Massa y De la Sota podrían permitirle a Macri gobernar por decreto para evitar el cepo k del Senado
Como explicó LPO, Macri la tendría más difícil en el Senado, donde sólo puede apelar a un acuerdo con el interbloque federal para arrimarse al quórum.
Pero un resquicio de la Constitución permite a un presidente gobernar con el control de una sola Cámara, porque se requieren de ambas para invalidar un decreto de necesidad y urgencia. De lo contrario, pueden aplicarse sin problemas.
Fue el artilugio utilizado por Cristina Kirchner para enfrentar la mayoría opositora que dominó Diputados entre 2009 y 2011, cuando se creó el famoso Grupo A, que es la prueba más palmaria de que el control de una sola cámara no alcanza para frenar a un presidente.
En aquellos años, los decretos recaían en la bicameral de trámite parlamentario y los dictámenes de rechazo nunca pasaban el filtro del Senado. Y la presidenta los implementaba sin pestañar, por ejemplo, para utilizar a gusto las reservas del Banco Central.
Si llega a la Casa Rosada Macri piensa en un esquema parecido, al menos hasta que los gobernadores peronistas aflojen y le permitan voz y voto en el Senado.
Pero sólo puede demostrarles que no los necesita con la complicidad de Sergio Massa y los aliados actuales y recientes, junto a quienes superaría los 129 diputados necesarios para una mayoría propia en Diputados, número suficiente para enterrar cualquier aventura desestabilizadora.
Las cuentas
Las cuentas son finas pero concretas y cualquier variación difícilmente no sea para favorecer el gobierno de turno. Los partidos del frente Cambiemos podrán reunir 91 votos: 44 de la UCR, 42 del PRO y 5 de la Coalición Cívica.
La elección de Massa fue mejor de lo esperada y se sintió en Diputados, donde sólo renovaba 8 de 18 bancas (entre propios y aliados) y alcanzará 27 legisladores.
A diferencia de estos dos años donde predominaban los bonaerenses, ahora su bloque sería muy federal, con representantes de Buenos Aires, pero también de Capital Federal, Tierra del Fuego, Santiago del Estero, Salta, San Juan y Jujuy.
Y podrá asociarlo a los cinco que metió José Manuel de la Sota, todo un capital del cordobés para negociar la deuda por fondos previsionales, que este año le reclamó sin éxito a Cristina Kirchner.
Los siete votos que le restarían a Macri para impedir una mayoría opositora podría buscarlos en los tres diputados de Mario Das Neves y los cuatro de San Luis, ambos alejados del kirchnerismo y siempre airosos de ayudas a sus provincias. O incluso del santiagueño Gerardo Zamora, un objetivo del macrismo, como reveló LPO.
La Cámara tendrá otras figuras sueltas de conducta incierta, pero difícilmente proclives a afectar la gobernabilidad. Son los casos del dúo Martín Lousteau y Carla Carrizo; y de Francisco de Narváez, a quien pocos esperan ver seguido.
El único núcleo duro antimacrista por fuera del kirchnerismo lo integrarían los cuatro diputados del Frente de Izquierda y restaría saber cómo se moveran los siete de Progresistas, en crisis por sus posiciones encontradas sobre el ballotage.
Margarita Stolbizer le hizo un guiño a Macri al definir que no votaría a Scioli, pero Victoria Donda aclaró que siempre será opositora a Macri.
Y sigue sin aparecer Hermes Binner, derrotado en Santa Fe pero aún al frente de un bloque socialista de cuatro diputados. Proyecto Sur, de Pino Solanas, seguirá vivo con Alcira Argumedo. Pero Macri no mira a este grupo. Puede gobernar sin ellos.
