Mientras el mundo entero se atrinchera en el proteccionismo y la defensa del trabajo nacional, en Jujuy el Ministerio de Producción asiste al inicio de la zafra 2025 en el Ingenio La Esperanza como si se tratara de una postal turística, celebrando con discursos y protocolos una campaña que, sin estrategia real, nacerá quebrada y sin horizonte.
El acto oficial encabezado por el ministro de Hacienda, Federico Cardozo, no hizo más que confirmar la distancia abismal entre la retórica gubernamental y la realidad económica de las economías regionales. En plena ceremonia, se habló de «optimismo», «trabajo conjunto» y «desarrollo», pero no se mencionó una sola medida concreta para enfrentar la peor coyuntura en años: sin precios, sin liquidez, sin crédito y con mercados cerrados.
UNA INDUSTRIA SIN DEMANDA, UN ESTADO SIN DIRECCIÓN
Hoy la industria azucarera jujeña, incluido su símbolo más resiliente —La Esperanza—, opera en un mercado deprimido, sin flujos comerciales consistentes, con precios por debajo de costos históricos y sin ningún esquema anticíclico que amortigüe el desastre. La macroeconomía —inflación alta, tasas de interés impagables y caída brutal del consumo— ha fulminado la rentabilidad. Y la microeconomía regional, abandonada por la política local, no tiene capacidad de reacción.
¿Dónde estuvo el Ministerio de Producción cuando era necesario armar un fondo de estabilización, un plan de diversificación real o una defensa inteligente ante la baja de aranceles nacionales y las barreras paraarancelarias internacionales? Hoy EEUU y Europa refuerzan subsidios, encarecen importaciones y blindan su industria, mientras que en Jujuy se desmontan retenciones con la fantasía de que eso “liberará el potencial productivo”, como si los productos jujeños pudieran competir en un mundo que no compite, sino que protege.
¿Y LA ESPERANZA?
Lo más grave del acto oficial no fue la omisión de datos, sino la negación total de la crisis. Ingenios como Ledesma y El Tabacal ya avanzan con despidos, recortes y migración productiva al alcohol, porque saben que el azúcar no tiene futuro con un mercado cerrado, sobreofertado y sin poder adquisitivo interno. Y mientras eso sucede, el gobierno de Jujuy celebra el inicio de una campaña que no tiene cómo sostenerse ni cómo cerrar con dignidad.
La Esperanza, que lleva años luchando por consolidarse, no necesita funcionarios de paso ni inauguraciones vacías: necesita un gobierno que entienda que la producción no se dirige con fotos sino con decisiones. Se sabía desde hace meses que la coyuntura sería devastadora. El “Pacto de Mayo” ya anticipaba el ajuste brutal, el “no hay plata” y la caída de la demanda. Sin embargo, el Ministerio de Producción de Jujuy eligió subestimar, mirar para otro lado y esconder su inacción detrás del protocolo.
UNA DIRIGENCIA QUE NO ESTÁ A LA ALTURA
Mientras se recortan fondos nacionales, se eliminan retenciones sin una política de protección, los cuadros técnicos del gobierno jujeño siguen recitando fórmulas del siglo pasado, sin capacidad para leer el mapa global, sin herramientas para intervenir en una crisis de múltiples dimensiones. La política conservadora espera frutos que no sembró, y cuando la zafra fracase, cuando los precios no cierren, cuando los productores abandonen el campo, buscarán culpables en la globalización, el clima o la suerte.
No es mala fortuna, es negligencia. Es falta de visión. Es ausencia total de gestión.