Milei pasó de criticar la casta a tratar de comprar empresas y medios apalancado en el Estado

Milei pasó de criticar la casta a tratar de comprar empresas y medios apalancado en el Estado

Por Ignacio Fidanza // Lo que está pasando en la Argentina no es nuevo. Detrás de la exuberancia de Milei y la retórica de mafia rusa de Santiago Caputo, lo que se despliega no es otra cosa que el viejo truco de la casta: utilizar el poder del Estado para enriquecerse.

El director del diario Clarín, Ricardo Kirschbaum, publicó este domingo que Rodrigo Lugones, socio y ex jefe de Santiago Caputo, está tratando de comprar Telefónica de Argentina junto al empresario Marcelo Figoli. Y un canal de televisión. Ese canal es América.

Por supuesto que esta información es desmentida por Figoli, que sí entró en negociaciones para comprar Telefónica de Argentina junto a la francesa Orange y un fondo de inversión de Estados Unidos. Y es posible que Clarín que es propietario de Telecom este mirando con mucha atención quien entra al mercado de las telecomunicaciones.

Pero no se puede negar que lo publicado tiene un perfume de época que recuerda al kirchnerismo duro de Néstor. Hasta que se mira de cerca el segundo gran negocio que controlan Santiago Caputo, Lugones y Guillermo Garat: la petrolera YPF. Se comprueba entonces que no sólo se cruzan los métodos, sino también los nombres. Como reveló LPO meses atrás, el botín que encontraron los Peaky Blinders es la venta de los pozos convencionales de YPF, con la excusa que ahora la petrolera se concentrará en Vaca Muerta.

La revista Noticias reveló que el empresario símbolo de la época más salvaje del kirchnerismo, el alter ego económico del ex presidente, nada menos que Cristóbal López, está negociando quedarse con pozos de YPF en Neuquén.

Santiago Caputo y su primo Toto Caputo vienen protagonizando una batalla campal para quedarse con la Secretaría de Energía que todavía conduce Fernández Chirillo. El asesor de Milei libra esa pelea apalancado en su tío Nicky Caputo y sus amigos los hermanos Neuss, familia protagonista de uno de los mayores escándalos de corrupción del menemismo.

Tenemos entonces por un lado a los libertarios anti casta de Santiago Caputo controlando YPF a través del vicepresidente Garat, empujando el remate de activos de la compañía, mezclados con Nicky Caputo, con Cristóbal López, con los hermanos Neuss. También los tenemos controlando la remixada SIDE, a la que inyectaron más fondos reservados, tratando de meterse en empresas de telecomunicaciones, en medios y financiando ejércitos de trolls, que a su vez, salen a flote y ahora crean medios de streaming. Gordo Dan.

Tenemos entonces como nueva política el uso del poder del Estado, información de los servicios de inteligencia y escraches, para empujar negocios privados.

Se cruzan incluso en esta trama viejos operadores de aquellos años como Adrián Kochen, que estuvo en la YPF de Néstor Kirchner y Esquenazi, y ahora es un asesor central de Santiago Caputo, a quien acercó el voto del senador entrerriano Edgardo Kueider, clave para que se sancione la ley Bases. LPO ya había anticipado este cruce entre libertarios supuestamente fundamentalistas y casta prehistórica, que tuvo su primera expresión en el inexplicable acuerdo de campaña entre Milei y Luis Barrionuevo.

Kueider es entrerriano y el banco de esa provincia está en manos de los Esquenazi, esa es la palanca de Kochen con el senador. Los Esquenazi aparecen mencionados como el motor real detrás de la demanda por más de 20 mil millones de dólares por la expropiación de YPF, que amenaza con detonar la macroeconomía argentina. Habrá que prestar atención a como actúa el procurador Rodolfo Barra en la defensa de los intereses del país en ese juicio.

¿Qué acordó Santiago Caputo con Kueider a cambio del voto? Entregarle las delegaciones de la Anses y Pami de Gualeguaychú y un director en la represa Salto Grande. Hasta acá tramoyas menores de política provincial. Pero la negociación incluyó una posición mayor: la presidencia de la Bicameral de Inteligencia, que debería controlar a los servicios de inteligencia que controla…Santiago Caputo. Bingo!

Y así podemos seguir al infinito porque no se trata de casos aislados, que todo gobierno tiene. Como en el kirchnerismo originario, estamos hablando de un sistema que en su cúspide tiene a Santiago Caputo. Un sistema que desde que empezó a entrar en la política grande siempre se sintió más cómodo negociando con los peronistas que con Macri, a quien le agradecen los votos y lo dejan chupando frío en la peatonal de San Miguel de Tucumán.

Esto, en términos políticos, podría ser la descripción de una construcción exitosa. Pero hasta acá llegan las coincidencias. Quieren ser Menem y copian el lado oscuro de Néstor. Pero se olvidan de un pequeño detalle: esos dos presidentes peronistas, acumularon un poder que les permitió darse todos los gustos, amparados en procesos de crecimiento económico y recomposición del poder adquisitivo. Expansión económica que como la máquina voraz que eran, traducían en acumulación política para realimentar el loop de poder.

Si es verdad que la Argentina es una espléndida máquina de no aprender nada, de repetir historias fracasadas en versiones cada vez más degradadas, lo que tenemos hoy es más parecido a la experiencia de los sushi de De la Rúa que al peronismo.

Dicho de otro modo, hay una enorme diferencia entre tatuarse los brazos con símbolos de los vory v zakone y jugar a ser un siloviki, a ser de verdad un espía de la KGB. Es cierto que el caos, la locura que proyecta el mundo Milei, puede ofrecer para algunos el placer de castigar a un orden que acumuló años de frustraciones. Pero producida esa descarga, en algún punto de su recorrido, este caos tiene que entregar mejoras reales para hacer pie en el poder.

Si es verdad que la Argentina es una espléndida máquina de no aprender nada, de repetir historias fracasadas en versiones cada vez más degradadas, lo que tenemos hoy es más parecido a la experiencia de los sushi de De la Rúa que al peronismo: diletantes de la política, intoxicados por el éxito instantáneo, que nadan en el aire, mientras la economía real se hunde como el Kursk en las heladas aguas del Ártico.

¿Hasta cuándo la sociedad va a tolerar la contradicción entre el relato anti casta y la voracidad del entorno de Milei? Es una pregunta para sociólogos, pero es muy probable que la respuesta más inmediata se encuentre en la economía real. Si la economía se recupera hay vida; pero si no recupera, el final es tan simple como observar como se derritió el poder de Menem en su segundo mandato, cuando pegó la recesión.

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