El gobierno libertario de Javier Milei ha reducido toda su política económica a un duelo estéril con el dólar. Esta semana, Caputo y Bausili quemaron otros USD 200 millones para contener la divisa y, en paralelo, comprometieron USD 2.000 millones en futuros. Mientras tanto, el riesgo país trepó a 1.260 puntos básicos, una cifra que desnuda la desconfianza total de los mercados.
La pulseada con el dólar no es solo una batalla perdida: es un agujero negro que devora las reservas, la credibilidad y el futuro. Y mientras el oficialismo se obsesiona con gráficos y planillas, los argentinos quedaron abandonados a su suerte.
Hoy faltan remedios en hospitales, los salarios no alcanzan, las universidades agonizan con presupuestos precarios, el sistema de salud se quiebra, y millones de familias se sumergen en la desesperación de la microeconomía: el día a día que Milei ignora desde su atril narcisista.
La política nacional fue secuestrada por un ego presidencial que puso todas sus fichas en un único tablero: la cotización del dólar. El narcisismo de Milei lo llevó al fondo del lago, y con él arrastra a un pueblo entero.
Pero el interior, tarde aunque firme, empezó a reaccionar. Gobernadores, senadores y diputados comprendieron que el costo político de convalidar este ajuste inhumano era suicida. Hoy intentan equilibrar el ocaso libertario salvando sus territorios de una hecatombe que ya golpea con fuerza.
Porque los pueblos no se suicidan: los pueblos migran. Y en las próximas elecciones, ese éxodo político será visible. Millones de argentinos se alejarán de Milei para acercarse a la oposición peronista, que aparece como la única alternativa capaz de ofrecer un horizonte solidario y humano.
La historia ya está escrita: el gobierno consumió todas sus energías en una guerra perdida contra el dólar, y en ese camino abandonó la economía real, la vida concreta de la gente. Hoy la política del interior busca salvar lo que queda. Y mañana, el voto popular dictará la sentencia final.
Milei quiso pelear con el dólar. El pueblo pelea por sobrevivir. Y esa diferencia marcará el fin de su era.