Los británicos, más solos que nunca

 Los británicos, más solos que nunca

La Unión Europea habla de amistad mientras les muestra el látigo a los impulsores del “brexit”. Esta separación puede ser muy dolorosa; pero todavía es posible llegar a compromisos, comenta Bernd Riegert.

A partir de ahora prevalecerá la consigna «EU first”. El Gobierno británico deberá acostumbrarse al empeño de los 27 miembros de la Unión Europea en hacer valer sus intereses durante la negociación del «brexit”. El Reino Unido ya no podrá contar con gestos de deferencia. Las discusiones serán duras. No más ilusiones, Londres…

Las quejas recurrentes de la primera ministra Theresa May, quien ha acusado a la UE de confabularse en su contra, son necedades. También Gran Bretaña quiere imponer sus intereses, sólo que ahora le toca hacerlo sin aliados. La UE está decidida a dictar la pauta para consumar su deslinde del Estado insular, tanto el cronograma como los contenidos. Primero el divorcio, luego la factura y después las condiciones para futuras negociaciones. Al Reino Unido le convendría que el orden de esos factores se invirtiera, sostiene el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson. Por fortuna para el bloque comunitario, el club de los 27 tiene la sartén por el mango.

Por razones económicas, mantener buenas relaciones es más importante para los británicos que para los comunitarios. Si los primeros no cooperan, la UE puede cruzarse de brazos y esperar porque, a estas alturas, el «brexit” es un proceso en marcha y la salida del Reino Unido se dará automáticamente: cuando llegue el 30 de marzo de 2019, con o sin acuerdo, los británicos quedarán fuera de la unión. Ese lapso sólo puede ser alterado si los socios de la UE votan unánimemente a favor. Ese no es un buen punto de partida para los negociadores británicos.

Bernd Riegert, comentarista de DW.

“Brexit brutal”

El único recurso que le queda a Londres para ejercer presión es la amenaza de un «brexit brutal”. Eso implicaría que Gran Bretaña se separe de la UE de un día para otro, sin darle oportunidad de revisar y cobrar las cuentas pendientes. El bloque comunitario no podría obligar a Londres a pagar sus deudas abiertas porque, ¿quién y con qué base jurídica se encargaría de ello?

Desde luego, la relación entre la indómita isla y el continente se vería enturbiada durante años, cuando no décadas, si Londres optara por un «brexit” sin contemplaciones. Los ciudadanos comunitarios en Gran Bretaña y los británicos en la Unión Europea se verían convertidos en fichas de ese juego que es la ruleta del «brexit”. Es por eso que ambos lados terminarán llegando a un típico compromiso europeo, a pesar de que, por ahora, defienden sus exigencias intransigentemente: los intereses serán sopesados para llegar a un equilibrio, los británicos harán pagos, los europeos les darán acceso al mercado comunitario y la cooperación política será buscada por ambas partes. Al final, el vínculo de Gran Bretaña con la UE será similar al de Noruega y Suiza.

Es cierto que la mandataria británica obtuvo un mandato en junio para llevar adelante un «brexit” moderado. Pero hoy es claro que, como los divorcios de algunas parejas, la separación le dolerá más a una parte que a otra. Quién sufrirá más: eso se deja entrever. Gran Bretaña tiene la ilusión de obtener una nueva soberanía, pero su modelo de autonomía es anacrónico, no concuerda con el mundo globalizado y estrechamente interconectado de hoy.

Para el Reino Unido comienza un tiempo de inseguridad. Su Gobierno tendrá que negociar el libre comercio o el acceso a los mercados no solamente con una UE inusualmente cohesionada, sino también con más de un centenar de Estados. El resultado de esas negociaciones es incierto. Por mucho tiempo, Gran Bretaña estuvo ligada con esos países a través de la UE y es ilusorio de parte del ministro Boris Johnson decir que el mundo está a la espera de que el Reino Unido se libere de las cadenas de la unión.

Cuando las cosas no salgan tan bien para Gran Bretaña como lo prometieron los impulsores del «brexit”, es evidente quién tendrá la culpa: ¡Bruselas! Ya se escuchan leyendas absurdas según las cuales la UE –liderada por Alemania– ha conspirado contra los británicos valientes.

Compartí:

Noticias Relacionadas

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.