Luz cortada, paciencia agotada: el apagón eterno que desnuda la mentira eléctrica en Jujuy

Luz cortada, paciencia agotada: el apagón eterno que desnuda la mentira eléctrica en Jujuy

La tormenta no fue de viento, fue de verdad. El vendaval no lo trajo el Norte, lo trajo el hartazgo. Y el apagón que dejó a media ciudad de San Salvador de Jujuy sin luz por más de dos días no fue provocado por la naturaleza, sino por una cadena obscena de desinversión, complicidad y burla institucional que tiene nombres, cifras y culpables. EJESA, EDISON, SUSEPU y el Estado jujeño son parte de un mismo engranaje: el de un saqueo planificado.

En Jujuy ya no hay luz. Y no hablamos solo del servicio eléctrico. Hablamos de la oscuridad moral de un sistema de servicios esenciales entregados al negocio privado, con el aval directo del Estado, que no solo participa como socio, sino que se esconde como delincuente culposo detrás del silencio administrativo. La empresa EJESA, hoy manejada por EDISON, fue parte de una privatización fraudulenta, donde el Estado se volvió juez, parte y cómplice del despojo, cobrando de ambos lados del mostrador.

La entidad que debía velar por nuestros derechos, SUSEPU, es un organismo fantasma. Una cáscara vacía, sin reacción ni rostro, incapaz de emitir una sola sanción seria. La SUSEPU debe ser disuelta por carecer de toda razón de ser. ¿Qué control puede ejercer una entidad que ni siquiera responde ante una emergencia de tal magnitud? Mientras media ciudad se sumía en penumbras, la “Superintendencia” brillaba por su ausencia, como lo hace desde hace décadas.

Las excusas ofrecidas por la empresa son una burla cruel. “Fuerte viento”, dicen. Pero cualquier técnico, ingeniero o vecino sabe que los vientos del norte, por más intensos, no justifican que media capital provincial quede totalmente colapsada durante más de 48 horas. ¿Qué clase de infraestructura manejan? ¿Dónde están los mantenimientos? ¿Dónde están las inversiones que justifican las subas brutales de tarifa mes a mes?
No hay respuestas. Solo hay silencio.
Y en esa ausencia crece la bronca.

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Este es un delito de lesa ciudadanía:

  • Incumplimiento de los deberes de funcionario público
  • Abandono de personas
  • Incumplimiento de contrato de servicios esenciales
  • Asociación ilícita entre el Estado y privados para lucrar con bienes comunes

La Justicia jujeña, como siempre, duerme.
Los concejales, ausentes.
El Ejecutivo provincial, mudo.
¿Y los vecinos? Resistiendo. Juntando agua en baldes. Cuidando alimentos que se pudren. Esperando respuestas que no llegan. Viendo cómo se les ríen en la cara con tarifas que duplican la inflación, y con un sistema de atención que no devuelve ni siquiera la dignidad del reclamo.

Y cuando el pueblo fue arrasado por lluvias y se derrumbaron puentes, culparon al cielo. Ahora culpan al viento. ¿Qué será lo próximo? ¿La rotación de la Tierra?
Los jujeños ya no aceptamos más esta pantomima. La irresponsabilidad histórica de quienes gobiernan, de quienes deberían velar por los servicios públicos y hoy son meros promotores de negocios privados, ha llegado a su fin.

Porque gobernar no es administrar excusas. Es garantizar derechos.

Se acabó la era de los gerentes de la política. De los funcionarios que se lavan las manos mientras el pueblo se ilumina con velas.
Y no será un sello nuevo ni una sonrisa en campaña la que los salve.
El malón social está en marcha. Y cuando llegue el momento de las urnas, no solo tronará el voto, tronará el escarmiento.

El pueblo de San Salvador de Jujuy exige luz, pero sobre todo exige verdad, justicia y reparación.
El apagón ha terminado. Pero lo que acaba de comenzar es el juicio histórico a una clase dirigente que eligió pactar con las empresas y traicionar a su gente.

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