Si alguien esperaba una opinión light de Carlos Melconian, se equivocó de personaje y de país. En una entrevista que se convirtió en un sismo político-técnico, el economista cordobés desgranó en lenguaje llano, pero de alto voltaje, los errores, mitos y trampas de la política económica de Javier Milei. Sin filtro, con frases que rozan el desgarro nacional, Melconian le puso palabras a lo que muchos piensan pero pocos se atreven a decir: “Este equipo no quiso ir a la escuela. Están jugando un partido sin saber dónde está el arco”.
Y si el partido es chivo, como lo repite con ironía y diagnóstico futbolero, no es por la hinchada ni por el árbitro. Es porque desde 2011, Argentina pica la pelota siempre en el mismo lugar: caída y rebote, caída y rebote. Una B corta infinita que termina siendo una «V de la frustración».
Un gobierno que “no quiso entrar al aula”
Melconian, que lideró la Fundación Mediterránea y formó parte de un equipo técnico con programa en mano, lo dijo sin rodeos: “No fueron a la escuela. No sé si están en salita roja, verde o primer grado, pero evidentemente no quisieron ir.” El tiro no es solo para Caputo, sino para todo el aparato libertario que improvisa con palabras, mientras la economía sangra por detrás.
Ese “partido chivo” al que hace alusión no tiene márgenes para lirismo. Las reservas no se acumulan, el riesgo país no baja, la economía no crece, el dólar está contenido a fuerza de promesas y futuros, y el superávit fiscal se logró, no con motosierra, sino con licuadora: “Mayoritariamente licuación”, enfatiza, “y si no se sostiene, estamos en un problema”.
Un país sin precio real del dólar: “el elefante está afuera del bazar”
Melconian expuso el artilugio técnico detrás del supuesto tipo de cambio flotante. No hay flotación genuina, dice, si el Banco Central no compra dólares, si vende futuro y si evita intervenir en la demanda. Su frase es demoledora: “Si dejás al elefante afuera del bazar, no hay precio correcto.” Traducido: el tipo de cambio está atrasado, intervenido y sin brújula.
Y advierte: si se deja de frenar artificialmente la demanda, el dólar irá para arriba, “sin tragedia ni corrida, pero porque falta demanda real”. Un diagnóstico quirúrgico para un país que simula estabilidad mientras cocina su próxima crisis.
Una recuperación de cartón: rebote sin crecimiento
Para quienes festejan la “V” de recuperación, Melconian arroja agua helada: “Eso no es crecer, es volver al mismo pico de siempre.” Desde 2011, cada gobierno repite el mismo movimiento: caída, rebote, estancamiento. Ni Cristina, ni Macri, ni Alberto lograron romper esa maldición.
Milei está en ese mismo punto. La gran pregunta es si podrá hacer lo que hicieron Menem en los 90 y Kirchner en 2003: romper la serie y comenzar un ciclo de expansión genuina. Pero para eso, advierte, “tenés que tener programa, gobernabilidad, y sobre todo, empatía productiva”. Hoy, nada de eso parece en el horizonte.
El campo, la deuda, y el “plan colchón” que no existe
Melconian destruye también los mitos del vínculo del gobierno con el agro y la clase media. Critica los anuncios erráticos sobre retenciones (“están todos avivados ya”), cuestiona la falta de programa cambiario, y se burla de la idea de que los dólares del colchón saldrán por confianza: “Eso pasa desde 1980. Si no hay blanqueo, no hay colchón que se abra”.
Y advierte un dato inquietante: al pasar deuda del Banco Central al Tesoro para “limpiar” el balance, se generó una bomba de intereses en pesos que el gobierno aún no está midiendo. ¿Conclusión? Más presión sobre el superávit fiscal. “La deuda de mi tía ahora es mía”, ironiza.
Superávit sí, pero sin gloria
Melconian reconoce que el superávit fiscal es condición necesaria, pero no suficiente. El ajuste, dice, fue real, pero no heroico: se licuó el gasto público, no se reformó nada. Y lo más grave: el FMI ya le pide más para 2025. ¿Cómo cumplir sin ingresos genuinos y con una actividad que se toma un descanso en la cima de su rebote?
“El FMI no es idiota. Sabe que Argentina llega con aire justo, y ya está pidiendo más.” Es el círculo vicioso que arrastra todo plan de estabilización mal diseñado: ajuste sin crecimiento, ahorro sin inversión, relato sin realidad.
Un Melconian letal, sin rencores ni concesiones
En toda la entrevista, Melconian evita la chicana. No llama “cuca” a nadie, no insulta, pero deja claro que la economía no se maneja con voluntarismo ni slogans. Cada una de sus frases podría ser un misil teledirigido:
- “No hay partidos fáciles. Y este es el más chivo.”
- “El rebote ya se dio. Ahora hay que crecer. Y eso no se improvisa.”
- “Un país con retenciones, atraso cambiario y deuda en pesos no atrae inversión.”
- “El plan del 10 de diciembre no llegó. Llegó la licuadora.”
Conclusión: El crédito es la palabra
Para Melconian, en política y en economía, la palabra vale más que el relato. El crédito empieza con credibilidad, no con motosierra. Por eso, con su estilo frontal, vuelve a recordarnos que el milagro económico argentino aún no ocurrió. Y que el verdadero partido empieza cuando alguien se anime a patear el tablero.