“Las bases notifican a la posible unidad de cúpulas del peronismo jujeño: así, no nos representan”

“Las bases notifican a la posible unidad de cúpulas del peronismo jujeño: así, no nos representan”

Las bases notifican a la posible unidad de cúpulas del peronismo jujeño

En Jujuy se cocina, otra vez, una “unidad”.
Esta vez entre Frente Patria en Jujuy, Frente Primero Jujuy Avanza y el espacio de Carolina Moisés. Mesas chicas, reuniones reservadas, fotos medidas… y las bases mirando desde afuera, como si el peronismo fuera una franquicia que se administra entre pocos.

Esta editorial no es una queja; es una notificación política:

La unidad de cúpulas, sin democracia interna, no nos representa.

Y como decía el General, cuando la conducción no conduce, el bastón de mariscal pasa a las manos de los compañeros y compañeras.

Unidad de arriba, desmovilización abajo

La experiencia reciente es clara y dolorosa.
Años sin internas reales, listas únicas armadas desde arriba, decisiones tomadas entre pocos. El resultado:

  • Afiliados desmovilizados.
  • Juventud peronista sin lugar real de decisión.
  • Dirigentes territoriales reducidos a levantar la mano y “acompañar”.

Lo que se presenta como “unidad” muchas veces es sólo reparto de cargos entre apellidos conocidos. La militancia es convocada a pegar afiches, no a definir el rumbo. Ese modelo está agotado: no derrota a la derecha, no interpela a la sociedad y no enamora a nadie.

“Tomar el bastón de mariscal” no es una metáfora vacía

Las bases jujeñas no piden milagros; piden reglas claras.
La carta dirigida al PJ bonaerense que propone introducir el sistema D’Hondt en la distribución de cargos internos es una hoja de ruta que vale también para Jujuy:

  • Representatividad real: que cada corriente interna, grande o pequeña, tenga voz y voto según el acompañamiento que logre.
  • Incentivo a participar: si sabemos que el resultado se traduce en lugares concretos, las agrupaciones vuelven a militar con ganas, a armar propuestas, a salir del piloto automático.
  • Fin de las listas hegemónicas: el D’Hondt evita la sobrerrepresentación de una sola línea y obliga a negociar programa, no sólo nombres.
  • Adaptación al nuevo contexto: una sociedad fragmentada y descreída no se enamora de acuerdos de escritorio; necesita ver debate, pluralidad y conducción que se somete a la decisión de las urnas.

Implementar este criterio en el peronismo jujeño no es un capricho técnico:
es la condición mínima para dejar de ser convidados de piedra.

Frente Patria, Primero Jujuy Avanza, espacio Moisés: la unidad no es una foto

A los compañeros y compañeras que hoy conducen estos espacios hay que hablarles con respeto, pero sin rodeos:

  • No alcanza con ponerse de acuerdo entre ustedes para “frenar a la derecha”.
  • No alcanza con sumar sellos si las bases no tienen incidencia real en la estrategia y en las listas.
  • No alcanza con invocar a Perón y a Evita en los actos si después se gobierna los partidos como si fueran empresas familiares.
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La unidad verdadera no es la que ordena las candidaturas; es la que ordena el proyecto:

  1. ¿Qué Jujuy queremos frente a un modelo nacional que ajusta sobre trabajadores, jubilados y territorios postergados?
  2. ¿Cuál es el plan productivo, energético, educativo y sanitario que el peronismo jujeño le propone a la sociedad?
  3. ¿Quién y cómo va a ejecutar ese plan?

Si esas respuestas se cocinan entre pocos y se bajan cerradas, la unidad será frágil.
Porque un peronismo sin pueblo organizado termina siendo sólo una marca electoral.

El peronismo será revolucionario o no será

No hace falta repetir consignas vacías.
“Revolucionario” hoy, en Jujuy, significa:

  • Romper el cómodo esquema de “mejor malo conocido”,
  • abrir el partido a la participación real de los barrios, sindicatos, juventudes y movimientos sociales,
  • atreverse a competir en internas transparentes, sin miedo a perder lugares, pero con la certeza de ganar legitimidad.

La crueldad del modelo actual —desmantelamiento del Estado de bienestar, pobreza extendida, precarización sin freno— exige que el peronismo saque lo mejor de cada militante. Eso no se logra con cúpulas cerradas, sino con un shock de democracia interna.

Si el peronismo jujeño sólo se reagrupa para “administrar la derrota” o negociar cuotas de poder, habrá traicionado su propia memoria.
Porque, como se dijo y hay que repetir: el peronismo será revolucionario o no será.

Notificación final: queremos unidad, pero no cualquier unidad

Las bases del peronismo jujeño —delegados, referentes territoriales, militantes de a pie, juventudes, mujeres, trabajadores— no rechazan la unidad. Al contrario: la reclaman, pero con condiciones:

  1. Internas abiertas y competitivas, con reglas claras, padrones transparentes y fiscalización garantizada.
  2. Sistema proporcional (D’Hondt) para que cada corriente tenga el lugar que le dan los votos y no el dedo de turno.
  3. Elaboración colectiva de un programa de gobierno para Jujuy, con participación real de las bases en foros, congresos y plenarios.
  4. Rendición de cuentas interna: balances políticos y autocrítica de los errores que nos trajeron hasta aquí.
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Esta editorial es, modestamente, una notificación pública:
Si la unidad se firma sólo entre cúpulas, lo dirán los diarios, pero no lo sentirán los compañeros.
Si, en cambio, se abre el juego y se honra la historia del movimiento, la unidad será una herramienta para enfrentar el ajuste y reconstruir esperanza en Jujuy.

El bastón de mariscal ya está en manos del pueblo peronista.
La pregunta es si las conducciones lo van a escuchar… o si quedarán, otra vez, hablando entre ellas mientras la historia pasa por afuera.

EP/Bases

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