Cuando faltan respuestas, sobran shows. En Perico, parte del Concejo intenta convertir su propia crisis ética en un plebiscito salvavidas. La ciudadanía no necesita circo: necesita verdad, justicia, reparación y reglas claras que impidan que la corrupción vuelva a sentarse en una banca.
Perico vive días de política en 4D: denuncias cruzadas, sospechas gravísimas, un intendente que se pone a disposición de la Justicia y un bloque de concejales señalados —por el propio jefe comunal— que ahora buscan plebiscitar “la gestión legislativa” como si la legitimidad pudiera imprimirse de urgencia, como boleta extra. La escena es conocida: cuando el poder tambalea, se convoca a la “gente”… pero no para rendir cuentas, sino para tercerizar responsabilidades.
Hablemos claro. El plebiscito no lava culpas ni sustituye expedientes. La voluntad popular elige proyectos y rumbos, no absuelve presuntos delitos. Cohecho, prevaricato, abuso de poder, asociación ilícita, incumplimiento de deberes: son palabras pesadas que no se resuelven con encuestas, conferencias ni placas de Instagram; se resuelven con pruebas, audiencias, fallos y sanciones.
Mientras tanto, la sociedad ya dictó un veredicto moral: millares de periqueños expresaron su condena. Y esa condena, por sí sola, no es sentencia penal, pero sí es un límite democrático: el límite que la dirigencia cruzó cuando decidió convertir el recinto en un teatro de presiones, favores y autoprotección.
El plebiscito que no fue… y el que sí hace falta
Que no nos distraigan: no corresponde plebiscitar la ética de quienes tienen la obligación de sostenerla. Si de consultar a la ciudadanía se trata, plebiscitemos lo que importa:
- Justicia cercana y efectiva.
¿Perico avala la creación de una Oficina Municipal Anticorrupción con autonomía funcional, presupuesto y obligación de publicar auditorías trimestrales?
¿Avalamos un Mecanismo de Denuncias Protegidas con trazabilidad digital y resguardo de identidad? - Institucionalidad completa.
¿Debe el Concejo cumplir de inmediato con el nombramiento —por concurso público— del Fiscal Municipal que la Carta Orgánica ordena? ¿Sí o no? - Reparación y consecuencias.
¿Acompaña la ciudadanía un Fondo de Restitución Cívica, alimentado con multas personales a funcionarios y concejales que dañen el erario, más inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos ante condena firme? - Ambiente y salud antes que excusas.
¿Está Perico de acuerdo con una auditoría ambiental independiente sobre plantas químicas del parque industrial, con plan de mitigación obligatorio y publicación de datos en tiempo real? - Bienes comunes y futuro.
¿Respaldamos una mesa de trabajo —técnica y ciudadana— para definir mecanismos de recupero y uso social de la Finca El Pongo como patrimonio estratégico?
Ese es el único plebiscito serio: el que ancla reglas, cierra grietas de impunidad y devuelve control al ciudadano. Lo demás es ruido para la tribuna.
“Los Espert, las Karinas” y el espejo roto
El guion es nacional: figuras que juegan a la pólvora mediática mientras la economía se incendia y la confianza se derrumba. El “caso Espert”, “la sombra de Karina” y la lista de culebrones éticos ya no son memes: son costos reputacionales que pagan cada municipio. Perico no es excepción: cuando la dirigencia reemplaza la gestión por la gestualidad, la factura llega en forma de servicios que fallan, obras que se frenan, jóvenes que se van.
Por eso la trampa del plebiscito es peligrosa: convierte una investigación penal en una encuesta. Y si la encuesta sale mal, el relato buscará culpar al intendente, a la prensa, a “la política”, a “Buenos Aires”, a Marte. Nunca al espejo.
El costo del “circo”
Un plebiscito improvisado es caro e inútil: caro para el contribuyente, inútil para la verdad. La Carta Orgánica ya prevé sanciones; la Justicia ya tiene caminos. Lo que falta no es voto, es voluntad. Voluntad para dar un paso al costado si corresponde; para responder preguntas incómodas; para aceptar auditorías sin maquillar papeles.
La dirigencia que se respeta no plebiscita su honra: la demuestra. La que la plebiscita, ya la perdió.
Política sin atajos
Perico no necesita “Nerones” locales ni operetas de última hora. Necesita coraje republicano. El intendente ya eligió el camino: a disposición de la Justicia. Que el Concejo haga lo mismo. Que no se escondan detrás de una urna improvisada. Que no gasten un peso más en legitimar lo que se resuelve en tribunales.
“Los Espert, las Karinas y el circo de Perico” no es un título provocador: es un aviso preventivo. O recuperamos el gobierno con papeles, controles y consecuencias, o perderemos algo más que una elección: perderemos la confianza de nuestros hijos.
La ciudadanía no pide venganza; pide verdad, reparación y garantías. Y una promesa simple: nunca más impunidad en nombre del pueblo.