Las ciudades y municipios serán las grandes protagonistas del futuro

El crecimiento demográfico y económico está convirtiendo a algunas ciudades en actores con peso propio, incluso en el tablero internacional. El desarrollo tecnológico y la innovación alimentan esta tendencia. ¿Por qué los expertos en urbanismo apuestan al poder de los municipios como agentes de cambio?

Paso la puerta y siento como la emoción aprieta mi pecho. Seguro estuve varios segundos sin respirar y con los ojos abiertos como platos. Trato de disimular.

Pero ¿Cuántos jóvenes atravesaron este umbral, que marca el ingreso a los claustros de Science Po, para salir convertidos en grandes estadistas, pensadores, periodistas y autores de influencia mundial? Eso da escalofríos a cualquiera.

Emmanuel Macron, actual presidente de Francia y sus antecesores, como François Hollande, Nicolas Sarkozy, Jacques Chirac. También Dominique de Villepin, Michel Camdessus, Ségolène Royal, Íngrid Betancourt. Los directores del FMI, Christine Lagarde y Dominique Strauss-Kahn. Boutros Boutros-Ghali, Secretario General de la ONU y Pascal Lamy, director de la OMC. Todos ellos, y muchos más, se formaron aquí.

La institución, creada en 1872, sabe –y desde hace un tiempo ya – que el futuro se juega en las ciudades. Por eso creó un Master de Urbanismo, interdisciplinario e internacional, donde se forman profesionales de distintas áreas que son quienes tendrán la tarea de hacer viable el mundo que viene.

La fábrica de fabricantes de ciudades

Nos reciben Marco Cresmaschi, Director de la Escuela de Urbanismo y Antoine Courmont, investigador a cargo de «ciudades digitales», del Instituto de Estudios Políticos de París, conocido como Science Po.

«La escuela urbana es una novedad. Es un reconocimiento de que las ciudades son ahora actores del tablero internacional. Pero no solo las capitales, el resto de los municipios también. Cada uno busca diferenciarse, tiene sus características propias, su patrimonio histórico, su encanto y una infraestructura, economía y capital humano que ofrecer al mundo», me explican.

«Por ejemplo, grandes centros urbanos como Burdeos, Nantes, Marsella cambiaron mucho en los últimos 30 años. Experimentaron un crecimiento económico y demográfico; al tiempo que lograron posicionarse como entidades en sí mismas. Ese es un gran modelo demográfico, con zonas en crecimiento.»

El máster de la Universidad está pensado hacia el mundo, por eso es también en inglés y con una tesis sobre las grandes metrópolis. «El de urbanismo técnico le da a los estudiantes la posibilidad de trabajar con equipos de investigadores de otras disciplinas. Si bien es técnico, es un diálogo abierto de la Escuela Urbana con el que se intenta ligar la investigación a la enseñanza. Algunos trabajan con la regeneración urbana y ven específicamente los aspectos numéricos de las ciudades, como datos, plataformas y ciertos problemas que pueden traducirse en desigualdades sociales y espaciales.»

Pero lo más interesante de esta propuesta es que genera funcionarios capacitados, que planifican y construyen proyectos que logran un consenso general. Profesionales y políticas públicas que pueden sostenerse más allá de los vaivenes de la política partidaria, al menos en países como Francia.

Sobre este tema, Courmont y Cresmachi, me cuentan que «En Francia, en los últimos años, en el debate político entre las fuerzas que van de derecha a izquierda, siempre, lo que prevalece es el modelo francés de fabricar las ciudades.

Y pasa mucho en las redes técnicas de funcionarios. Todo lo que tiene que ver con el diseño urbano, no está sujeto a esa negociación colectiva, que también caracteriza al país. Hay consensos porque los proyectos están construidos sobre estudios serios y fundamentados. Puede haber ciertos matices, pero el aspecto fundamental está ya acordado y respaldado por todos.

Ocurre que, los expertos de uno y otro partido, han sido instruidos en las mismas escuelas. Además, los funcionarios son personas independientes con alta formación en la materia. Ellos están ahí por sus cualidades y conocimientos y no cambian aunque cambie el poder político de turno. La planificación urbana seria y sostenida es esencial para el éxito de las ciudades y para el crecimiento económico sustentable de las naciones.»

El tiempo de las ciudades

Los grandes centros urbanos dejaron de ser percibidos con esa visión, casi bíblica, del lugar pecaminoso de degradación humana, en donde es imposible habitar sin perder calidad de vida.

Por el contrario, las ciudades pasaron a ser una oportunidad. Un territorio de desarrollo sustentable y de bienestar, donde la equidad y la vida agradable y próspera son metas a las que todas pueden aspirar.

Según el Banco Mundial, este cambio se basa en dos realidades. «Primero: la urbanización a escala global es irreversible, alcanza hoy más del 50% de la población; será del 75% en 2050, siguiendo los pasos de una América Latina insaciable que en 65 años pasó del 40% a más del 80% actual.

Y segundo porque se calcula que la inversión tendrá mayor impacto si se la enfoca en centros urbanos, donde no solo aplican economías de escala y aglomeración, sino que se vuelve el motor económico de los países (generan el 80% del PIB global) y donde se concentra su mejor recurso, el humano».

Para Robert Muggah, a cargo de una iniciativa del Banco Mundial y la Universidad de las Naciones Unidas sobre las ciudades: «La urbanización juega y jugará un papel determinante en el éxito o fracaso económico de las naciones durante los próximos años. Además, el desarrollo se ganará o se perderá en las metrópolis».

Según las últimas previsiones de las Naciones Unidas, en 2050, 2 de cada 3 personas vivirán en urbes, cada vez más grandes. Las metrópolis están en franco crecimiento. Según el informe sobre La Situación Demográfica del Mundo (ONU), se proyecta que para el 2050, la población será de 9700 millones de personas, de la cual aproximadamente el 65%, será la urbana.

Habrá ciudades cada vez más enormes, más diversas y más complejas. En 1990, había en el mundo 10 megalópolis de más de 10 millones de habitantes. Hoy ya son 28, y en el 2030, serán más de 40. Pero también, la importancia económica de las megalópolis, se ha incrementado a la par de su número de habitantes.

Pero atención, existen grandes dificultades y riesgos si no se tiene una planificación adecuada: el impacto de la población sobre el medio ambiente, la capacidad de gobernanza, la inseguridad, el desempleo, el acceso a la vivienda, la desigualdad, la energía y el transporte son solo algunas de ellas.

Aquí es donde apunta la Science Po con su especialización que recibe a estudiantes de 150 países distintos y en áreas que van desde la ingeniería, la arquitectura, las ciencias sociales y hasta las matemáticas y las ciencias de la computación.

Las ciudades, los nuevos laboratorios del futuro

Para los expertos en urbanismo de Science Po, la descentralización y la autonomía de las ciudades juega un papel muy importante en sus posibilidades de desarrollo.

«Francia era un país centralizado hacia los años 80. Desde entonces, los esfuerzos – incluidos los de esta institución -fueron a cambiar ese patrón. De hecho, en Science Po, hace 50 años que se piensa un proyecto de descentralización del país, desde el humanismo.» Hoy, Francia se ha convertido en un modelo de descentralización en Europa. «Partimos de reconocer a las ciudadelas como actores de la política nacional e internacional, como verdaderos Estados que influyen y participan en las políticas públicas de una nación».

«Transformando el mundo desde la ciudad», ese es el lema que encabeza la razón de ser de la Escuela de Urbanismo. Para estos expertos, la estructura y dimensión de las ciudades favorecen la innovación por medio de proyectos como la creación de ecobarrios o el testeo de nuevas tecnologías y de energías limpias.

«Es en proyectos como barrios sustentables, que requieren mucha innovación tecnológica, donde los municipios suelen ser los que más hacen y arriesgan. Claro que se potencian si tienen el apoyo del estado central, pero deben hacerlo con un grado de autonomía», sostienen

¿Y qué pasa con ciertas soluciones de tecnología que vienen desde el sector privado y que generan «ruidos» en las ciudades, como Airbnb o Uber?

Como experto en temas de ciudades digitales, Courmont me confiesa que «Airbnb es un gran problema en los barrios centrales del primer y segundo distrito de París. Muchos departamentos salieron del mercado locativo normal y corriente, en una ciudad como París donde ya hay una crisis habitacional» (París es la ciudad del mundo con más alojamientos Airbnb).

Frente a esto, «la Alcaldía de París busca la manera de reglamentar, de hacer que también ellos paguen impuestos municipales y que exista un marco que, por ejemplo, obligue a los que alquilan los departamentos más de 40 noches por año a registrarse en la Municipalidad.» (Según la prensa francesa, el 80% de los alquileres de Airbnb en Francia siguen sin respetar las leyes locales.)

Lo mismo ocurre con Uber. «Ellos no pagan matrícula, como los taxistas y esto nos parecía una situación injusta. Intentamos equiparar y resguardar la seguridad de los pasajeros instalando un sistema muy estricto y difícil si se quiere obtener la habilitación para ser chofer de Uber».

Para él, «la prohibición de estas plataformas nunca es una solución ni es sostenible en el tiempo. Pero tampoco se las puede dejar hacer todo a su manera. No podemos tener en París barrios enteros donde solo vivan turistas y de donde se expulse a los ciudadanos que viven, trabajan y tributan en París. No es deseable, ni justo, ni viable».

Y concluye: «Ellos deben respetar las leyes locales y formar parte del proyecto de ciudad. No pueden mirar solo su beneficio económico, además deben comprometerse con el interés y bienestar de toda la comunidad».