“Milei ya es historia: la devaluación del 27 de octubre lo sepultará”

“Milei ya es historia: la devaluación del 27 de octubre lo sepultará”

La Argentina arde en vísperas de un nuevo sacudón financiero. El 27 de octubre se asoma como fecha maldita para el presidente Javier Milei: la devaluación, anunciada a voces por los mercados internacionales, se perfila como el golpe final a su experimento libertario. Lo dicen los informes, lo señalan los bancos, lo murmura Wall Street. Ni la sombra de Donald Trump, en quien Milei intentó refugiarse, puede revertir lo que ya parece escrito.

El “león” se ha quedado sin rugido. Sus fórmulas mágicas se desploman frente al dólar en alza, los bonos en rojo y un riesgo país que superó los 1200 puntos. Cada indicador es un ladrillo más en el mausoleo de una gestión que nació con épica pero se hunde en su propia impotencia.

El ajuste inhumano que prometía ordenar las cuentas públicas no logró más que arrasar con los salarios, pulverizar las jubilaciones y destruir las economías regionales. Lo que Milei vendió como “equilibrio fiscal” hoy aparece ante el pueblo como un castigo sin horizonte.

Pero la política no espera. En el centro del ring, el peronismo comienza a reagruparse. No el peronismo de escritorio, ni el que vive pendiente de la causa judicial de Cristina Kirchner, sino el peronismo pueblo, el que reacciona, el que encarna la bronca y la esperanza de millones de argentinos.

Ese peronismo encontró un eje en Axel Kicillof, gobernador de Buenos Aires, quien ya se mide de igual a igual contra Milei en un mano a mano que marcará el pulso del país. En cada provincia brotan satélites peronistas, con dirigentes locales que repiten la misma consigna: frenar el ajuste inhumano y devolverle dignidad al pueblo.

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Desde Jujuy hasta Tierra del Fuego, la consigna se multiplica. El ramal jujeño, el cinturón productivo cordobés, la pampa bonaerense y la Patagonia energética comienzan a hablar el mismo idioma. La resistencia ya no es solo sindical o callejera: es política, organizada y territorial.

Mientras Milei insiste en los números fríos, en los cálculos que lo encierran en Excel sin alma, el peronismo vuelve a poner sobre la mesa lo humano: trabajo, salarios, producción, federalismo. Es la eterna disputa argentina: tecnocracia contra pueblo. Y, como tantas veces, será el pueblo quien incline la balanza.

El gobierno libertario se ha convertido en un laboratorio que estalla en cámara lenta. Lo que parecía audaz es hoy ruina; lo que sonaba a revolución es hoy un eco gastado. La historia se acelera y no espera.

El 27 de octubre no será solo una fecha económica: será una bisagra política. Ese día quedará demostrado que la motosierra no corta la dignidad de un pueblo que se sabe resiliente.

En cada esquina se escucha la misma pregunta: ¿cuánto más se puede soportar? Y en cada respuesta se filtra el mismo sentimiento: nada justifica este calvario. La paciencia se agota, la bronca se acumula y la esperanza busca cauces nuevos.

El peronismo pueblo ya eligió el suyo: levantar banderas contra la humillación, decir basta a la crueldad económica y empezar a diseñar el regreso del Estado como garante de justicia social.

Ni Trump ni los bancos podrán detener la ola. Milei ya es historia, y su epitafio se escribe con números en rojo y corazones en llamas.

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