“Milei frente al abismo: el sistema ya le soltó la mano”

“Milei frente al abismo: el sistema ya le soltó la mano”


En la Argentina del vértigo constante, el gobierno de Javier Milei ha comenzado su proceso de implosión. El libertarismo, que prometía dinamitar al “sistema” para refundar la república sobre los escombros de la casta, hoy se estrella contra los cimientos de la democracia representativa. Las leyes caídas, los vetos anunciados y las traiciones internas no son errores de cálculo: son los síntomas de un colapso inminente. No es exageración, es política en carne viva.

La frustración como límite: Milei, el chico que no tolera el “no”

Una anécdota basta para entender la psicología del presidente. Cristina Fernández de Kirchner, en una conversación íntima, lo anticipó con precisión quirúrgica: el problema de Milei no es su dogma ni su violencia simbólica. Es su intolerancia a la frustración. Gobernar es, esencialmente, tolerar límites. Y en eso, el libertarismo muestra su talón de Aquiles: cuando el Congreso lo frena, grita “traición”; cuando lo corrigen, acusa “golpe”; cuando lo vencen, insulta.

Como un niño que no acepta el “no”, Milei recurre a la motosierra emocional: descalifica, hostiga, y lanza relatos de conspiración para justificar su impotencia política. Pero la democracia no es una guardería de egos desbordados. El sistema ya le está poniendo freno. Y si no lo entiende, lo expulsará.

El Congreso, el verdadero poder constituyente

Las votaciones de esta semana en Diputados y Senado no fueron apenas revés legislativo: fueron una demostración de que el Congreso puede, cuando quiere, funcionar como muro de contención ante la pulsión autoritaria. Se le frenaron tres leyes al presidente, impulsadas por una ciudadanía que dejó de esperar milagros y salió a defender sus derechos con el cuerpo. Jubilados reprimidos, familiares de personas con discapacidad, docentes, trabajadores públicos: todos fueron los verdaderos autores de estas conquistas.

Y ante esa realidad, Milei opta por el capricho: vetar todo, judicializar lo imposible, y seguir construyendo un relato donde siempre hay un enemigo nuevo. Mientras tanto, Villarruel es llamada “traidora” por cumplir su rol institucional. ¿Qué es esto sino la versión libertaria de los mismos tics autoritarios que decían venir a combatir?

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El plan económico cruje: y ellos lo saben

Los mercados tiemblan, el dólar se dispara y la inflación se recalienta. Pero el gobierno responde con cinismo: “si el dólar sube, cómprenlo”, “el peso será moneda fuerte”. Detrás de esta fachada, el plan económico está fracturado. Ya no seduce a los propios, no convence a los mercados, y ha perdido su blindaje político.

Mientras los jubilados ganan 70 mil pesos y la clase media se endeuda para pagar la prepaga, Caputo sale con su pulóver a negar la realidad. Pero la motosierra ya no corta: se traba con el cemento de la resistencia social.

El delirio libertario: querer cerrar la Auditoría para que no los auditen

Una senadora libertaria propuso cerrar la Auditoría General de la Nación. La misma institución que hace décadas garantiza la transparencia del gasto público. ¿Coincidencia? No. Saben que se viene la revisión del primer año de gestión y prefieren borrar el mensajero. Quieren libertad sin control, gobierno sin ley, república sin Congreso. Y eso no es libertad: es una deriva autocrática disfrazada de revolución.

¿Qué viene ahora? Veto, relato y caos

Milei vetará las leyes que lo molestan. Diputados y senadores intentarán revertirlo. Y mientras tanto, el gobierno buscará chivos expiatorios: Villarruel, Picheto, la oposición, los jubilados. Cualquier excusa servirá para explicar que su fracaso no es político, sino culpa del “sistema”.

Pero el colapso no empezó esta semana. El colapso empezó el día que se creyó que con redes sociales se podía gobernar un país. Que con gritos en TikTok se podía reemplazar el trabajo institucional. Que con un par de motos sierras en campaña se podía reemplazar la política pública.

Epílogo: el final ya empezó

La Argentina está viviendo en tiempo real el principio del fin de una experiencia profundamente irresponsable. No porque lo deseemos, sino porque las instituciones, aún con todos sus defectos, siguen de pie. El Congreso le dijo “no” al mesianismo. La gente salió a la calle. Y los límites aparecieron.

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La pregunta es: ¿cómo reaccionará Milei ante el espejo de su propia impotencia? ¿Será el chico que rompe todo cuando pierde? ¿O será el hombre que, finalmente, acepta que gobernar no es destruir, sino construir con otros?.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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