“Milei, Sadir y los intendentes de Jujuy Crece: el 26 a la noche serán patos rengos”

En Jujuy la política arde. Lo que ayer fue obediencia ciega al presidente Javier Milei y sus leyes inhumanas, hoy es retraimiento, cálculo de supervivencia y miedo. “Jujuy Crece”, el frente que aplaudió las medidas más nefastas de la Casa Rosada, descubrirá el 26 de octubre que no hay blindaje ni eslogan que lo salve: esa noche, gobernadores e intendentes quedarán reducidos a patos rengos, sin poder real y con un pueblo que les dará la espalda en las urnas.

Sadir, de hombre de amianto a figura en combustión

Carlos Sadir creyó que su coraza lo convertiría en invulnerable. Se proclamó el arquitecto del “cambio de la matriz productiva”. Hoy esa promesa es un fiasco: la provincia está en default, el frente externo es impagable y la deuda per cápita hunde a cada jujeño en millones. Sadir, de “hombre de amianto”, pasó a ser combustible de la recesión brutal que devora Jujuy.

Intendentes rehenes y desacreditados

Los intendentes de “Jujuy Crece” son hoy rehenes del ahogo financiero. Sin coparticipación, endeudados con proveedores y alejados de sus vecinos, solo cosechan desprecio. Las redes sociales ya dictaron la condena: corrupción, escándalos, promesas rotas. Gobernar con recursos desviados hacia empresas estatales que ahora se quieren privatizar fue una estafa doble: a los municipios y a la gente.

El divorcio con la sociedad es total

El oficialismo se alejó de su base electoral. Ni sus propios votantes acompañarán a sus candidatos. Los jujeños saben que votar libertarios o sus aliados es votar contra sí mismos: significa entregar representación a Milei, el mismo que hoy los abandona. La evidencia es brutal: en el Senado, Jujuy se contaron dos votos jujeños de siete para sostener vetos que la mayoría nacional rechazó. Traición a la provincia, traición a su gente, en consecuencia sus candidatos este 26 de octubre serán condenados.

Una clase política arrinconada

Sadir y los intendentes enfrentan lo que nunca quisieron imaginar: su final político está escrito. Lo candidatos a diputados nacionales de Jujuy Crece los reciben en los municipios por protocolo, pero en materia de intención de voto no mueven la aguja. El desprecio ciudadano es tan grande que cada acto oficial se convierte en foto del pasado. La guillotina política los espera la noche del 26 de octubre, aún cuando prometan por enésima vez entregar lo que el pueblo exige: coparticipación, transparencia y proyectos reales.

La fractura que se avecina

El 26 de octubre marcará un quiebre: el poder local caerá como un castillo de naipes en cada municipio y en la provincia. Ni Sadir, ni Milei, ni los intendentes de “Jujuy Crece” podrán sostenerse tras la marea electoral. El narcisismo presidencial los arrastró a todos: se consumieron en la pulseada inútil con el dólar y dejaron a la gente sin remedios, sin salud, sin educación, sin futuro. Un pueblo no se suicida: migra. Y esta vez migrará hacia otra fuerza política.

El peronismo como opción inevitable

El electorado jujeño abrazará al peronismo no como premio, ni por simpatía, sino como reacción visceral frente a la decadencia. Será un voto castigo, una daga dirigida al corazón de quienes los engañaron. El peronismo productivo, el peronismo de la transformación, el que propone desarrollo y autonomía en cada comunidad, tendrá la oportunidad de reconstruir lo que el libertarismo y sus cómplices destruyeron, el peronismo, los jujeños de bién, no los líderes camporistas y sectoriales condicionados desde el centralismo porteños.

El fin de un ciclo

El 26 de octubre será la noche en que Jujuy despida a un frente oficialista desmoronado. Todos serán patos rengos. Esa noche comenzará a emerger una nueva fuerza: la de ciudadanos empoderados que exigirán que la política vuelva a servir al pueblo.