En una Argentina convulsionada, donde el ajuste recorta hasta el último centavo de los presupuestos sociales, hay lugares que eligen resistir con hechos concretos, con gestión territorial y con una mirada puesta en lo humano. Monterrico es uno de ellos. Y su intendente, Luciano Moreira, vuelve a demostrar que gobernar también es cuidar lo más cercano: los clubes de barrio, esos espacios donde se forja identidad, disciplina y comunidad.
Este viernes, en plena jornada de trabajo, Moreira visitó el Club Defensores de Monterrico, donde anunció una obra largamente soñada por la institución: la construcción de cordón cuneta y vereda perimetral, una mejora que no solo dignifica el entorno del club, sino que lo integra de manera real al tejido urbano, dándole jerarquía y funcionalidad.
Durante su recorrida, el intendente supervisó personalmente el avance de los nuevos bancos de suplentes, dialogó con vecinos, jugadoras, jugadores y dirigentes, y reafirmó que el deporte no es un gasto ni una decoración: es una herramienta de inclusión social, prevención y crecimiento colectivo. En ese marco, el municipio también mantiene un equipo fijo de trabajo en el barrio, que se encarga de conservar y poner en valor cada rincón del club.

Estas obras se inscriben dentro del programa “Juntos Podemos”, una política pública innovadora que rompe con el esquema asistencialista y construye una lógica de co-gestión entre el Estado municipal y las instituciones deportivas. No se trata de promesas de campaña: se trata de máquinas, trabajadores, cemento y proyectos reales que transforman el presente de cientos de jóvenes y niños de Monterrico.
No es la primera vez que Defensores de Monterrico recibe el acompañamiento municipal: la iluminación completa del estadio ya había sido instalada por decisión directa del intendente, permitiendo extender horarios de uso, fomentar actividades nocturnas y generar nuevas dinámicas barriales. Hoy, el club no solo entrena: respira vida comunitaria, encuentros y oportunidades.
En un país donde la fragmentación social se acelera y las juventudes quedan a la intemperie de contención institucional, apostar al deporte es una decisión política valiente. Porque un club en pie es mucho más que una cancha: es una red de cuidado, un centro cultural espontáneo, una trinchera contra la desesperanza.
Luciano Moreira lo entiende. Y en cada ladrillo, cada obra y cada conversación con la gente, demuestra que se puede hacer política sin demagogia y con resultados tangibles. En tiempos de cinismo, Monterrico elige creer en la comunidad organizada. Y lo hace con trabajo diario, sin pausa, sin titulares rimbombantes, pero con una claridad que emociona: ningún pibe debe quedar afuera.