“La victoria pírrica del 1,5%: Milei festeja, pero la sociedad arde”

“La victoria pírrica del 1,5%: Milei festeja, pero la sociedad arde”

La inflación baja, pero la temperatura social sube

El gobierno de Javier Milei celebró con euforia un dato que, en otro contexto, sería histórico: 1,5% de inflación en mayo, el número más bajo en años, según el INDEC. Lo presentó como la confirmación de que el «ajuste más grande de la historia» había funcionado. Sin embargo, el termómetro social, lejos de mostrar entusiasmo, registró una sensación térmica de bronca, desilusión y desconfianza. ¿Cómo se explica esta desconexión entre la narrativa oficial y el sentimiento popular? ¿Por qué la inflación sigue siendo, según todas las encuestas, el principal problema para los argentinos?

La respuesta es política, económica y simbólica a la vez. Y revela que la victoria inflacionaria que Milei festeja es, en verdad, una victoria pírrica, una estatua sin pedestal, un dato técnico que choca con la vida cotidiana. Una cifra que, aunque más baja, no logra enfriar la bronca de una sociedad sin salarios, sin empleo y sin consumo.


¿La inflación baja… pero baja para quién?

Hay dos grandes hipótesis sobre el número festejado: o bien es una desaceleración artificial, producto de tarifas planchadas, precios congelados o menor actividad, o bien es una desaceleración real, pero absolutamente desvinculada del bienestar social. En cualquiera de los dos casos, la calle no la celebra. No hay clima de alivio. La gente no llega a fin de mes. La heladera sigue vacía. Los comercios están en coma inducido. Y los sueldos, jubilaciones y planes no acompañan ni por asomo la inflación acumulada de los últimos doce meses.

Entonces, ¿qué festeja Milei? Festeja un dato que no derrama y que no se traduce en poder adquisitivo. Lo que existe es una inflación reprimida a fuerza de licuadora, motosierra y un congelamiento brutal de la actividad. Una inflación que no fue derrotada por la producción, sino por la recesión. Una calma que no nace del orden, sino del colapso. Como un enfermo que deja de tener fiebre… porque entra en hipotermia.


El fantasma de Cristina se roba el escenario

Para colmo del gobierno libertario, justo el día del dato inflacionario que esperaban con ansiedad, la noticia fue otra: la condena firme a Cristina Fernández de Kirchner por el caso Vialidad. Lo que buscaban que sea una jornada de gloria económica, terminó eclipsada por el renacer de la grieta. La centralidad discursiva volvió a Cristina, amada y odiada, perseguida o condenada según el cristal con que se mire.

Y en ese terremoto judicial y simbólico, Milei quedó en el margen. No fue ni protagonista ni antagonista del momento. No condujo el clamor público. Quedó flotando como un dato administrativo que la gente ni retuiteó. Porque lo que se discutía en redes, bares y colectivos era justicia, lawfare, impunidad o venganza. No el 1,5%.

La encuesta publicada por La Política Online lo confirma: la condena a CFK volvió a polarizar a la sociedad, corriendo a Milei del centro del debate público. Como si la grieta original reclamara su lugar en el corazón de los argentinos, y dejara al presidente liberal como un técnico sin hinchada en pleno superclásico.


La calle reclama otra cosa

La inflación, incluso con datos más bajos, sigue liderando todos los sondeos como el problema número uno. Eso dice algo poderoso: que el dato oficial no alcanza, si no se traduce en vida digna. La gente no quiere un número bajo en un Excel. Quiere llenar el changuito. Quiere recuperar el salario. Quiere volver a planificar. Hoy, ni el empleo, ni el crédito, ni el consumo dan señales de recuperación. Por eso la inflación ya no es solo un fenómeno económico, sino también simbólico y social.

El pueblo no pide una tasa. Pide futuro. Y eso, ni el INDEC ni el gobierno lo están entregando.


La política no se reemplaza con planillas

El gobierno libertario creyó que podía ganar con gráficos lo que se pierde en las calles. Pero la política es relato, representación y vínculo emocional con el pueblo. Milei muestra gráficos con entusiasmo de trader, mientras la sociedad le exige empatía, trabajo, salud, educación, carne y pan.

Y si Cristina vuelve a ocupar el centro del escenario con una condena que reaviva pasiones, es porque la gente necesita una narrativa que no sea solamente contable. El peronismo —con todos sus errores y aciertos— sigue representando una idea de justicia social, que hoy, ausente, genera nostalgia.

Javier Milei podrá haber bajado la inflación. Pero si no baja el hambre, si no suben los sueldos, y si la gente no lo siente, su 1,5% no será más que una anécdota técnica en un país donde la historia siempre la escriben los pueblos que luchan.


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