Milei, el aprendiz de colonia: un presidente que entrega soberanía al poder concentrado

Milei, el aprendiz de colonia: un presidente que entrega soberanía al poder concentrado

La Argentina de Javier Milei se ha convertido en un experimento de laboratorio para los grandes grupos económicos internacionales. En nombre de la “libertad”, el presidente está subordinando la política nacional a los intereses más concentrados del planeta, repitiendo esquemas que en otras épocas devastaron países enteros. Lo que Milei llama “plan de estabilización” no es más que la sumisión a un protectorado financiero, con el mismo libreto que destruyó a naciones del Sur Global bajo la doctrina del shock.

Un gobierno que degrada la política

La incapacidad de discutir los problemas de fondo —la concentración, el modelo especulativo financiero, la pérdida de autonomía productiva— lleva a Milei a refugiarse en un discurso vacío, mientras el verdadero poder se concentra en pocas manos, generación tras generación. Como lo señaló Sabino Vaca Narvaja en una reciente entrevista, el gobierno no está diseñando políticas para distribuir riqueza, sino para garantizar privilegios a corporaciones que no producen nada, pero controlan los datos, las plataformas y la información.

El problema no es ideológico: es estratégico. Argentina está cediendo soberanía. En vez de utilizar sus recursos estratégicos (litio, cobre, tierras raras, agroindustria) para apalancar un desarrollo industrial y científico, el gobierno los ofrece como mercancía barata en acuerdos que recuerdan a los pactos coloniales.

De la “libertad” al vasallaje

Paradójicamente, Milei —que hizo de la lucha contra “la casta” su bandera— se arrodilla ante la verdadera casta global: las corporaciones tecnológicas, financieras y militares que condicionan estados enteros. Su alineamiento ciego con Estados Unidos no es solo un gesto diplomático: es una renuncia programada a cualquier intento de autonomía.

Mientras Trump blinda su economía con proteccionismo industrial y jura a CEOs como tenientes coroneles de su ejército tecnológico, Milei ofrece abrir la Argentina sin condiciones. Estados Unidos sanciona a Brasil con aranceles del 50% mientras Argentina le regala cupos de importación cero. Brasil fabrica autos eléctricos con empresas chinas, Argentina los compra.

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El resultado es obvio: desindustrialización, desempleo y dependencia.

La geopolítica que Milei no entiende

El mundo atraviesa un reacomodamiento histórico: China, India, Rusia y otros actores impulsan un orden multipolar. Estados Unidos responde con sanciones, presiones diplomáticas y colonización tecnológica. En medio de esa disputa, Milei entrega el oro, el litio y el agua argentinos como fichas de cambio.

El nuevo embajador de Estados Unidos en Argentina fue claro en el Senado: “mi trabajo será recorrer las provincias y frenar los negocios con China”. Lo que debería haber provocado indignación y defensa nacional fue recibido por Milei como un mandato. Un presidente convertido en comisionista de intereses ajenos.

Argentina necesita un plan propio

El fracaso de Milei no es solo económico, es civilizatorio. No hay destino si un país renuncia a discutir un programa nacional de desarrollo, si no defiende su industria, si no aprovecha sus recursos para generar trabajo, si deja en manos extranjeras la información y la producción tecnológica.

La historia demuestra que cuando Argentina fue conducida por proyectos soberanos, pudo saldar deudas (como con Néstor Kirchner frente al FMI), crear empleo y recuperar dignidad. Hoy, Milei elige el camino inverso: atar nuestro futuro a las condicionalidades de Washington, desarmar la política y degradar las instituciones.

Una conclusión inevitable

Milei se presentó como “el León” que venía a destruir privilegios. Pero en menos de un año se convirtió en el aprendiz de colonia, domesticado por los grandes grupos de poder global. No hay épica libertaria en su gobierno, solo subordinación.

Argentina no puede seguir hipotecando su futuro a la obediencia colonial. El verdadero dilema no es Milei contra el kirchnerismo: es soberanía o vasallaje, patria o protectorado.

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