En una época en la que muchos prometen y pocos cumplen, la gestión del intendente de Monterrico, Luciano Moreira, se destaca por su pragmatismo, sencillez y efectividad. Con un estilo directo, alejado del discurso vacío y las trabas burocráticas, el jefe comunal demuestra que gobernar es, antes que nada, escuchar a los vecinos y resolver sus necesidades concretas.
Esta semana, Monterrico fue nuevamente escenario de una de esas respuestas claras y contundentes que se han vuelto sello de esta gestión: la inauguración de un imponente tinglado con pisos nuevos e iluminación LED en la Escuela Técnica N° 1. El espacio, largamente esperado por la comunidad educativa, servirá tanto para actividades escolares como para los preparativos de los carroceros, emblema identitario de la ciudad.
El acto contó con la presencia del Ministro de Infraestructura, Ing. Carlos Stanic, quien acompañó al intendente en esta nueva entrega que transforma el día a día de los monterriqueños. La obra, que no solo impacta en la infraestructura educativa sino también en la motivación y la pertenencia de los alumnos, es una muestra concreta de cómo una decisión ejecutiva, sin trabas ni vueltas, puede cambiar realidades.

Lo que antes parecía inalcanzable por la maraña de papeles, promesas eternas y gestiones estancadas, hoy se resuelve con diálogo, planificación y ejecución. Ese es el camino que ha tomado Monterrico: menos burocracia, más soluciones.
Moreira, sin grandilocuencias ni campañas de marketing, continúa acumulando hechos. Obras visibles, palpables, que transforman. En cada barrio, en cada institución, la comunidad siente que hay un intendente presente, que responde y que cumple.
Y mientras otros gestionan a distancia, él prefiere caminar las calles, mirar a los ojos, tomar nota de las urgencias y, sobre todo, actuar. Esa cercanía —auténtica, no impostada— ha generado un vínculo de confianza entre la gestión municipal y los ciudadanos, algo cada vez más escaso en la política argentina.
Porque cuando gobernar es simplemente escuchar y hacer, la política se transforma en herramienta de transformación real. Y Monterrico, gracias a esta forma de entender el rol del Estado, empieza a dejar atrás años de postergación.