo y un rediseño de la relación Nación–provincias–municipios que no se limite a rapiñar recursos. Lo demás es relato para convencidos.

  Más de 16 mil turistas visitaron Jujuy durante el fin de semana largo de noviembre

Porque si Lavagna acomoda el índice pero la banca internacional ya trata a la Argentina como país en recesión, y si la respuesta territorial es subir tasas municipales por encima de la inflación, el mensaje al ciudadano es devastador: el ajuste es para abajo, el maquillaje es para arriba y el futuro, por ahora, no figura en el presupuesto.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *