¿Las economías regionales tienen oportunidad de sobrevivir?

Hay que analizar mercado por mercado, sumar valor agregado, estar atentos a la demanda mundial y bajar la presión impositiva.

Las economías regionales están atrapadas. Los costos subieron por encima del tipo de cambio y la presión fiscal sigue alta. Ambos problemas, arrastrados desde 2014, las dejó sin competitividad, a punto tal que muchas prácticamente ni siquiera sintieron el efecto de la eliminación de las retenciones a las exportaciones. El problema es que nadie espera una suba importante del tipo de cambio (al menos hasta que no pasen las elecciones legislativas de 2017).

¿Qué se puede hacer para que las economías regionales recuperen competitividad?

Este fue uno de los temas del 39º Aniversario de la Fundación Mediterránea, realizado el viernes pasado en Córdoba, donde los economistas del Ieral (su centro de investigaciones) propusieron algunas líneas de acción.

Los especialistas coinciden en que mientras la producción sea más primaria, más atada estará a los vaivenes de la economía. Por lo tanto, recomiendan evaluar cada mercado, prever mecanismos que permitan fortalecer al sector en los años “buenos” para sobrellevar los años “malos”, readecuar la oferta a las tendencias internacionales y ganar valor mediante cadenas productivas.

Un caso es la Región Centro. Las zonas no afectadas por las inundaciones tuvieron buenos resultados en productos primarios, incluso con mejoras en la rentabilidad. Pero, por ejemplo, el sector tambero y la industria láctea pasan un momento altamente crítico, a tal punto que la caída del 10 por ciento en la producción prevista para este año dejará “secuelas”, con más cierres de tambos.

“Los precios de la leche cruda son muy permeables a los vaivenes internacionales. Cuando los precios en el mundo estaban altos, en aquel momento se tendría que haber acumulado un fondo que luego sirviera para sostener al productor cuando el precio cayera”, aseguró Juan Manuel Garzón, investigador jefe del Ieral, para quien mientras menos sofisticado es el producto, más volatilidad tiene ante factores económicos o climáticos.

Pero en esto no hay fórmulas; se debe analizar la realidad de cada región. Por ejemplo, los productores de manzanas en la Patagonia llevaron su protesta a Buenos Aires porque los precios no alcanzan a cubrir los costos; el problema es que esta zona lleva varios años de falta de inversión, lo que genera una baja productividad por hombre o por hectárea.

Así lo dice Mariano Saritzu, de Ieral Comahue (Neuquén): “Nueva Zelanda usa máquinas cosechadoras que bajan costos, pero valen cien mil dólares y están fuera del alcance de los productores. Sin rentabilidad ni financiamiento, sólo invierten en esto las grandes empresas”.

A esto agrega bajar la presión impositiva. Mientras a un salario neto en el rubro frutihortícola argentino las cargas implican un agregado de 40%, en Chile no llegan al 20%. Mientras en el país el Impuesto a las Ganancias es de 35%, para el productor trasandino también está debajo del 20%.

Pero además, hay un detalle que no suele tenerse en cuenta cuando se habla de productos regionales: la demanda internacional.

“El valle tiene un porcentaje alto de variedades muy viejas, con plantas muy viejas. Por ejemplo, en la zona se hace la manzana red delicious, cuya demanda internacional mermó muchísimo, mientras que la más comprada es la clones de Gala, cuya proporción en la producción regional es menor. El tema es que abrir mercados que hoy no tenemos implica erradicar algún monte frutal, de manera tal de incorporar variedades de mejor venta en el mundo, y hacia allí debería orientarse el crédito para el productor”, explica.

A esto se suma integrar el producto a una cadena de valor. Mientras la manzana argentina representa apenas por encima del cuatro por ciento del comercio mundial, el limón participa con 9,5% del mercado internacional. La clave es que está integrado a una cadena formada por el jugo y el aceite de limón y es lo que explica que el NOA tenga una menor caída.

El caso mendocino

El ejemplo más exitoso de reconversión productiva lo protagonizó Mendoza en los ‘90. Gustavo Reyes, del Ieral Cuyo, explica que el problema de la caída del tipo de cambio real en Argentina (el tipo de cambio de mercado queda debajo de la inflación) se da en las economías “exitosas”, por el aumento del salario real y por lo tanto de los costos.

El problema es cómo crecer con un tipo de cambio bajo; la experiencia de países como Japón y Alemania indican que la base es invertir e innovar.

“En los ’90, el tipo de cambio con el dólar no era alto. Pero los bodegueros tenían acceso a tecnología y crédito. Hicieron una reconversión muy importante en productos nuevos y de esa innovación nació el malbec”, explica el economista mendocino.

Si bien ahora se cayó la exportación de vinos de 24 dólares la botella (considerado de calidad media) el resultado fue generar un producto que tuvo más valor pero con costos casi similares, lo cual mejoró la rentabilidad.

En la actualidad, cuando el crédito internacional empieza a reaparecer, la inversión y la innovación es “la única forma” de lograr competitividad en los productos regionales con salarios más altos.

“Hay una forma de romper esta trampa en la que siempre estuvo Argentina, por la cual luego de una devaluación empieza a crecer, los salarios suben, los costos aumentan, el tipo de cambio real enseguida queda retrasado y la industria regional se queda sin competitividad. Esa forma es invertir y mejorar la capacidad de innovación de las economías regionales.

Público y privado

Para encaminar las economías regionales en este sentido hace falta una doble tarea.

Una de ellas es lograr que los gobiernos, en sus diferentes niveles, bajen la presión fiscal, algo que no es fácil porque la mayoría de las administraciones está en déficit o con números en un equilibrio muy frágil.

“Pero también el sector privado tiene una enorme tarea: invertir. En la medida que no lo haga, esta trampa volverá a afectarnos porque nadie espera un tipo de cambio real muy alto para el próximo tiempo”, dice Reyes.

El limón

Diferentes resultados entre el limón y la manzana.

9,5% Esto es lo que representan las exportaciones argentinas de limón en el comercio mundial.

4% Es lo que representa la colocación de esta fruta en el mercado internacional.

Autor: Diego Dávila

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